Rosarito Baja California Mex
marzo 2009
Hola a todos. Mi nombre es Masturberto y soy adicto al sexo
cibernético, al sexo con imaginación, y a todos mis amigos y amigas ya me los
cogí. Me masturbo mientras platico con
ellos en el internet. Como soy muy solitario y pobre, el poco dinero que me sobra
lo utilizo para pagar el servicio de internet en casa. Si quieres más tienes
que chingarle más. Y es que en los cibercafés no se tiene la misma intimidad,
no hay privacidad. No me puedo hacer ni una puñeta a gusto porque siempre habrá
un niño pendejo viendo caricaturas violentas en youtube o también ellos
frotándose el pitillo con monas japonesas de grandes senos pero no he visto a
nadie que se la jale descaradamente en un cibercafé, ni siquiera en los más
sórdidos en donde atienden un tipos vestido de negro de greñas largas que
escuchan todo el día death metal. Acostumbraba
a ir a los cibercafés pero ya mejor en casa le puedo jalar el pescuezo al ganso
a gusto. Cinco veces al día, mínimo. Hay que aprovechar la tecnología para
hacer la puñeta más variada. Obviamente me la jalo apoyado en imágenes de
muchachas burguesas que tengo agregadas a mi Facebook. Tengo unas amigas gordas
que me gustan un buen. Y yo creo que todos tenemos derecho a un orgasmo. Yo no
tengo la culpa de producir tanto semen en mis huevotes. A excepción de la
sangre, creo que ningún liquido se debe quedar en el cuerpo si su función es la
de salir. Procuro que mis amigos sean felices porque los infelices no son nada
sexys. Ya no me la jalo con hombres a un lado, como hacíamos en la adolescencia
que competíamos a ver quién echaba el chisguete más pronto. No entiendo que
esas lindas costumbres se hayan perdido y ya sean cosa del pasado. Habrá que
recuperarlas si queremos formar parte de una civilización avanzada en tiempos
venideros. Nunca antes mejor dicho. En realidad me llamo Rigoberto Mares.
ANALISIS
No puedo conocer a alguien porque de inmediato me imagino su
ano. Lo primero que viene a mi mente no es si se trata de una mujer o un
hombre, sino que pienso en sus culos, en imaginarme sus ojetes peludos, negros
y hediondos. Nunca he besado un solo culo en toda mi vida porque de verdad creo
que los anos son muy feos pero al mismo tiempo siento una tremenda atracción
por comérmelos a besos porque estoy seguro que es un punto sin igual en todo el
cuerpo. Cuando bese mi primer culo quiero que esté bien aseado no sólo por
fuera y alrededor sino también por dentro. Puede ser con un gel aromático (por
ejemplo con sabor y olor a canela) y supongo que no hay mejor cosa que
introducirse un dedo totalmente embadurnado del gel y lavarse muy bien el dedo
que debe ser destinado exclusivamente para esa noble tarea. Porque luego no
debe ser bueno comer y chuparse los dedos y que por alguna razón queden
bacterias en los dedos y no. Aunque no sería la primera vez que materias
fecales llegaran a nuestros estómagos en toda la vida. Por muy buenos que estén
los alimentos hay que saber siempre cuál de los dedos no debemos chuparnos. La
gastronomía mexicana es un motivo de orgullo por su apreciación internacional.
No es chauvinismo, de verdad que la cocina mexicana está para chuparse los
dedos.
LAS MAS FAMOSAS Y LETALES
En el pueblo de Rosarito hay muchos drogadictos en la calle,
gente que no tiene otra cosa en la mente más que sexo y drogas/drogas y sexo.
Yo soy igual que ellos, la única diferencia es que yo me pongo a escribir y los
drogos nunca se interesan por la literatura. Y que yo jamás consumo drogas que
me quiten lo sexy ni que me hagan perder el estilo. Las drogas favoritas de
todas las ratas callejeras son la heroína y el cristal. Esta última de las más
baratas y fáciles de conseguir en cualquier lado: afuera de un oxxo, en una
iglesia cristiana, en el río de mierda que va al mar en plena zona céntrica del
pueblo y donde se esconden los drogos a fumarla, coger y venderla. Quita el
hambre, da mucha energía y como pone la sangre caliente lo más común es querer
fornicar con cualquiera que se atraviese bajo la influencia de esta droga que
para fortuna de todos no es mortal. Esa droga no es apta para suicidas impacientes.
El abuso perjudica el deseo de coger. Y también de hacer cualquier cosa
provechosa, perderle el gusto a lo bello, lo bueno y lo sublime. Valores de
gente fifí que no comparten los dragones insomnes. Si siguen con vida, si
continúan comiendo, su único deseo es vivir para drogarse hasta quedar como
putas momias de Guanajuato. Fumar crico es la manera más rápida de adelgazar.
He sabido que la cocaína ha orillado a la prostitución a quienes se enganchan y
son pobres, hombres y mujeres. Hasta se meten a la política para que la droga
nunca les falte. Hay rumores en el aire de que las mujeres del pueblo se hacen
putas por pequeñas dosis de esa mierda. Sepa Dios que se anden metiendo por las
chatas, aspirinas molidas con unas gotas de metanfetaminas y un 0.1% de cocaína
original. Quienes son heroinómanos son los menos. Supe que dos muchachas
enviciadas se les pasaron las cucharadas y se murieron. Ambas fueron halladas
todavía sonriendo y con las jeringas colgándoles del brazo. Una fue encontrada
en su domicilio en un cuartucho de la colonia Primo Tapia y la otra en el
basurero municipal. Esta última difuntita tenía por lo menos cinco meses de
embarazo.
NECROFILIA
Muchas mujeres que he deseado desde que era niño ya habían
muerto cuando me frotaba el fierro pensando en ellas como Marilyn Monroe o
Miroslava Stern. De Marilyn me gustaban sus piernas y grandes pechos, me la
cogería sin importarme que fuera hombre. En cambio Miroslava Stern era tan
bellísima como no había nadie igual. Cuando un tío me dijo que esas mujeres ya
estaban muertas me puse muy triste pero la imagen de sus bellezas siempre
estuvo presente en mis primeros derrames nocturnos de mocos abajeños parecidos
a baba de nopal y eso que mi peneque estaba a la mitad de lo que ahora lo tengo
(sin erección). Mi furia masturbatoria era tanta que tomaba las muñecas Barbie de mis hermanas y le jalaba el
pescuezo al ganso quitándoles la ropita y viéndoles las nalgas y chichotas.
Luego escupía a mis hermanas porque se enteraban que yo les quitaba la ropa a
sus putas muñecas, me daban carrilla y me acusaban con mi madre. Cuando todavía
creía en la inmortalidad del alma una amiga a la que yo deseaba murió de una
enfermedad hepática. Ella tenía una cara y un cuerpo bonito además de que era
una persona muy buena y tranquila. Cuando supe de su muerte también me puse muy
triste y a ella no pude volverla a ver con ojos de deseo. En cambio a las putas
de la televisión y a las muñecas de plástico inerte siempre que quise. Por algo
el cine alzó la figura fílmica de las desgraciadas: para ser deseadas por la
eternidad.
CONTRACCIONES Y GEMIDOS
(Nótese el españolismo en algunas palabras)
Nunca he follado con tías que hayan tenido hijos de forma
natural. Supongo que las cesáreas permiten que las vaginas se mantengan
apretaditas. Aunque han de existir vaginas que aún no hayan escupido
desgraciados al mundo y que estén aguadas, carnosas y que los ligamentos hayan
perdido sus funciones y que ni con ejercicios kegel aprieten un poco.
Probablemente se sienta algo si te las follas con las bragas puestas. Habrá que
cogerles gusto a esas partes femeninas que han tenido actividad inusual para
mujeres que no son guarras. Yo prefiero que a las muchachas todavía les duela
un poco cuando la polla, mi jodido pene, entre y salga de sus conchas; para
sentir algo yo también. Porque si al estar follando una la tipa me dice que
siente cosquillitas en el molusco mientras la agarro a pollazos, me puedo sentir
mal. Ya que el sexo es algo feo, oloroso y doloroso, al menos en saberlo y
disfrutarlo se basa mi placer y viceversa. Si lloran mientras las follo, es
ganancia. También me gusta que lloren mientras me la chupan o que lloren cuando
les robe una braga para mi colección, que nunca las lavo. Una vagina contraída
produce más dolor, o sea, más placer para uno y no sólo es placentero en lo
físico sino también en lo emocional y psicológico. Es el orgasmo nuestro
egoísmo más sublime. Por lo tanto la mujer debe sufrir o fingir que sufre al
ser embestida por una polla real para que el placer del hombre sea mayor ya que
por lo regular las mujeres no disfrutan del sexo. Ellas funcionan de otra
manera. A ellas las prende que uno se case con ellas, que tengan la nevera
llena de comida y cerveza, que uno tenga buen empleo, un buen carro y así. El hombre se va con cualquiera que les preste
el culo pero ellas rara vez se irán con un tío que les ofrezca un poco de
semen. Si existen pero de a gratis no creo. Esas no nos competen que la plata
no es para andarla tirando. Soy pobre, drogadicto y fracasado y jamás he
follado con una tía que haya tenido críos por la vagina, coño.
EN LA MADRE
Aunque recuerdo haber visto a mi madre coger con mi padre y
con otros después de su divorcio, jamás he sentido deseos por ella. No sólo la
he vi coger encima de mi padre varias veces mientras la habitación en la que
dormíamos todos se envolvía de un olor a mariscos, también cuando se divorció
luego otros de sus amantes le ponían tremendas cogidas que no me dejaba dormir
el ruido de la cabecera de su cama azotando la pared. Hacía más escándalo que Noé construyendo el arca que lo salvaría
del gran diluvio universal. Hasta con el
autor de mis días el sexo era lento, discreto, tranquilo pero apestoso;
seguramente por el tamaño mediocre de su pene, genética que me heredó el muy
desgraciado. Cuando madre vio que yo ya no era un niño tuvo el tino de mandarme
a dormir al sillón cada vez que tenía un encuentro sexual. Una noche me
desperté a orinar y al asomarme a la
alcoba de mi madre pude ver cuando chupaba una gran verga que casi le sacaba
los ojos y le dislocaba la mandíbula. Y a ratos le decía mientras se la mamaba:
“quiero tu leche ya, no en los cachetes, no en mis ojos ni en mis chichis sino
en mi boca. Ni una gota voy a desperdiciar”. Me fui de regreso al sillón con el
corazón a punto de estallarme. Hasta se me iba el puto aire. Después oí un
quejido de aquel hombre al venirse y escuchaba también los chupetones que mi
madre le daba en el rabo. El hombre dijo: “Pásame mi trago” y se
tranquilizaron.
No fui al baño esa noche y me oriné en el sillón. Desde
entonces me meo en la cama. Por un tiempo creí que era gay porque no sentía
deseos por mi madre, ideas que me han dado los putos libros que he leído, pero
luego me di cuenta que algunas amigas cercanas de mi madre estaban bastante
apetecibles e incluso algunas tías políticas y también las madres de algunos
amigos me gustaban. Pero ella no; mi
madre más bien siempre me ha decepcionado.
FRUTOS CAÍDOS
He conocido ancianos que llevan una vida sexual mucho más
intensa que muchos hombres en pleno apogeo de su sexualidad. Como don Cipriano
que casi tiene ochenta años pero que parece como de cien y se carga una
inspiradora fama de putañero y cogelón. Supe que hace unos años cuando ya
estaba en los setentas embarazó a una jovencita de apenas veinte, escapando de
toda responsabilidad de la ranchería de donde es originario el canijo viejo.
Decía que no se le paraba como antes pero que aún escupía abundante leche, ya
medio amarillenta. Por lo menos una vez al mes juntaba dinero y se iba de putas
a la ciudad. Una vez al mes, asombroso. Porque no muchos drogadictos en sus
cuarentas se pueden dar esos lujos, nomás piensan en chupar foco, no panochas.
Y es que a don Cipriano el sexo lo mantiene con ánimos de seguir viviendo.
Tengo entendido que su esposa, una mujer también súper anciana ni siquiera le
dice nada a su calenturiento marido por irse con las putas pues ella es
viejísima, fea, pobre y arrugada, entiende que ya no desate la pasión de su
marido y tolera que se gaste sus centavos en las puchachas. Algo que le molesta
mucho a don Cipriano es que las mujeres de ahora se rasuren las axilas. Dice
que con los pelos del sobaco se entretenía mientras se las cogía. Lamentaba
también que los pelos vaginales no fueran tan largos como le gustarían. En su
haber también ha penetrado a animales domésticos de dos y cuatro patas: chivas,
vacas, borregas y gallinas. Creo que don Cipriano ha muerto, no se sabe ya nada
de su paradero.
Hay varias ancianas que me gustaría coger pero creo que me
debería pagar porque no satisfacen mis expectativas de una mujer madura
precisamente porque hace mucho que se pasaron de tueste. Las gringas viejas
bien pudieran ser un gran negocio porque ellas están muy conscientes de que
todo lo bueno en la vida tiene un precio. Que su placer depende del dolor del
hombre que las seduce. Su piel es frágil y apestan a talcos. La boca apenas y
se les nota, las tetas que antes estuvieron en todo lo alto ahora están
derrumbadas y campaneando, llenas de estrías y várices que son marcas de
guerra. Una de sus partes más saludables sin duda es su trasero que si no están
muy grandes o demasiado peludos, supongo que han de ser la sensación si se les
pone de a perrito y con las luces apagadas. Y con audífonos escuchando heavy
metal de los ochentas chochentas. Las gringas tienen demasiada actividad sexual
por lo que es de esperarse que tengan la vaginocha como tamal de pollo del día
anterior. Pero es bueno pues tienen así
la opción de chupármela sin dentadura o de ser sodomizadas por mí llevando
puesto un coqueto condón sabor a plátano que venden en USA. Que se los traigan
pues yo no tengo pasaporte (y ni quiero).
EL SON DE LOS AGUACATES
Uno de mis primos con muy poca luz alguna vez me advirtió:
“cuando te la chupen no dejes que te soplen en la punta de la verga porque
luego se te inflan los huevos y te van a quedar muy adoloridos.” Mismo primo
que me dijo que si alguien me pateaba los huevos tenía que masturbarme de
inmediato para sacar los mecates malos, los mecos revueltos, los mecánicos
muertos. Siempre que a mi primo se le paraba la longaniza iba muy sonriente a
mostrársela a todo aquel que estuviera en su casa, se sacaba su verga negra,
prieta, peluda y cabezona. En aquellos tiempos no había visto tantas vergas ni
mucho menos huevos, ellos siempre han sido mucho más discretos. Los huevos ya
no son mucho motivo de orgullo. Si bien yo tengo un pene mediocre, herencia de
mi padre, gozo de un enorme par de huevos. A veces hacen ver insignificante a
mi tiliche. La única anormalidad que tienen mis huevos es que producen
demasiado semen. Mucho se me ha criticado mi hábito de la masturbación pero en
realidad yo no tengo la culpa de producir tanto néctar del amor. Cuando creía
que era pecado jalármela no lo hacía en dos semanas y mis huevos de parecer
limones persas parecían toronjas. Ahora creo que si está el escroto lleno de
material radiactivo debe salir cuanto antes. Tener demasiado de algo es
perjudicial para la salud. Para evitar el cáncer de próstata lo mejor es llegar
a la vejez bien descremado. Los panteones están llenos de tragones y de hombres
que no se masturbaban muy frecuentemente, supongo.
Odio mi nombre, Rigoberto Mares. Lo he querido cambiar pero
es un verdadero problema. Me gustaría llamarme Masturberto, algo más único.
Pero precisamente porque es una bronca cambiar de nombre, me produce una grande
pereza hasta las cosas que verdaderamente me competen. Me cobran caro porque
cambiarme el nombre les parece una idea estúpida. Tengo la facultada de
imaginarme a cualquier persona chupándome el pito. Ustedes digan nombres de
famosos y mi mente se prepara recreando la escena y con lujo de detalles. Yo
sentado en un sillón, calzones abajo pero sin quitármelos del todo. Mi pene
punzando con todas las ganas del mundo en ser chupado. Recuerden: no es grande
pero es funcional. Se acerca sonriente una cantante enorme, vieja, de cabello
rubio cortito, grandísimas tetas y panza y de un manotazo se arranca el vestido
azul de lentejuelas y se desabrocha el sostén copa 500 D y lo tira a mi cara y
yo permanezco inmóvil. El brassier está húmedo y tiene un ligero sabor salado.
Con sus chichotas atrapa mi pobre pene y hace movimientos de abajo arriba, una
rusa; con lo que detesto a los rusos. Ella supone que es algo que estoy
disfrutando, la dejo ser. Toma mi pene como si fuera un micrófono pero no se
decide a cantar. Lo quiere un poco más grande y lo frota de arriba para abajo
con mi prepucio como si fuera el pellejito de la pieza de pollo de un caldo,
entre asco y pena. Según ella me la chupa pero lo hace como si fuera una papa
caliente y la verdad eso no es amar la verga. Debe ser la chupada como si fuera
una paletita, como si fuera un bon-ice de chamoy. Suena mi teléfono y es otro
cantante maduro, carismático y muy romántico. Ha compuesto mil canciones y dice
que le urge chuparme el pito. Le digo que ahora mismo puede hacerlo y me
cuelga. El teléfono.
La cantante sigue haciendo gestos con mi humilde verga
raspándole el paladar y le digo que ya ni se moleste. Alguien toca la puerta y
le doy la orden de que pase y es el cantante. Viene vestido de blanco y es más
gordo en persona de lo que se ve en televisión. Se desabotona la camisa y no ha
dejado de verme a los ojos con su mirada lujuriosa puñalesca y ya sin camisa y
con menos chichis que la anciana se arrodilla como si fuera un dios fálico.
Hubiera preferido que se dejara la ropa puesta pero me pongo en pie y ese
hombre que me agarra la trompeta y se pone a chupármela con verdadera devoción.
Hasta cerraba los ojos. Y tocaba mi pene con sus dedos largos y delicados.
Tenía manos de mujer, en cambio la gorda vieja parecía luchador de sumo y drag
queen. Este es hombre y sabe muy bien lo que un hombre quiere. La cantante
gorda y ruda se queda viendo como para aprender a hacer algo bueno en la vida.
Se pone sus zapatos y su vestido azul y se va viendo las chupadas que me están
dando. Pienso decirle al artista del mameluco que no se vaya en por lo menos
dos horas.
SANDWICH DE JAMON
En la calle por algo de droga se pueden cumplir tus
fantasías. Yo no consumo cristal pero
la he comprado para obtener sexo. Cada que viene de California mi compa Mimoso
nos vamos por ahí en busca de aventuras. La Bruja es una mujer de aparentes
cuarenta años pero en realidad no tiene ni treinta. Siempre anda pidiendo diez
pesos en la calle, no acepta ni pide de menos. Yo sabía que era bien adicta al
crico. Aquella vez que la vi caminando traía sus ojos bien saltones molestando
a los peatones y al pedirme le dije que le podía dar esos diez lucas y
probablemente más. “Si quieren a mis hijas para hacer videos porno no se va a
hacer porque ellas viven con su padre y si sabe lo que quieren hacerles los
mata, pendejos.” Mientras nos decía esto ella miraba para todos lados. No
queremos a tus putas hijas sino a ti, bizcocho –dijo el Mimoso mientras le
acariciaba una nalga- se hizo el trato y nos fuimos la Bruja, el Mimoso y yo en
su picap a un estacionamiento de unos amigos de él que nos dejaron meternos sin
pagar. Bajamos dos pisos a un lugar muy oscuro y húmedo donde varias tuberías
goteaban las aguas puercas del edificio. Apaga el picap el Mimoso y le dice a
la Bruja: “Ve chupándole la verga al Masturberto, le gusta más que coger, pero
háganlo abajo. No quiero que me vayan a llenar de mocos el carro de mi
trabajo.” Nos bajamos la Bruja y yo y que me recargo en el cofre, me desabrocho
el pantalón y la Bruja ya sabía a lo que venía. Me recuesto en el cofre viendo
el techo y veo que el Mimoso ya nos estaba grabando con su teléfono. Como no se
veía casi nada prendió las luces del picap y la Bruja en cuclillas mamando
fierro y tocándose el chocho. Mimoso se trajo los tapetes de la camioneta y los
puso en el suelo sin dejar de grabar. Me acuesto y ella se me sube de caballito
metiéndose toda mi polla hasta que le sentí los ovarios. No era muy placentero
pero así seguía todo hasta que la Bruja dijo: “Ábreme las nalgas para que tu
amigo me la meta por el culo”. El Mimoso con una mano en la cámara y la otra
frotándose el tiliche se puso de rodillas atrás de la Bruja. Se me hizo raro
porque estaba el Mimoso muy cerca de mí y ambos casi encuerados y con su pene
bien erecto. Me sentí un tanto incómodo. Como que en su calentura bien me podía
coger de paso que soy su amigo y no sólo a la jodida Bruja. Le dije al Mimoso que entrara de una puta
vez al fundillo de la Bruja pero lo que hizo el hijo de la chingada fue
levantarse y ponerse frente a la Bruja que estaba encima de mí y que le pide
que le chupe el fierro y se lo deje bien babeado, babas que de alguna forma me
salpicaban y me tenía que mover a un lado además de verle sus huevos peludos,
peritoneo y ano. Una vez que se la estuvo mamando la Bruja vuelve detrás de
ella y que la penetra por el mil arrugas hasta adentro que la pobre tuvo que
gritar. Fue algo muy raro porque sentía la verga del Mimoso frotándose contra
la mía, pues sólo una capa de piel nos separaba. El Mimoso dejaba de grabar y
entonces la Bruja nos dijo: “Ya vénganse hijos de su re puta madre, ya me arde
bien cabrón, me van a destrozar.” Primero fue el Mimoso. Sus mecánicos cayeron
en el trasero de la Bruja y mi entrepierna. La Bruja con todo el cabello alborotado,
con el maquillaje todo escurrido por la cara me decía: “Ahora faltas tú putito,
ya vente papi, vente mi rey. Entonces la pongo boca arriba, me aprieto la punta
del pene, levanto sus piernas y me las pongo en los hombros y que se la meta
hasta dentro hasta estallar adentro de ella que gritaba de placer y dolor
suplicándome que ya acabara mientras yo le tapaba la boca con una mano llena de
mugre. Me subo el calzón y el pantalón sin abrocharme y me trepo al picap a
prenderme un cigarro. La Bruja busca sus calzones y el Mimoso ve la escena que
acabamos de hacer. Dice que la subirá al internet y le pondrá por título:
“Sandwich de Jamón”. Le doy a la Bruja sus globos de crico y nos vamos con ella
sin calzones hasta donde la levantamos. Nos despedimos de ella y el Mimoso y yo
nos perdemos de su vista por la avenida principal. Estoy sacado de onda, no le
hablo. Mimoso prende el radio y saca un tabaco que se pone en el hocico pero no
se prende, quizás lo hará cuando me deje en mi choza.
RIMBAUD
Debo encontrar mi arte pues los artistas con como imanes
para el sexo. Algo artístico, aparte de mi literatura. Hallar. Ser escritor no
basta para ser respetado como artista pues en este puto país nadie lee, no hay
manera. Me he puesto a escribir a la vista de todos y nadie se ha detenido a
mirar lo que hago ni aunque sea un poco y mucho menos hacerme preguntas acerca
de mi poema, de mis delirios ensayísticos o preparando un mamotreto. No les
importa que yo pueda escribir acercándome a las bellas palabras de un Pablo
Neruda o de un Bukowski o bien un Rimbaud.
Envidio a los músicos incluso a los malditos raperos y
reguetoneros ya que siempre tienen de varias mujeres, saborean muchas vaginas y
se cargan distintas enfermedades sexualmente transmisibles, señal de que han
usado la verga como es debido. (Maldita sea, me estoy auto albureando) Pero
sobretodo los músicos guitarreros. Esos cabrones se cargan un pegue con las
mujeres que es muy difícil de superar, por muy chaparros, feos, negros, gordos,
imbéciles y pendejos que puedan ser. Sus notas musicales humedecen a las
perras. Lo malo de estos tipos está en que los artistas se deben a su público y
una aventura con uno de ellos, por muy mediocre que sea su desempeño sexual, es
algo que debe saber todo el mundo, algo que si no se hace público no tiene
sentido. Cuando charlan entre ellas, las mujeres se muestran orgullosas de
decir cuántos artistas les han metido el pito. Pero cogerse a un puto
escritor no es motivo de presumir. A
menos que seas García Márquez o el Octavio Paz. Los escritores pueden crear
noticias pero ellos no son nunca parte de las noticias salvo cuando se mueren o
cuando se descubre que eran pederastas. Los únicos escritores que son tomados
en cuenta son los literatos burócratas para lectores burócratas. Desde que me
he decidido a escribir vengo con la convicción de no pasar desapercibido. Soy
capaz de chupársela a todos los miembros de las mafias artísticas para que
crean en mi proyecto y así poder ser feliz con gente bonita, abierta, sensible
e inteligente. No soporto a la gente estúpida y vulgar y odio a los
analfabetos. Por muy bueno que pudiera estar un culo, si no tiene libros en su
casa yo no me lo cojo. Antes sí lo haría pero desde que soy un agente de la
cultura no puedo ni debo hacerlo. No soy artista pero quisiera tener un millón
de amigos culturales para así más fuerte poder culear.
YOLI
A ciencia cierta no he logrado entender por qué razón las
Yolandas suelen ser tan promiscuas. Es un nombre de bonito, pero si alguien le
pone ese nombre a una de sus hijas la va a orillar a hacerla adicta al sexo. A
mí lo que me excita es que la persona que me voy a coger dude de meterse
conmigo o de plano que se nieguen. Soy un cazador, me gusta batallar, me
encanta encontrar las cosas un tanto difíciles e imposibles. Me gusta que las
mujeres sean indiferentes pero no al extremo que no muestren ningún
interés. Soy un hombre feo por dentro y
por fuera pero mi mundo está ahí afuera, a donde apunta mi verga parada. Por lo
tanto a la mujer debería importarle un poco más su vida interior pero cuando ni
interior ni exterior están satisfechos las mujeres se vuelven Yolandas y les
encanta darse a conocer como lo putotas que son porque se meten con muchos
hombres. Tal es el caso de una ex compañera de trabajo, Yolanda. Madre soltera
y casi de mi edad, si acaso me llevaba unos cuatro años, gordita de
descendencia francesa, piel blanca, nariz grande pero bonita, boca carnosa y
ojos pequeños, cabello largo, lacio y negro natural que caía a media espalda.
Como que era gorda por sus embarazos no de hechura ya que sus manos blancas,
bellas y frágiles eran delgadas así como sus muñecas y brazos un poco más
gruesos en la parte de arriba pues tenía un cuello lindo y una espalda grande
pero no desproporcionada. Soy algo exigente con mis perras. Si le tuviera que
dar una calificación le daría un 7.5, casi el 8. Yolanda era una mujer que si
hablara menos mientras se la atasco, la hubiera disfrutado mucho mejor. Una
cosa que me gustaba de ella es que no tenía un estilo definido de vestir, era
mutante. La vi con un vestido color vino y unas zapatillas del mismo tono así
como sus labios. El cabello recogido y estilizado en un salón de belleza,
aretes, collarcitos en su pecho claro con algunas pecas que se le veían
preciosas. Así la vimos salir del trabajo, iba a una graduación de la
secundaria de uno de sus tantos hijos. Luego venía con pantalón de mezclilla,
tenis converse y chamarra negra de piel con una camiseta de
los Ramones. Otras veces en ropa para hacer deporte, que nunca hacía. Y muchas
otras veces se iba fodonga de pena. Pero siempre que estábamos tomando café
ella me ponía las enormes nalgas en mi bulto. Sorbía su café lentamente
mientras me miraba a los ojos, calentándose a la vez. Un día que me pregunta si
ya no ando con la muchachita morena de limpieza. Pero yo no le contestaba, me
gustaba dejarla en suspenso. Lo que no me gustaba mucho de ella es que no sabía
ocultar su gran necesidad de verga. Luego de un tiempo de coquetearme sin
respuesta de mi parte me dijo que si yo era gay por qué no salía del closet. Su
lógica era: “si no me coge, es puto” y desde ese punto se comenzaron alejar los
deleites y llegaron las discordias, las cosas no placenteras entre Yolanda y
yo. Porque por experiencia digo, si uno accede a una mujer así al tenerla
adentro, la chistorra se les hace poca cosa o los veinte minutos de sexo, mi
record, les parezca nada que valga la pena. Mi trabajo de godinez era capturar datos, trabajo de mierda que no tiene ninguna
importancia, por lo tanto me podía hacer pendejo todo el día en la empresa de
costura donde trabajábamos juntos. Yolanda era del departamento administrativo,
por eso nos frecuentábamos. Un día nos quedaríamos algunas horas extras para
hacer un inventario aparte de nosotros estaban unos tipos ahí en la oficina. Me
pusieron a ayudarles a contabilizar las piezas de ropa que se producía en la
empresa. Yo ya me quería ir porque las horas extras las pagaban miserablemente.
Cuando estaba solo en la planta y la Yoli me vio en aquella zona que se va
corriendo y se echa en un montón de ropa
que no estaba contada, que se quita el pantalón y no traía calzones y allí le
vi muy bien su gato negro y peludo y que me dice: “ahora sí chiquitito, quiero
darte unos panochazos en el fierro y que me la eches adentro, mira mmm, pero
que rica me sabe” se tocaba la verija y se chupaba los dedos y se los volvía a
meter hasta adentro. Y me quería acercar el dedo a la cara para que se lo
chupara. La escena se me figuraba como si alguien quisiera atrapar un pulpo
inmóvil con un anzuelo. Y seguía metiéndose frenéticamente los dedos al panocho
mientras yo le extendí la mano para ayudarla a levantarse de allí,
Definitivamente a Yoli no le importaba no cobrar las horas extras. Me pude
acercar un poco su mano a mi nariz y le rugía a marisquería callejera, como a
mí me gusta. Pero el encanto ya se había perdido días atrás. Nos pusimos a
trabajar seriamente y de vez en cuando nos hablaban las otras personas para
pedirnos alguna información. Parte eso, que estaban allí esos pendejos, hizo
que no me calentara pero ya desde antes la Yoli no me estaba convenciendo, como
si hubiera algo implícito y poco claro que me alejaba de ella. Nos corrieron a
ambos del trabajo, supongo porque la estúpida de Yoli se quitó la ropa y se
tiró de culo sudado a la producción. Cosa que dijeron los otros godinez, seguramente pues no pudo haber
sido alguien más. A menos que por las cámaras del big brother nos hayan torcido
pretendiendo culear. Mucho tiempo después me puse en contacto con Yolanda,
ahora si en plan de cogérmela, pero resulta que ya estaba casada con un gringo
y que era muy feliz. Por pendejo la perdí. Fui demasiado duro con ella, ella
puso todo de su parte y se conformaba con un chisguete de semen que me resistí
a darle. A veces uno debe aprender a hacer excepciones porque oportunidades
como esas no surgen a diario.
QUESO
Me gusta mucho el queso, como de cualquier queso que tenga a
mi alcance. Fui vegetariano por diez años y el queso fue la base de mi dieta.
Era vegetariano por pobre, pues la carne es muy cara. Pero también lo hice por
salud. Odio el queso falso, esa mezcla de polvo, grasas, aguas y hormonas que
venden en los supermercados. Los quesos holandeses y el queso azul son mis
preferidos. Entre más azules y podridos estén su sabor es muy fuerte e
intoxicante y turbio; cuando mis tripas quedan embarradas de quesos no tienen
comparación. Hasta los eructos son disfrutables, los buenos pedos de queso. El
olor a queso me excita porque me recuerda el aroma a las mujeres que me he
atravesado como guerrero espartano. Yo produzco mis propios “quesos”. Si paso
tres días sin bañarme me sale un queso entre el prepucio y la cabeza del pene.
Es que no tengo la circuncisión, no soy
judako. El queso de pito es blanco y pegajoso, tiene un olor a requesón sin
refrigeración por 10 días y su olor es tan intenso que suele atraer a las
moscas. Atrás de las orejas tengo un hongo que cuando suda o se caga, no puedo
saberlo, me huele a queso tipo americano, ideal para sándwich. Entre los huevos
y por la zona del piel pequeña cerca de donde se nos hace remolino el pellejo
si me rasco un poco las uñas me huelen como a queso parmesano, riquísimo en el
spaguetti y otras pastas. Delicias que ya no como pues en la calle las únicas
pastas que conocemos son los fideos de las sopas maruchan, que huelen y saben a fracaso.
COMER, COGER Y DORMIR
A veces quisiera saber la razón por la que no soy un buen
hombre de una sola mujer, de quedarme con una para luego formar una familia. Es
lo que todo mundo hace. Pero mi realidad me supera por mucho. Las mujeres con
las que me quisiera quedar quieren más que nada dinero, fidelidad, que uno sea
responsable y cariñoso aunque no se lo merezcan. Por otro lado están las
mujeres que no son muy exigentes pero que viven en la calle o que he sabido que
se han metido con tantos que mejor las descarto. Me siento como un hombre de
las cavernas porque la voluntad de los dioses, las inclemencias del tiempo, las
peleas con idiotas son cosas que no estuvieran presentes en la soledad infinita
de mi cueva. De vez en cuando saldría a culearme a una muchacha y a su madre
siempre y cuando el marido no anduviera cerca. Comer, coger y dormir.
Posiblemente rayar mis paredes con gente cogiendo por todos lados: cogiendo
cazando y comiendo. Me pregunto si chupar pito es una costumbre antigua o
moderna. Antes se alcanzaba a chupar su propio pito el hombre?, estas y otras
dudas me agobian, mucho peor que la misteriosa desaparición de la cultura maya.
EL BUENO, LA MALA Y EL SUCIO
Casi todas las gringas son malas. Las buenas son bonitas
pero aburridas. La gringa es pionera en la invasión silenciosa de toda esa
gente fracasada en USA que es conocida como “White trash” o “trailor trash”. La
Karen vive en una traila destartalada
en un lote baldío cerca a la playa que se alquila con ese propósito. Rosarito
Baja California así como en San Miguel Allende en Guanajuato, son de los
primero pueblos mexicanos en contar con real basura blanca. Ya tenemos hasta
limosneros rubios, negros y mexigringos del vecino país que nunca obtuvieron su
legalización y lo retacharon para México. Luego de que cayeron las torres
gemelas (inside job) de Nueva York la migra se ha puesto muy culera y ha
deportado hasta a sus propios parias del otrora imperio gringo y ya de estos
lados hay unos hijos de su puta madre que nos tratan como si ellos estuvieran
en su pinche país. Yo me junto con Karen y el Crazy, un chilango bien cabrón
para los putazos y que se chinga a los gringos y prácticamente a cualquiera que
se le ponga enfrente en un tiro derecho. Lo ven flaco y hablador pero estuvo en
la marina y sabe pelear. Yo nunca lo he visto madrearse a nadie pero lo que es
cierto es que nadie se mete con el Crazy ni con la Karen. La muy pendeja no
sabe pronunciar mi nombre y a veces atina a decirme Berto. Ya casi no nos vemos
porque, creo yo, ellos necesitan tiempo como pareja y no me gusta hacerles
mosca. La verdad es que me gusta la Karen pero es mala y bien puta pues a todo
mundo se las da, excepto a mí. Como le entiendo al inglés a me habla muy
distinto que como le habla a su novio. No se la pido prestada al Crazy porque
temo que me rompa el hocico. Pero yo veo que a la Karen no le disgusto y quizás
por el ambiente en el que andamos, probablemente, quiera que nos la cojamos
entre el Crazy y yo o quizás quiere conmigo solamente. Karen me confunde, es
mala. Juega con mis penas y mis sentimientos que es lo único que tengo.
La primera película porno que produje fue por mera
casualidad. Karen nos había invitado a su casa y yo fuimos el Crazy y yo según
esto a probar unos dulces. Cuando llegamos al terreno de las trailas nos
salieron unos putos perros que el Crazy tuvo que patear y yo hacerle segunda a
pedradas poniéndoles una verguiza a esos canes del infierno. El ruido que
hicieron los animales heridos provocó que Karen saliera antes de que la
llamáramos. Los perros ya se habían
rendido pero el Crazy bien mariguano se puso a corretearlos para seguir
pateándolos; si ni eran tan bravos, pinches perros nomas estaban haciendo su
jale. Volteo a ver a Karen y fue cuando me pareció más bella que nunca la muy
puta. Tenía un tank top de algodón rosado, un short de mezclilla estilo
deshilachado y deslavado y unas chancletas de hule color blanco. Su cabello
natural en amarrado en dos coletas a cada lado tenía un tono amarillento como
meados de gato o bebida energética. Sus ojos verdes parecían lámparas de lava,
y su boca sin pintar dibujaba una amplia sonrisa de dientes amarillos casi como
sus cabellos y encías infectadas. No llevaba sostén y sus tetas muy grandes
para un cuerpecito menudo se movían como flanes de un lado a otro y que estaban
disparejas con su cintura cuadrilona y prácticamente sin caderas. Sus piernas
blancas y rosadas eran tan delgadas que parecían de niña una niña. Pero ha de
tener cerca de cuarenta años. Creo que es Karen del tipo de mujer que más me
gusta. Flacas, chichonas y de culos pequeños. Karen es un poema, un verdadero american pie. Me pasa a su traila y me
ofrece una cerveza, le digo abiertamente que me la quiero coger y ella se ríe.
Le confieso que me he masturbado muchas veces pensando en ella y le parece
halagador, como debe ser. Si uno no provoca deseo en ningún tipo de persona, lo
mejor es morir. Le digo a Karen que quiero darle por el culo pero ella sigue
buscando algo entre sus cosas, seguramente una pendejada. Regresa el Crazy todo
sudado y bien pendejo y le pide una cerveza a mi Karen. Ella dice tener algo
mucho mejor y de una bolita de papel aluminio saca una sustancia que de
inmediato comienza a picar con una hoja de afeitar. Cocaína no es, yo conozco
la coca, eso que venden como “caspa del diablo” en las calles. Karen me dice
que le traiga un soplete que está debajo de su cama y yo la obedezco de
inmediato aunque ponerme a trabajar cuando ando cachondo no es muy grato. El
Crazy toma la antena de conejo que estaba encima de la televisión y la azotan
en el piso aun conectada y luego toma la antena y la parte a la mitad quedando
de unos 15 centímetros. Karen picando el polvo que cada vez le queda más fino
me ordena, no me pide de buena manera las cosas, que le prenda el soplete y se
lo pase al Crazy y no tengo de otra que obedecerla. Crazy flamea la punta del
tubo al rojo vivo y la Karen comienza a hacer unas líneas de ese polvo y toma
el metal con una servilleta mojada en la boquilla y se comienzan a inhalar unos
lineazos de no mamen. Encima de un pedazo de espejo lentamente inhalaban línea
de droga tras otra. Y luego le pasaron el popote de metal al Crazy y fumaron
esa mierda hasta que se les cayeron las putas cabezas para atrás. Se parecían a
la chica del Exorcista y parecía que no tardarían en vomitar color verde. De
inmediato el Crazy inhala otras tres rayas al menos del tamaño de mi pene
erecto y se queda tirado en el piso con los brazos cruzados sobre su pecho y
mirando con los ojos bien pelones hacia el techo. La camisa con un solo botón
abrochado dejando al descubierto la caja torácica y huesuda del Crazy boy
chilaquil. Y también parecía un Cristo recién bajado de la cruz. Sus bocas echaban
humo como si fueran dragones vencidos y robados de un gran tesoro que cuidaban.
Asqueado por el olor me salgo a buscar un aroma más sensual y voy por más
mariguana a la tiendita pero recuerdo que no traía dinero. Me regreso a traila
y busco en la bolsa de Karen que parece dormida con los ojos abiertos y
llorosos pero no encuentro nada de dinero sino pinturas baratas, pastillas
anticonceptivas, cigarros, chicles, unas identificaciones que no le pertenecen
y una cámara fotográfica. Entonces me dan tanta pena estos drogos de mierda que
decido tomarles una foto y fue cuando me di cuenta que estaba grabando un video
pues la camarita tenía esa opción. Como poseída por mil demonios Karen se
levanta de un salto y encuera al Crazy que ni siquiera se ha movido, parece
muerto. Y La Karen comienza a chuparle los huevos y a frotarle la gran verga y
eso que ni siquiera la tenía paraguas. En eso que la Karen se pone a chuparle
el fierro y el pito del Crazy crece, crece y parece que nunca dejará de crecer.
La cara de Karen comienza a deformarse mientras hace la lucha de chupar aquel
enorme trozo de carne que parece trompa de elefante. Se lo mete hasta la
garganta se la deja unos segundo hasta que la Karen comienza a asfixiarse y se
la saca raspándole la campanilla de regreso y provocándole deseos de vomitar
acompañados de arcadas. Puto Crazy, es probable que ni se haya bañado en varios
días pues es bien sabido que no lo hace en semanas. Karen se quita la blusa y
ahora si sus enormes tetas se mueven de un lado a otro. Se desabrocha el short
y queda en puros calzones blancos que se hace a un lado y se introduce la gran
verga del Crazy apoyándose con una mano sobre una de las piernas peludas y
flacas y Karen se da de sentones con mucha fuerza contra la venuda del Crazy
motherfucker que le llegaba hasta el esternón de la Karen. La gringa apretaba
los dientes en cada vergazo y gritaba tan duro que de seguro escucharon sus
vecinos gringos trailor trash
motherfuckers bums living cheap in Mexico. Hago un acercamiento a los
genitales de mis amigos y en lo que estoy grabando que se puede ver en la
cámara noto las venas del pito y unos granos y verrugas por todos lados.
También veo los pelitos color café claro alrededor del culo de la Karen, nalgas
rojas y sudadas. La vagina de Karen no es tan flexible, se ve pequeña y
apretadita pero se le va hasta adentro y eso que el Crazy tiene un señor vergón,
vato vergudo. La cámara me avisa que
tiene poca energía y pronto se apaga. Yo mejor me largo a masturbarme a gusto
en mi casa pensando en la Karen. Aunque será difícil recordarla mientras vi que
el Crazy se la culeaba. Haré el esfuerzo –pensaba aquella vez-
NO SOY GAY
Estoy convencido de no ser homosexual desde la adolescencia
cuando tuve mis primeras dudas. Recuerdo que un sábado estaba solo en casa
viendo películas de Capulina y mi familia había ido a una fiesta que decidieron
no invitarme como castigo a alguna chingadera que dije o bien algo que hice y
ya no recuerdo más. Cuando ya mero
oscurecía llegaron mis amigos de la casa de enfrente. Eran el Moco y el Dardo
que querían cotorrear y hacía mucho calor y tan solo había agua y leche que
ofrecerles pero no quisieron. Dijeron que lucháramos dos y el que ganara
luchaba contra el otro. Entonces Dardo y Moco se pusieron a luchar en la alfombra
de la sala. Las reglas son sencillas en la lucha libre: no dar golpes. Sólo
emplear la fuerza para dominar y voltear al adversario o rendirlo. Estuvimos
luchando casi una hora y como hacía mucho calor estábamos más que sudados y
agotados. Dardo me parecía mejor luchador que el Moco que era más duro, difícil
y fuerte. No le pude ganar ni una vez en cambio el Moco no sabía luchar y se
cansaba muy pronto. La última vez que luchamos me mordió el brazo cuando le
aplicaba un candado a la cabeza y me tiré al suelo cayendo él primero. Creo que
le dolió mucho la caída y por eso me mordió. Luego el Dardo ya andaba muy
caliente, como que quería darse unos putazos porque me dio un trancazo en la
panza que de verdad y me sacó un pedo. Y al Moco le puso una arrastrada hasta
con dos patadas en las costillas que sonaron hueco, como si pateara un bote de
manteca vacío. Otra cosa que recuerdo muy bien es que cuando ya estaba
oscurecido Moco y Dardo seguían luchando pero ya casi encuerados. El Moco traía
puestas unas botas negras de plástico como las que usan los bomberos. Fue la
primera vez que le vi el ano a un niño. Ya me lo había visto a mí mismo con la
ayuda de un espejo y los diferentes anos de animales domésticos como anos de
gatos, perros, puercos, caballos y algunos ratones muertos. El Moco se abría
las nalgas de par en par y apretaba el vientre para que se le salieran los
pedos. Dardo no solamente era el más fuerte de los tres, era el que tenía más
pelitos en el pito. Sólo había visto un pito grande y era el de mi padre pero
no era tan grande como el de Dardo que era un muchacho. Me pidieron unos cubos
de hielo –sepa para qué chingados-y al regresar con ellos en un plato hondo veo
que estaban bailando uno detrás del otro una melodía que sólo tarareaba el
Dardo mientras tomaba de la cintura al Moco que me pedía que dejara los hielos
en la mesa y me uniera a ellos a su trenecito puto, que me quitara la ropa.
Aunque no era una idea del todo desagradable, no me quise unir a la mini orgia
porque mi familia no tardaba en llegar en cualquier momento. En aquel tiempo no
había teléfonos celulares y no podía investigar la hora de su regreso, que si
no, creo que otra cosa fuera. Desde muy chico supe que todo lo que me ocurría
era porque de alguna manera lo deseaba. Yo no buscaba ni a las muchachas pero
si Dardo o el Moco hubieran intentado hacerme jotear ignoro lo que habría
pasado. Lo que es un hecho es que yo no sentía deseos por los muchachos. Era
muy ingenuo, no creía en que alguien me quisiera coger. Pero cada vez que
masturbaba por mucho tiempo se venían a mi mente las imágenes del Moco y Dardo
bailando juntos que era como un combustible y así acabaría eyaculando en las
muñecas de mis hermanas.
NO ME GUSTA
No hay otra manera de saber si uno es gay que probando la
verga. El hecho de probar verga no vuelve gay sino experimental, curioso. No es
correcto decir que no nos gusta algo si no lo hemos probado. Decidido a saber
si era gay un día fui al oxxo a comprar unas botellas de vino dulce y ya en
casa que me empino los pomos y ya ebrio que me salgo a los congales del pueblo.
Trato de platicar con la gente pero al final no me animo. Cambio de bar y de ambiente, camino muchas
cuadras hasta la zona centro de Rosarito y nada. Todo está casi vacío. Habrá
uno que otro vago en las calles. Algunos son peligrosos, de esos que se sabe te
matan por 20 pesos. Después de varios minutos veo al Chico Basura, un indigente
que está envuelto en basuras de plástico. Le ofrezco un cigarro y me dice que
no fuma, que el cigarro da cáncer. Es cierto, sí. Pero le digo a rajatabla que
si me deja chuparle la riata un poco y no me contesta nada. El que calla
otorga, le bajo el pantalón y se asoma su triste verga hedionda a quesos y
yogurts. Que le agarro la base y así aguada y con ascos que me la llevo a la boca
como si fuera un hotdog del Seven Eleven o bien como si me metiera una sardina
que ni siquiera estaba refrigerada. Puto asco, como que acababa de orinar hace
rato porque me sabía a meados. Perfecto, es suficiente. No me gusta la verga.
Me fui escupiendo y casi vomitando. Después de pensarlo muy bien me pongo a
vomitar cual muchachita adolescente en su primera peda con tonayan y soda de
toronja. El Chico Basura estaba babeando y tenía puestos unos lentes de sol en
plena madrugada. Lo tomo de la mano y me lo llevo a la playa lentamente. Vamos
demasiado despacio porque el imbécil no se ha subido los pantalones. Es cuando
comienzo a pensar en haber desatado la ira de Dios, que en cualquier momento
destruirá el pueblo con lluvia de fuego empezando a hacer sufrir a los
maricones, declarados y experimentales, como yo. No es que sea puto, soy
cochino, desviado, flojo y aburrido. Ser gay está dentro de lo natural, dentro
de lo humano. La mayoría de la gente ya respeta eso, pero yo no soy gay.
Definitivamente yo no tengo ninguna necesidad de serlo. Pero la ira de Dios aun
no aparece, como si no le importáramos. Dios siempre nos ha dejado hacer y
deshacer.
DIOS S.A. DE C.V.
De niño nunca me hablaron de sexo. La adolescencia me
llegó demasiado tarde y aun hago todo lo
posible por mantenerla. Todavía no me masturbaba e hice mi primera comunión a
los diez años. Previa a la ceremonia de la primera vez de recibir el cuerpo de
Cristo el padre me confesó con preguntas raras como si ya me tocaba la verga,
el cara de papa, el tiliche y yo le respondí que sólo para ir al baño . La
confesión se hizo en el cuarto donde el cura se prepara para hacer la misa.
Luego el padre quería saber si yo decía mentiras, groserías si robaba o veía
cosas impuras. Le dije que a veces y me contestó que eso estaba muy mal. Dos
padrenuestros y diez avemarías de penitencia para ser más digno de recibir el
cuerpo del Señor. Y yo creyendo que me
darían una oblea insípida. Recuerdo bien que para mí todo eso no significaba
nada. Y de casa me mandaban todos los
domingos a la puta iglesia a escuchar los sermones del padre y las aventuras de
un Jesucristo, qué hueva me da todo eso desde entonces. Tiempo después el mismo
padre me preguntaba siempre que me confesaba que si me tocaba “ahí abajo” y
aunque era verdad, siempre le decía que no. “Hijo mío, dime tus pecados: cuando
fue la última vez que te confesaste?” no pasaba nada, uno aprende a mentir y a
decir cualquier cosa. Total, no nos puede ver ese cabrón! –solía decirme a mí
mismo- había veces que ni siquiera me lavaba las manos y me iba a la misa de
ocho de la mañana después de habérmela jalado como un mono con las costras de
semen seco aun pegado en las manos, semen nocturno desparramado en varias musas
de carne y hueso. Yo no tengo la culpa de producir tantísimo semen. No creo que
sea pecado producir tanto semen en las bolas. Pero se nos cría con el miedo y
una vez mi madre me descubrió jalándole el pescuello al ganso y no me dijo
hasta varios días después quizás pensando la manera en utilizar esa información
en mi contra, ya ven como es mi madre: siempre decepcionándome. Sobre aquella
vez que me vio le dije que me estaba rascando los huevos. Cuando tienes comezón
te rascas con las uñas no con toda la mano –dijo mi jefatura- y la cosa
trascendió hasta los oídos odiosos de mi madrina de bautizo. Ella, mi puta
madrina de bautizo, me dijo que la masturbación era pecado mortal pues en cada
eyaculación destruía la vida de muchos bebes en potencia. Vaya forma de llenarle la cabeza de mierda a
un muchacho. O sea que los espermas, según mi madrina, ya tienen alma. No somos
nada entonces. Considerarme pecador por ser un masturbador compulsivo es
injusto. Entonces comencé a odiar en secreto a mi religión. Porque celebraba
navidad, pascua, iba a misa, creía en Dios, en la virgencita, los ángeles, san
Pedro, san Juan, san Marcos, san Mateo, san Lucas, san Pablo, Santa Clos (que
es real, pendejos) Juan Diego y la infalibilidad del Papa. Todo esto era
demasiado como para que se acabaran a causa de mi afición a la puñeta. La
biblia, el alma, el paraíso, purgatorio y vida eterna, todo eso que era luz se
fue ensombreciendo con la masturbación.
O sea que es mucho peor que el tabaquismo o las caricaturas de Dragon Ball. Necesitaba un apoyo para
mis vicios y por eso mi acercamiento con los libros de todo tipo, desde
novelas, ensayo, revistas pornográficas, comics obscenos y eróticos. Otro gran
vicio era encerrarme en mi cuarto y ver a las putas degeneradas y drogadictas
de la televisión mexicana. Muy buenos fundillos. Programas de concursos, telenovelas,
conductoras de noticieros y en general gente del medio artístico y
farandulero-verdulero. Frente a mi televisión fueron derramadas grandes
cantidades de semen y muchos mecánicos cayeron en la pantalla y escurrieron
lentamente hasta el vacío. Cuando las putas de la televisión tenían
acercamientos a la cámara se podían ver las líneas de mis mecates bajando por
sus mejillas. En esos tiempos todo era bueno pues comenzaba a descubrir mi
potencial de puñetero del placer solitario y ya sin importarme una mierda la
influencia negativa de la religión y toda esa basura que guardaba por montones
en los recovecos de mi oscura conciencia.
SATAN S.R. de L.V.
No me considero satánico adorador del demonio sino un buen
satanista, respetuoso y cordial. Es muy simple mi satanismo: dios, como un ser
personal, judío, católico, islámico, para mi forma de pensar y ver las cosas,
no existe. Si me ocupo de un dios es sólo para burlarme de quienes tienen una
gran necesidad de creer en lo sobrenatural, para cogerme a alguna devota que
quiera sentir adentro mi pene bailarín y que se decida a hacer algo así como
sexo mágico, puedo entrarle a jugar roles místico-religiosos de sadismo, ya que
tengo entendido que los cristianos ven con buenos ojos el sufrimiento, no sólo
el propio sufrimiento, también el ajeno porque gracias a sufrir mucho en esta
vida se puede alcanzar el cielo. Como yo no creo en dioses ni en demonios, en
cielos ni infiernos, necesitaba algo que me consolara de ser humano, cristiano
y hasta de ser mexicano. Y fue en la doctrina del satanismo que yo me sentí más
a gusto que con ninguna otra creencia. Porque el satánico es sincero con sus
preferencias, disfruta y respeta su existencia y enseña que lo que algunos
consideran malo, negativo o animalesco puede ser algo bueno que brinde dicha,
alegría y placeres sublimes que deberíamos aprovechar siendo permisivos e
indulgentes porque la muerte es esa gran cesación de los sentidos. Yo creo en
el paraíso terrenal y quienes somos honestos con lo que sentimos sabemos que no
nos espera cielo, ni infierno y ni siquiera tendremos una cita con nuestros
recuerdos. Mejor aquí todos nos compartimos a las mujeres, nos pegamos los chancros
y enfermedades venéreas, fluye el vino y encima navegan las drogas. Y esto es
bueno porque nos mantiene sonriendo entre nosotros, los locos, los que no somos
nadie y a la vez somos todo en intimidad. La gente normal sólo recibe nuestro
desprecio o de plano nuestra indiferencia. En la oscuridad solamente se sienten cuerpos,
jamás vemos caras, ni sufrimientos no gozosos de almas en pena. Esa gente se
junta en la luz y se ven como basura. Porque en verdad lo son.
NOS IMPORTA DEMASIADO
Suponiendo que logro que ella deja que se la meta. Ella, esa
misma. La de ojitos dormilones. Después de besarnos y de yo agarrarle las
chichis y meterle mano a la entrepierna, que consiga encuerarla, y yo sacármela
y apuntársela en la entrada de su cueva vaginal, darle unos golpecitos antes
como tocando la puerta. Y se la meto hasta adentro, y ella parece disfrutarlo y
se mueve torpemente mientras trata de atraparme por el pito con sus paredes
vaginales provocándome un enorme placer; ejercicios kegel, olores, sensaciones.
Y yo deseo terminar adentro. No tengo el hule puesto. Dijo ella que no había
que preocuparse. Los niños y todo eso.
Ahí viene. Unos segundos antes siento el torrente venir y regarle los ovarios
varias veces. ¿Y todo para qué? No le veo el chiste, no veo la razón para
hacerlo. Para mí no es placentero, es trágico, me siento triste de regarle sus
ovarios. Y si no soy yo el que le riegue los ovarios serán otros. Ellas felices
con nuestro semen en su interior. Luego lo desechan en el retrete o en la ducha
que se va por la coladera. Nos importa demasiado. ¿Y todo para qué? Muchos de ustedes creen que
nosotros los vagos sólo nos importa el sexo, la droga y meter la cabeza al
basurero pero nos importa y demasiado la situación social tanto como a ustedes
y a veces de una mejor manera pues nosotros estamos aquí afuera en la
marginalidad total. Yo, varios amigos, enemigos y gente loca y callejera
estamos tan escamados como cualquiera con una casa, techo, luz eléctrica y
pavimento. A nosotros también nos entran balas hijos de su puta madre. También
hay mucho vago que amanece ejecutado, decapitado, deshecho en tambos de ácido y
gente inocente que tuvo la mala suerte de estar cerca de una balacera. Aquí
afuera realmente nunca hemos podido llevar una vida digna. Hay mucha vileza
entre quienes vivimos en la calle. Es la marca que llevamos todos. Conocí a don Mex, un ruco de 67 años
diabético y casi ciego. Con su único pie hinchado y también a punto de que se
lo cortaran y que pedía limosna afuera de la panadería. Hace un mes lo
encontraron estrangulado con un cable y le dieron una verguiza con palos y
cosas pesadas. Ni siquiera se llevaron sus moneditas y algunos billetes de 20.
No usaba joyas ni algo de valor por lo que hubieran decidido asaltarlo. Los taqueros
dicen que momentos antes don Mex les estaba pidiendo dinero a unos clientes y
que estos no solo le dieron el dinero sino que también le invitaron a comer.
Don Mex solamente comía pan con leche y a veces ni eso. Los taqueros cerraron y
los del SEMEFO se llevaron el cuerpo.
El asesinato de don Mex me hace pensar que los de la mafia
ponen a prueba a su gente de una manera que practiquen la crueldad y la
brutalidad en personas inocentes para que al momento de que tengan que hacer
una ejecución no les tiemble la mano y estén experimentados en matar. Y creo
esto porque de verdad don Mex nunca le hablaba a nadie, o sea, no creo que los
haya insultado si dicen que hasta le dieron de comer. Lo que pasa es que ya
llegamos al máximo nivel de corrupción. Y esa mierda es lo único que realmente
funciona en México. Nunca sabremos quién
y porqué mataron a don Mex, además a nadie le importa. La violencia no tiene
pronta solución. O la paz nos importa demasiado. Escucho en el radio una campaña del sector
empresarial que dice “La corrupción somos todos” pero con tanta insistencia que
he comenzado a creérmelo. “Yo corrompo,
él corrompe, nosotros corrompemos, vosotros corrompéis”; he aprendido a
identificar a quienes están mal y quienes van peor contribuyendo a que esta mierda
de mundo nos atrape a todos. Y los responsables de todo esto realmente no somos
nosotros los descastados, los drogadictos, los obsesos sexuales obesos sino
ustedes malditos cerdos burgueses y su libre empresa! no? Este progreso nos está acabando. Nos
estamos cargando el planeta! Ustedes sólo piensan en dinero. Antes no había
muchas fábricas y ahora que hay demasiadas nunca había existido tantísimo
desempleo. Esto pasa porque si bien hay
mucho trabajo, este es mucho y mal pagado. Y este sistema neoliberal funciona
por el desempleo con tal de no aumentarle más que migajas al salario mínimo.
Pura maldita injusticia. No se necesita ser muy inteligente pasa saber quiénes
originaron todo esta decadencia: los judakas. Si algo sale muy mal actualmente,
hasta para todo aquello que es aparentemente inevitable, es gracias a los
judakas. El judeocristianismo ha llevado
su mentira al límite. Ellos dicen que la familia debe desaparecer. Yo pienso
que ellos, los judakas, y toda forma de gobierno deberían desaparecer. Y yo también, malditos hijos de perro. Soy un
hijo de puta.
Si hay demasiados ratones alrededor de este queso podrido es
porque hay mucho de donde cortar: gente rica, hijos guapos, teléfonos
celulares, computadoras, chamarras, gafas, camionetas todo terreno, oro y
plata, piedras preciosas, obras de arte, vinos, copas y manteles, mucho dinero.
Luego están los clase mediocres que si bien no tienen artículos de lujo porque
todo en ellos es pirata, si tienen trabajo, van a la fonda a tragarse un
pozole, se ponen borrachos, mujeres bellas e idiotas son las que se culean
mejor. Y nosotros, seguimos nosotros hijos de sus putas madres, los que estamos
afuera, los que estamos al final de la cadena alimenticia, a nosotros a quienes
ni el puto gobierno nos da un bolillo pero que comemos de la basura, de lo que
olvidan, que nos cubrimos el frio con la ropa que ustedes dejan, que nos
caemos de tristeza y abyección, ustedes,
HIJOS de PERRO, nos importan demasiado. No queremos que les roben, ni los
secuestren, ni los violen, ni los maten. No queremos que nos culpen, no
queremos que les vaya mal. De verdad.
No organicen una marcha en nuestra contra, mátennos mejor.
Al tercer día de haber escrito lo anterior en mi libreta de
este relato me entero que al taquero que había rumorado sobre don Mex lo
balacearon en su taquería con una mujer que cobraba mientras el otro preparaba
la comida. También hirieron a varios clientes. Tuvieron la mala suerte de estar
comiendo cuando los sicarios arribaron.
EL SECRETO
He estado yendo a leer un libro que se llama El Secreto. Muy bueno, fascinante diría
yo, me gustan los buenos libros que me ofrezcan algún tipo de esperanza y no
aquellos que me hagan pensar que nada en la vida vale la pena. Aunque a juzgar
por la realidad, los libros pesimistas siempre tienen la razón. Pero este puto libro del Secreto se trata de un “descubrimiento” de que el cerebro es un
campo magnético que atrae los buenos deseos, lo que es correcto, gozoso, noble,
deseable, bello y sublime pero también uno que descubre el secreto de secretos,
se tiene la facultad de atraer pensamientos malévolos, negativos, viles e
idiotas. O sea te pueden hacer un burgués. El estado opresor es un macho
opresor. Que uno es lo que piensa (el
poder al pueblo, chinguen a su puta madre los ricos, los burgueses, los
capitalistas; a la verga todos. Que se están chingando el mundo, maldita puta
sea!) Que la boca habla de lo que está
lleno el corazón. Y que A Dios
rogando y con el marro dando. Y la clásica: No se puede tener dos amos porque se amaría y obedecerías a uno y
aborrecerías al otro. Entonces uno siempre debe mentalizar lo bueno
y que por obra de magia o del espíritu santo, uno hará realidad lo que se
piense. Todos estos lugares comunes de la cultura egipcia que ahora están en
boga no son señal sino de que el cristianismo está infestado de ocultismo. Y
eso me da risa y pena antropológica porque toda la gente anda en esa mierda,
ese rollo mesiánico judako de no mamar. Me da risa loca y pena por toda la
gente hasta que me piden que guarde silencio en la biblioteca donde vengo a
leer este y otros libros y donde el único requisito que nos pide a los pocos
locos que caemos a leer es que guardemos silencio, que no abramos el puto
hocico muy recio pues. Y yo obedezco porque aquí me robo varios libros y no
quiero perder el libre acceso a la biblioteca pública del pueblo y para el
pueblo y que por cierto casi nadie la visita. Además en la biblioteca hay
internet gratis; ya se la saben: checar el facebook. Hubo un tiempo en que sólo
iba a la biblioteca municipal para ver a las morritas de la secundaria ya más
calientes que una plancha, más putitas que una gallina, que seguido van a hacer
sus tareas. Yo con nomas mirar sus zapatitos escolares, sus tobimedias blancas
con moñitos, falda a cuadros y blusas blancas, con sus piernas gorditas o con
las chichitas apenas asomándose, bien felices ellas siempre bromeando que a
veces no me permitían concentrarme en las lecturas pero no me importaba,
retomaba siempre. Nunca las veía a los
ojos. No me quiero enamorar de una cara, me lo tengo prohibido, pero puede
enamorarme de unas nalgas. Si tan solo se les levantara un poco esa falda. En
el patio de la biblioteca hay un bello jardín. A veces las damiselas se ponen a
leer en una banca o tiradas de panza en el pasto. Alguna vez quise sacarle
plática a una que en cuanto me vio cerró su libro de Herman Hesse y se fue
apresurando el paso como si yo ya fuera con la verga de fuera. Bellezas olvidables de todos modos. Soy un
vago y antes creía que vestía mal. Las mujeres son muy fijadas en la ropa de
uno. Algunas mujeres se me quedan viendo en la calle como si quisieran que me
las clave pero al ver que cultivo el desaliño como que se echan pa’ tras. Tengo
mi ropa de chicharronero regularmente pero cuando quiero que me la chupen me
visto mucho mejor con algunos trapos que tengo guardados según la ocasión. Mi
pantalón de mezclilla azul y mis tenis converse
negro y blanco me hacen lucir atractivo. Y siempre ando con gafas oscuras para
mentalizar bien los cuerpos de las jainas con las que me las he de jalar a
diario. Me fascina estar afuera de las neverías y ver a las mujeres comer nieve
como abren la bocota y van reduciendo el helado. Me imagino los chupetones que
le han de dar al cara de papa. Sobretodo las gordas. Y luego se pasan la lengua
alrededor de la boca. Igual le hacen con mi leche –en mi mente- no me pierdo la
oportunidad de ver a una chica comiendo plátanos de varios tamaños.
Precisamente porque mi pene es como un plátano mediano. No grande ni muy
grueso, pero funcional y generoso, mi pito, mi fierro. Leía una página del
secreto y me brincaba diez y así hasta que me pongo a analizar y caer en cuenta
que este es un maldito libro burgués y fraudulento, porque de ser un poco apegado
a la verdad, si uno tuviera realmente todo lo que en lo más profundo de su
consciencia anhelara, y con solo quererlo, yo ya tendría la verga más fenomenal
del mundo, la más peluda, la más grande, la más cabezona y apestosa. Y nada que ver, todo lo contrario. Nunca he
mentalizado tener un pene pequeño o mediocre y hay veces que debo reconocer que
mi pene es tan insignificante que a veces me da miedo que se me meta a mis
entrañas y embarazarme yo mismo o que con el tiempo mi puto pizarrín de mierda
funcione ya lo más parecido a un clítoris y que nomás a sobadas y lengüetazos
obtengo yo mi propio placer. La ley de la atracción, la mamada del Secreto, no funciona en ateos como yo. Lo
que me estorba es la mente, no me sirve para nada; mierda.
MI GUSTO ES (Y quien
me lo quitará…)
Ni la edad, color de piel o la cantidad de grasa acumulada
son factores de peso cuando me gusta una mujer. Pero si puedo escoger me quedo
siempre con las delgadas. Son mis preferidas, flacas y pequeñas. La edad no
importa porque pueden tener cuarenta o cincuenta años y todavía soltar mucho jugo de la panocha. Me
encantan las enanas de caras sonrientes porque al mismo tiempo he visto muchas
enanas bien culeras. Nunca he tenido sexo con enanas. Es que tienen culo y
tetas del tamaño normal de una mujer sólo que sus piernas y brazos son muy
chiquitos. Y es raro porque te estarías cogiendo a una mujer que puede ser más
bajita que una niña, acá medio pedófilo el pedo y pues mal pedo. Por eso las enanitas que a mí me gustan deben
estar bastante peludas, se entiende. Me
gustaría mucho juntar bastante dinero para irme con una puta enana y atascarle
el cara de papa hasta el fondo. Y que
sea muy cochina de la mente. Se entiende, se entiende: las enanas son sucias
por su cercanía al suelo. Las flacas bonitas deben ser un poco más accesibles.
Necesitan comer más y sentirse un poco menos. Todos tenemos derecho a una novia
bonita. Si no viven en Nueva York, ni en Madrid. Viven en el tercer mundo así
que no se pasen de pendejas con nosotros los feos de buenos sentimientos
puñeteros. Las putas gordas que se hacen
del rogar me desesperan. No mamen, les hago un favor. Bueno, mamen. Si a veces
pesan mucho más que yo y los rituales alrededor del sexo con una pinche gorda
siempre son más costosos. Empezando por la cena, nos vamos a acostar con
alguien que come mucho más que nosotros. Comprarles ropa que les guste y les
quede, no es para nada sencillo. Es fácil levantarme yo mismo del suelo jalando
mis propias agujetas. Un día de estos no vamos a trabajar. La clase proletaria
tomará el poder mundial. Ya no habrá pobres.
Ni pinches gordas mojadas que se caldean con que les ponga la cabeza del
pito en las verijas. A una gorda no es necesario dedearla usando tres dedos en
la panocha y uno en el culo, de a bola de boliche, pero no: la quieren adentro
y cuanto antes mejor. Excepto si tienen miedo. Teme al fascista, gorda. Yo
sostengo la teoría de que el pene no tiene el tamaño definido. Alguna vez me
tomé un medicamento para la disfunción eréctil que aún no necesitaba pero lo
hice para ir probando un poco mi futuro.
Mi pito es como el de un actor porno promedio. Tan dura y erguida que al
maniobrarla y soltarla sentía su golpeteo punzante en mi vientre pero la
maldita gorda debe moverse para mantener y/o acrecentar el tamaño de la verga
que va a recibir. Las gordas sólo se echan bocarriba o se ponen de a perrito y
no siempre se ensartan con sus propios movimientos, como debe ser. El sexo es
tomar y dar y la puta gorda sólo quiere que le den. Yo experimento mucho en
estos principios básicos. La higiene en una gorda nunca está de más porque hay
que limpiarse bien después de ir al baño. Las axilas bien rasuradas pues nada
hay mejor que el sobaco de una gorda depilada pero que se sientan levemente los
pelitos. Las gordas se mojan hasta viendo una telenovela o con un buen libro y
no es raro que tengan hongos en la vaginocha. Se tienen que secar bien la zona
aunque sea con una secadora para el cabello. Preferible que esté un poco seca a
que tenga sabor a orines. Me gusta que la gorda tome pastillas anticonceptivas
para que cuando me vengo adentro me pongo a verle la panocha cuando le sale el
néctar del amor a borbotones. Eso es bello, eso es poesía, ese líquido que se
va haciendo transparente mientras reposa en las sabanas, juntarlo y usarlo de
lubricante para la segunda venida del señor. Gordas.
TEN CUIDADO CON EL CORAZÓN, CON LAS ALAS Y CON TODO LO DEMÁS
El pueblo donde vivo cada día va tomando un aspecto de
pueblo fantasma. Mi círculo social cada vez es más amplio ya que todos los días
nos llega gente pendeja nueva, huyendo de la ley de Yuesey, o del
neoliberalismo esclavizador de gobiernos satánicos. También hay muchos
deportados, gente que estaba en el over
there, que la cagaron, los metieron al bote y ya no regresaron a sus
barrios en los suburbios de Los Ángeles o San Diego, no chiquilines, saliendo
del vote los deportaron a la verga en Tijuana. Hay mafias que nos proveen de
heroína y no nos pueden dejar de vender la droga; les importa una mierda pero
de no hacerlo mucha gente se moriría. En las noches cuando es muy difícil
conseguir algo y el gobierno echa pa’ afuera a sus perros policías veo que los
drogos de siempre se ponen a chillar porque de no acabalar para sus dosis
diarias comienzan a rajarse los brazos de tantos rascarse y luego se siguen
arrancándose los pellejos de la puta cara y como endemoniados luego se quieren
sacar hasta los ojos, a otros de plano hay que amarrarlos porque si no golpean,
vomitan y muerden a todos los que encuentren a su paso. He sabido de hombres y
mujeres que se han aventado de los últimos pisos en algunos hoteles de la
ciudad y que no son del Caca grande del pueblo. No consiguieron para sus dosis,
como no nacieron ricos, como no gozaron de pañales de seda ni de colegios
católicos y no hay quien los ayude (excepto la dictadura del proletariado) es la razón por la que deciden abreviar sus
días.
En la avenida principal hay una pollería estilo Sinaloa (lo
que sea que esto signifique) y es atendida por un señor enorme y huraño al que
le dicen “Moi” siempre fuma tabaco en pipa y él
es el que prepara el marinado de su pollo y voltea con las manos las
piezas del enorme asador. Su esposa es la cajera, una señora que se la pasa
todo el día contando billetes, sacando cuentas en una pequeña calculadora y
llamando por teléfono, casi a gritos, con los proveedores de su negocio: el
carnicero, el morro del carbón, los tortilleros, los verduleros y la doña de
los productos desechables que no acepta cheque, sólo pago en efectivo. Yo no frecuentaba ese lugar primero porque
detesto a los sinaloenses, gente que siempre habla de trabajar como si no
hubiera nada mejor que hacer en la vida, son gritones, altaneros, presumidos y
materialistas. Me atrevería a decir que son neoliberales como los grandes narcos.
Algo que me cae muy mal de los sinalocos es que todos dicen conocer a Julio
Cesar Chávez o que al menos dos veces se han puesto pedos y pericos con él y
que todos han ido a su mansión y te dan santo y seña de la ubicación. Y los
mangueras chinolas son de lo peor, los aspirantes a narcotraficantes porque les
gusta presumir su dinero y sus armas, las nalgas que se compran y que luego
hasta les ponen tetas. Se creen Scarface pero sin huevos. El hijo de los polleros
tiene toda la pinta de manguera aunque les ayuda en el negocio. Por lo pronto
no le queda de otra que trozar pollos. Ya el día de mañana robará combustible,
venderá droga y se meterá montañas de polvo
blanquecino marca llorarás. Aparte de preparar las órdenes para llevar, el vástago lleva pollos a domicilio. El
primer día que conocí este negocio fue cuando los mecánicos del taller me
mandaron por pollos estilo Sinaloa. Y fue allí en los Pollos Guamúchil donde vi
por primera vez a Esmeralda, una chica tan tierna y dulce que me daba asco por
su inocencia y abstracción en su mundo rosa y feliz. Usaba vestidos largos y
floreados, sandalias, blusitas en tono pastel y sombrerito que parecía que ella
venía de un jardín o salida de un cuento de los que de vez en cuando me contaba
mi madre antes de dormir. De hecho mi madre sólo me leyó un cuento una sola
vez. Fue cuando mi padre me puso una tranquiza por reprobar quinto de primaria.
Lo recuerdo muy bien porque esa vez me dio con el tacón del zapato en la
mandíbula. Aquella vez bebí de mi propia sangre. El cuento era de un par de
niños traviesos que tenían el poder de
desaparecerse de los adultos. Muy apropiado para ese momento, madre. Tú siempre
decepcionante. Cuando vi a Esmeralda no le puse demasiada atención por
pachamama hippie y burguesa. Las muchachas tiernas son muy dulces pero
aburridas en la cama, cuando aflojan. Si salía su madre del negocio, ella se
quedaba a cargo. Su padre el dueño del changarro se la pasaba vociferando en
contra de la televisión que siempre estaba encendida. Se quejaba del gobierno,
de la programación, del futbol, de los programas científicos y de historia, los
que a su opinión eran puras pendejadas y mentiras siempre a gritos como para
que todo el boulevard se enterara. Cuando no hay trabajo el joven manguera se
trepa a su carro y escucha narco corridos a todo volumen. Es normal, el 97% de
los sinaloenses sigue el mismo estilo de vida. Yo continuaba con regularidad mi
vida de vagancia callejera de un lado a otro del boulevard Benito Juárez hasta
que un día vi a Esmeralda con el uniforme escolar yendo en dirección al negocio
familiar. Que pierdo el miedo, que me le acerco y la acompaño. Ella tímidamente acepta y aprovecho para
preguntarle sobre su materia favorita y sonriendo con unos dientes blanquísimos
me dijo que todo lo relacionado al español, que quiere ser escritora o por lo
menos saber escribir. Dice que su familia la critica mucho porque los
escritores son pobres. Le digo que eso es mentira, que hay escritores
neoliberales que son ricos (como Mario Vargas Llosa) y muchos otros viven de
venderle sus libros al Estatuto. Pero Esmeralda sabe que la buena literatura,
la clásica y la contemporánea, se puede hallar a muy buenos precios. Que faltan
ganas de leer. Si supiera que yo me robo los libros de la biblioteca que ella y
su familia y todos pagan con sus impuestos. Pero el pueblo tiene derecho a
libros gratuitos pero no mamen, hagan libros gratis chingones y para la
perrada, no sólo para fifís gente culta pipiris nais. Robar es malo, lo sé,
pero más malo es que los libros del socialismo se llene de polvos y
bacterias. Yo los robo y los vendo. Si
quieren buenos libros, a buen precio, cámaras, pivote y llanta. Yo soy el
indicado, yo soy el que mejores libros tiene a los mejores precios. Si no lo
tengo, te lo consigo, si no te gusta, te devuelvo tu dinero culero. Ni modo de
permitir la extinción de las obras de Máximo Gorki, Lenin o Trotsky. Los rusos,
nuestros amados rusos. Allá donde no se pueden casar los putos mientras Putin
sea el presidente. También me he robado un libro gruesote sobre la historieta
mexicana desde sus comienzos a la gloriosa época de los libros cómics de
izquierda y el gran maestro Rius de quien tuve casi todos sus libros que eran
como 200. De hecho hubo un tiempo –le decía a Esmeralda- que yo no leía otro
maldito autor que no fuera los libro cómics de Rius, el escritor más leído de México,
más que Octavio Paz o Carlos Fuentes, más que Gabriel García Márquez, el pueblo
prefirió leer los monitos de Rius, que gran monero, que sagaz, culto e
inteligente. Si se la mamaba…digo, en plan de admiración, no en plan gay. Ya me
robé Pedro Páramo de Juan Rulfo y me puedo robar las Flores del Mal de
Baudelaire pero a Esmeralda no le gusta nada que yo me robe los libros de la
puta biblioteca que de hecho nadie se mete a leer siempre está vacía y
mosqueada. En su mochila ella lee a ratos el Ulises de Joyce según me cuenta. A mí me aburrió mucho antes de la
mitad. A mí me gusta leer cosas más sencillas, libros que quepan en el bolsillo
trasero de mi desgastado pantalón de mezclilla, no los libros que superen a la
Biblia en grosor y peso, por muy buenos que puedan estar. Es el caso con Ulises. Le digo todo esto a Esmeralda y
ella me escucha muy atentamente como si no existiera nadie más en todo el
universo y eso a mí por lo menos me la pone dura y mocosa de la punta pues casi
nadie me la oportunidad. He leído libros pequeños, poemarios, libros de
fotografías, con dibujitos, libros de arte, comics, revistas, fanzines,
folletos, manuales, flyers, paredes, leo lo que me llegue, leo a lo pendejo,
leo porque leyendo se pasa muy bien el tiempo. A Esmeralda le gustan los
clásicos; ni siquiera es mayor de edad y ya ha leído al Quijote, el Decamerón, Fausto, Crimen y Castigo (mejor novela que tenemos en común) y la acompaño
al banco y luego al mercado. Me llevaría yo todas las bolsas de las compras
pero no quiero que crea tan pronto que ya me gusta y que por esa razón estoy
siendo caballeroso. Nuestra amistad es única y exclusivamente literaria,
cultural. Es una burguesa, no se te olvide –me digo a mi mismo en todo momento-
no tiene conciencia de clase. Imagino su coño peludito y contraído que me dice: “Masturberto, eres un pendejo y nunca me
vas a penetrar ni dejaré que me chupes la cereza, perro”. Y ya me dieron
ganas de hacerme una puñeta. (3 días después) Esmeralda es muy tímida que
apenas me ve a los ojos y de volada agacha la mirada. Me pongo las gafas para
no cohibirla con mi mirada de pervertido y buenísimo para nada, o sea, le hago
mi mirada poética y como que así se siente más cómoda. Esmeralda es linda
persona y muy inteligente pero así bonita que digamos no lo es. Me he venido en
la cara de mujeres bellas de verdad con sus ojos verdes (pupilentes) que
parecen como de cerdo a punto de morir mientras me chupan el pito. Bueno, sólo
fue una la de las chupadotas. Lindas mujeres a las que les he sacudido el pito
en la boca y les he golpeado los cachetes por dentro con la punta del chóstomo.
De broma a algunas les he querido meter la verga por las orejas tiernas con
bellos aretes pero se siente raro. También se las he metido por el canalillo de
las tetas, en las axilas peludas, soy axilasexual, por los pinches, por el ombligo
sudado a las muy gordas. Sé que me están leyendo, perras. Soy su dios del sexo,
el falocéntrico. Así que Esmeralda es sólo una amiga a todo dar, nada sexual.
Me gustaría que sus padres supieran que no tengo otras intenciones con su hija
y que culos y panochas, si bien no me sobran, nunca me han faltado. O sea que
su hija, aunque tiene unas nalgas bien curadas, ella y yo somos amigos. Compas,
como decimos acá en Rosarito Bitch. Pero Esmeralda ni tarda ni perezosa me dice
que es mejor que sus progenitores no sepan que somos ni amigos pues son muy
cerrados de mente y van a pensar lo peor, cosa que a mí no me preocupa en lo
absoluto. Yo seguiré yendo a comprar pollo a los Pollos Guamúchil mientras los
pendejos de los mecánicos me inviten. No me gusta rechazar nada, ni un taco de
marrano, ni una cerveza o un toque de mariguana. Si lo rechazas te cae la
salación. Los libros son mi capital, mi inversión en la vida. Si tengo más es
mucho mejor. Así que si sus padres no quieren que nos frecuentemos, yo no
pierdo mis tesoros literarios que me sentiría comprometido a compartirle a la
Esmeralda. Además una burguesita no me va a controlar ni a preocuparme
demasiado. Por Zeus, tengo cosas realmente importantes que hacer. A la mierda el amor, yo ni creo en eso.
ESMERALDISMO
Maldita sea, ya me lo imaginaba. Y cuando me imagino algo yo siempre tengo la razón. La puta Esmeralda tiene novio. El otro día la vi con un muchacho e iban tomados de la mano. Ella no tenía el uniforme de la prepa sino un pantalón sin bastilla y deshilachado y con sus inseparables sandalias. Llevaba su cabello recogido y con lentes puestos. El novio era un muchacho que parecía trabajar en un banco al que hace semanas acompañé a la Esmeralda y ni siquiera había tenido la cortesía de preguntarme mi nombre aunque ya nos habíamos visto varias veces. Porque jamás he llegado yo a ninguna parte diciendo a los cuatro vientos: “Yo soy Masturberto, esta es mi gran verga, chupen bola de pendejas…a ver si siento algo ya de jodidos” ni es necesario aclararlo y no sentí celos pues Esmeralda y yo sólo somos amigos literarios, que otro le meta el pito, a mí no me importa. Ese pendejete se ve que no lee ni el Condorito o a Kalimán. Quizás Esmeralda se haya sorprendido de encontrar en este pueblo rascuache a otro lector de libros, por cierto a uno que ha leído mucho más que ella. Se pone pintura de labios y se cubre con sombra las ojeras de perro que debe tener por desvelarse haciendo la tarea de matemáticas y química; es ridícula porque el maquillaje la hace parecer más grande, no se sabe maquillar, parece putilla barata o una chiquilla que juega a ser grande. No se debería pintar, tiene las nalgas paraditas y con eso le basta para gustarme….digo, en este maldito pueblo Rosadito no hay una sola librería. Si quiero leer algo bueno debo ir a Tijuanasty o Ensenalgas, en el estado de Oaxacalifornia Norte. Voy detrás de Esmeralda y su novio y no se han dado cuenta que los sigo pero se meten a una joyería. Ojalá que el muchacho guapo y bien vestido le compre un anillo de compromiso. Me fumo un cigarro bajo un arbolito de esos a media acera como se acostumbra en la zona centro y que sus raíces levantan y truenan el concreto y si uno se baja de la acera para sacarles la vuelta corre el riesgo de ser atropellado por un puto taxista. Entonces me espero y tardan en salir de la joyería. O no le gustan los que tienen allí o bien al cajerito del banco no le alcanza para el que le gusta a Esmeralda. Con ese nombre le deberían gustar más las piedras que los metales. Espero que después de que se casen Esmeralda y yo podamos seguir siendo amigos literarios. Puede ser que no la dejen que nos veamos por cuestiones del novio, que se encele el güey por mí ya que yo soy culto y ese mamón trabaja contando dinero, la raíz de todo mal. En la ciudad debe haber otras chicas culturales, cultuchicas, gordas pero buenas, que no sólo lean a José Saramago o a Kafka, esas que antes de que reciban el pito por el ojo de las mil arrugas, el chicaspiolas y bendito ojete, les encanta hacer el sesenta y nueve, que para algunos despistados lectores que no sepan mucho de la cogedera y la chaqueta porque son aleluyos, es la posición sexual favorita del primer presidente negro de los Estados Unidos de América y que se trata de hacer sexo oral al mismo tiempo hombre con hombre. Al cabo que no es coito. No hay penetración. No es algo gay. Cómo tendrá el pito el novio de Esmeralda-me pregunto de verdad después de jalarme el mío- seguramente su verga es de buen tamaño y color, saludable, sin granos ni verrugas, y le ha de oler bonito, no que el mío huele a mil quinientos culos sobre todo cuando no me baño en cuatro días. Me vuelvo a preguntar: Ya le habrá chupado el pito Esmeralda –por mucho que me pregunto no hallo la respuesta- luego salen de la joyería y me ven ahí fumando otro cigarro y ya hay varias colillas en el suelo. Fumando como un pendejo, ni siquiera me da placer. Estoy como imbécil y con las manos en la bolsa, bonito cuadro Masturberto –me digo a mí mismo mentalmente- escupo la colilla y le sonrío al verla. Me vale madres y le digo: Le sorrajo un “Que tal Esmeralda, cómo te va, que haciendo?” Esmeralda me sonríe sin quitarme la vista de los ojos mientras su novio pitero cajerito del Mc donas o de banco, me da lo mismo, se queda con toda la cara de pendejo extrañado. Te presento a Martin – dice Esmeralda- mientras yo le extiendo mi puñetera y mi repite su nombre de maricón “Martin, mucho gusto” como si no lo hubiera dicho anteriormente Esmeralda. No estás pensando bien, Martin. Eres un pendejo. Sentí sus manitas tibias como si fueran un pescado muerto en cambio las mías llenas de callos, de costras, cicatrices, semen seco y mugre. Y ahí fue cuando por primera vez pude tocar a Esmeralda porque también a ella le di la mano en un gesto impersonal de mi parte. Me llamo Rigoberto, el gusto es mío. Rigoberto, el nombre en mi credencial electoral que tantas veces me ha salvado de caer en el bote. Porque por una extraña razón si un hombre de aspecto naco, pobre o simplemente alguien no sodomita gay caquino, si no tienes identificación vas a la cárcel. “Si amor, ya te había hablado de este señor que le gusta leer mucho” le dice Esmeralda a Martin como hablando de algo que sólo ellos saben y que yo jamás entendería. Disimulo, no me ofende que me diga señor pues ya no soy un jovencito, pero que no mame, no estoy tan viejo. Ahí tengo un material que te va a encantar: Almuerzo al Desnudo de William Burroughs, Generation Mex de un tal Guadamur y Generation X de Douglas Coupland. Ese autor me interesa mucho más que el mexicano y que Burroughs –me dice Esmeralda- Como quieras. El chiste es que intercambiemos libracos de los que a ti te gusten con los que me molan, como dicen en España cuando algo les gusta. A ella le parece perfecto y la parejita estúpida se comienza a despedir de uno. Ellos se van derecho con rumbo a no sé donde y yo me di la media vuelta y me fui como el sol cuando muere la tarde. Yo de inmediato me voy al baño de la biblioteca pública tratando de tener muy fresca en mi mente a Esmeralda. Le pago tres pesos al viejo cagado que cuida los sanitarios y a veces te da un pedazo de papel para el culo y me meto a un compartimento privado, me saco la verga, le doy unas cachetadas y escupitajos para que se me pare el monstruo de un ojo pero los escritos en la pared llena de groserías y dibujos de vaginas y vergas hacen que pierda la concentración. También ese maldito olor a orines tan picante que se me queda atorado en la tráquea y ese foco que no se decide en apagarse por completo o en dar algo de luz y todo eso junto con la música ranchera que escucha el viejo definitivamente hacen que me desconcentre. Juro por mi madre que antes no me hubieran importado los ruidos y obstáculos, en cualquier lugar me podía masturbar. Quería imaginarme que Esmeralda me la chupaba como actriz porno, ver como se le deformaba la cara y haciendo ascos mientras se metía mi pito hasta el fondo de la garganta mientras su novio contando mucho dinero que no es suyo allí en el banco haciéndole al pendejo. Un consejo de mi mente a veces sapiente: come duro, coge fuerte y espera la muerte. Fui al lavabo a echarme un poco de agua enjabonada y a tallarme. Me bajo el pantalón y tomo bastante papel para secarse las manos y lo echo a remojar en agua y jabón y que me lavo la verga y los tanates. Luego que me abro las nalgas y me paso el papel por el Aniceto. Lanzo el papel al cesto de basura más cercano y no le atino. Arranco más papel, me seco, vuelvo a tirar la bola de papel al basurero y fallo otra vez. Tomo otra cantidad de papel, me la paso por los sobacos y cara. Digo: Chingo a mi madre si vuelvo a fallar. Tiro el papel y vuelvo a fallar. Me prendo un cigarro y me dirijo a la calle pero está llena de brisa marina a pleno día. Pareciera como si se hubieran caído las nubes. En la biblioteca había un evento literario para niños y los patinetos hacían piruetas y aracles mientras que otros chamacos paseaban en bicicleta. Parejitas en el pasto y en las bancas de cemento, un elotero sucio, un globero que de no ponerse unas piedras en las bolsas se puede ir volando pues trae un chingo. Sigo caminando y paso por la dulcería con sus abejitas que no pican se posan en los camotes y los jamoncillos. Los charales con chile y sal despiden un olor bastante extraño porque son como yo: feos y apestosos pero bastantes sabrosos. Me alcanza para comprarme cien gramos y me los voy comiendo con limón. Me encantaría beberme una cerveza con esta deliciosa botana. Creo que me puedo alimentar de cerveza y charales secos por toda la vida aunque prefiero las sardinas en lata. Las pongo encima del arroz al vapor recién hecho. En la fotografía del pueblo hacen limpieza y tiran el agua con aromatizante a las banquetas pareciendo a la espuma que dejan las olas del mar en la zona del desagüe. Ahí se junta un mierdero que pa’ que te cuento. Las tiendas de curiosidades que prenden inciensos de la India y de cáñamo, no me gustan por su concepto de reproducciones masivas en vez de apoyar al arte y al talento local, que los artistas y artezánganos sean reconocidos y que les pongan su nombre a las calles pero estos locatarios y comerciantes neoliberales compran arte hecho en China y que venden a los imbéciles turistas como arte mexicano. Digo, está bien que chinguen pero mejor a su madre. El principal enemigo de un mexicano es otro pinche mexicano ladino neoliberal rata corrupta. Más tarde ya en casa y cuando venga el sueño trataré de culearme a Esmeralda sin que ella se dé cuenta. No quiero que piense que porque yo amo la literatura puedo ser capaz de amarla de verdad. Lo bueno que al ver a Esmeralda con su novio ha quedado claro que yo no siento amor por ella y estoy bien por eso. Yo no nací para amar, nadie nació para mí. Mis sueños nunca se volvieron realidad.
SABANAS MANCHADAS
De regreso a casa veo que está como si hubiera pasado un
huracán o hecho de las suyas algún terremoto de 7.4 en la escala de Richter.
Para empezar hay algo detrás de la puerta que no me deja abrirla totalmente.
Deseando que no fuera el Mimoso borracho y drogado, como ya lo ha hecho varias
veces. Espero que no esté muerto. Pero no es el Mimoso sino mi bicicleta con
las llantas ponchadas que nunca uso porque aquí en Rosarito te la roban en
segundos de descuido. La tengo ahí por si un día no acabalo para la renta o que
no tenga mi bolsa de mariguana, la llevo a la casa de empeño o monte de piedad
a hacerme de una deuda. Volteo a la cocina y veo una montaña de trastes sucios
que por poco caen al suelo, platos agusanados, con hormigas, salsa bbq pegada, cochambre y grasa seca de riñones
con aroma a orines de res. La bolsa de basura está a su máxima capacidad
y comienza a escupir latas de cerveza, botes de leche y diversas envolturas
multicolores de toda la mierda que como habitualmente. El refrigerador que
antes era color blanco ahora tiene una capa de grasa rancia color amarillento de
mugre que casi se confunde con las calcomanías de los Simpson’s que le he pegado. Por mucho tiempo estuve coleccionando
todo lo referente a la familia amarilla pero una vez que vi Family Guy los putos Simpson’s dejaron de gustarme. Voy a la
alcoba de mi mansión y por poco me guacareo. Las sábanas que parecen pequeños animales
que me dan miedo. Mis revistas porno con
el hoyo que yo les hice en el área de la panocha ahora están como chicharrones
todas tiesas y percudidas de mecos por un material genético que a veces dudo
que sea el mío. Nunca las tiro sino que las guardo en una bolsa de supermercado
para una mejor ocasión. Y todas mis cosas deberían estar en un lugar mejor o en
la basura y que me dejaran más espacio para descansar. No en vano hay un
desvergue en mi casa, nunca estoy. Aquí duermo solo y me salgo a la vagancia
todo el día. Esas cajas de gelatina deberían prepararlas o regalarlas a un niño
pobre para que obtenga algo de proteína. Recientemente leí que la gelatina la
hacen de huesos de vaca y cerdo. Mi colección de películas pornográficas sigue
en los suelos también con algunas manchas de semen porque a veces he cambiado
de película sin lavarme las manos. Viéndolos bien, mi colección de botes de
cerveza ya no me gusta tanto. Voy a ver si la quieren los mecánicos o bien las
llevo todas al centro de reciclaje. Me recuesto en mi cama-sillón con las manos
atrás de la cabeza y caigo en cuenta que ya tenía mucho que no descansaba de mí
mismo, estoy ya harto de vivir. Quisiera dormirme por semanas. Reflexiono que
nunca antes me había fallado la ejecución de una puñeta en mucho tiempo, como
antes que mientras estaba en el baño jalándomela alguien siempre quería tirar
sus malditos desechos corpóreos y me apresuraban en la fricción del pellejo
para sacarme la lefa, el veneno blanco. Me duermo por horas y no despierto hasta
el día siguiente.
DESAPARECIDOS
Me gusta caminar con un libro en la mano porque así mucha
gente no me ve como un desgraciado. Aunque la policía siempre se me queda
viendo como si fuera yo un hombre sospechoso. Si me encuentro con Esmeralda no
me gustaría que creyera que soy un hablador y que en verdad no estoy leyendo
nunca. Hasta eso siempre he sido un hombre de palabra. Tenía buen rato sin leer
nada pero desde que conocí a Esmeralda me he tenido que poner al corriente y
ahora mismo traigo un ladrillo literario: Rayuela de Cortázar. Ya la había leído linealmente, ahora la estoy
leyendo saltada como lo sugiere el autor. Parezco pendejo por la calle con mi
libro en las manos mojando la punta de mis dedos y de cuando en cuando dándole
vuelta a la página. Es tonto, pero al menos yo no voy leyendo como imbécil el
teléfono celular. Mi libro es un accesorio de conocimiento y comunicación
verdadero y no un dispositivo electrónico lleno de pendejadas y ruidos
infernales. Estoy en comunicación con alguien que conoce una ciudad como la
palma de su mano, alguien como yo, a diferencia que Oliveira está en Paris y yo
en Rosacrico, Caja Balifornia un
pueblo condenado al olvido, un rancho crecido con dos avenidas, el resto es
ranchería, tierra y lodo. Taquerías, boticas, moteles, barras de cerveza de a
dólar son nuestra oferta al turismo internacional que ha disminuido mucho por
la violencia fronteriza que para nosotros es cosa de todos los días. Meto la
nariz al culo de mis libros porque me gusta pensar que hay mejores lugares que Rozapulko o por lo menos mucho más
interesantes.
CONSUMA POLLO FRESCO
Estuve pasando muchas veces por la pollería de la familia de
Esmeralda. La madre ahí sigue en su caja registradora poniendo orden en sus
cuentas. El viejo gritón un poco más sereno pero sin quitar por mucho tiempo la
vista de la televisión, voltea el pollo con unas tenazas y se lo pasa a su hijo
para que lo troce y el joven manguera lo hace con tanta precisión al manejar el
hacha que hasta siento escalofríos. No
me animo a preguntar por Esmeralda. Ya saldrá, ha de tener exámenes en la
escuela o algo así. O puede ser que haya quedado embarazada de Martin o de otro
tipo, ya no sé. Ya no he fumado la mariguana aunque la gente dice que la van a
legalizar algún día para disminuir el crimen organizado, que es puro pedo. Una
planta no hace la diferencia, legalizarla no será nada. Las otras drogas más
adictivas y nocivas seguirán prohibidas. Ahora que he dejado de fumar me pongo a pensar
en la gran cantidad de gente que ha muerto sólo por producir, vender o fumar la
hierba. Mi relación con la hierba es única y exclusivamente pueda yo dejar de
fumar mierda alguno de estos días. En nuestra vida hay cosas que debemos llevar
al límite, las adicciones, la música, los libros; se nos incita que así sea,
que es mejor disfrutar el ahora. Porque la prohibición genera ciclos de los que
es muy difícil escapar. Entonces no hay como tener un vicio o muchos,
empujarlos en la cuesta o en el descenso de la vida y arrojarlos al vacío no
sin antes cerciorarnos que vienen con nosotros pues seguramente en el camino
perdimos muchas cosas que antes creímos indispensables. Pero hablo por mí
mismo, no por la otra gente gata drogadicta chaflana y cuajinais, que hay
muchos que estimo de coraza. Hay mujeres que me encantan por sucias, la
suciedad no física sino mental bien puede ser un vicio delicioso, imposible de
dejar. La única forma es llevando esa ciudad a la máxima potencia. Cuando ya no
hay ningún vicio, queda bastante espacio para las virtudes. Bueno, son cosas en
las que creo. Porque exprimiendo los vicios es como una tiene la oportunidad de
conocerse y conocer el mundo que habita. A mí lo que me choca son las clases
sociales y ese rencor y desprecio que sienten las clases pudientes contra todos
los pobres. Nos levantaremos, nos uniremos y nos los cogeremos, ya verán.
Mientras tanto, odio a los políticos sin vocación, sin conciencia de clase, que
pretenden ser santos antes que hombres. Esa gente es mala, hipócrita y pendeja.
El gobierno debe pactar con todos los sectores sociales, se supone que los
respaldamos democráticamente pero sabiendo que la democracia pronto dará paso a
la dictadura del proletariado y entonces no habrá injusticia. Detesto cuando
los ricos se meten a la política, todo el dinero del mundo les parece poca
cosa. A esa gente la deberían fusilar. Porque el actual sistema ya no sirve
para nada, Rusia lo supo desde hace mucho tiempo. Si el verdadero socialismo se
impone, todos viviremos felices. Si hay una vaca, nos la comemos entre todos.
Si se acaba, se acaba para todos. Es lo justo. Es simple: el capitalismo es una
máquina destructiva que ya no puede seguir, la debemos cambiar, destruir. Rage against the machine. De tanto chupar la ubre de la vaca se ha
quedado sin leche y ahora le sacan jugo a los huesos mientras el socialismo
mundial se frota las manos. Pronto recibirá el sistema un hachazo en la puta
cabeza pues el narcogobierno tiene un apetito voraz. Ya vendrá un sistema
mejor, un gobernante que lidere a su pueblo de la conquista de la libertad
social. La prosperidad llegó a casa cuando habiendo dejado de fumar mota me
puse a escribir algunos poemas y reflexiones para un periódico formato tabloide
que se distribuye gratuitamente en el pueblo. Yo mismo fui a la redacción con
mis escritos a mano. El director de la revista, un tipo muy chistoso, me dijo
que para el periódico todo lo que yo escribía era muy obsceno pero tenía un
amigo que haría una publicación en tono humorístico “Don Flecos” y que allí
podía haber un espacio para mis pendejadas literarias. Y que entro, no
solamente de escribano, también de capturista de datos. Que acepto y comenzamos
las juntas editoriales. Era una revistucha sin periodicidad hecha por borrachos
y mariguanos. En realidad no pudimos sacar ni un solo número del panfleto pero
me pude quedar en la oficina de redacción del semanario El Centinela en donde me pagaban cien pesos diarios por cuatro
horas de estar a dos nalgas capturando datos ya que venía con algo de agilidad
de los dedos de tanto escribir sobre mi “metralleta”, la vieja máquina de
escribir donde hago mis textos chaqueteros y que le puse ese nombre por el
sonido de las teclas que hacen al golpetear las hojas en blanco como disparos
de la mente al viejo mecanismo palabrero. Aparte de disparar palabras, lo que
más me gusta es disparar semen en las espaldas de mis novias. Cuando escribo no
lo hago del todo bien y el poeta le acomoda palabras en donde a veces es mejor
quedarse callado, pero así somos y nos aceptamos. Yo capturo datos y capturo
latas por igual. Capturistas de latas ya hay muchos, también poetas. La poesía
es como el cristianismo: muchos los llamados, pocos los elegidos. Un buen día
se celebraba la Feria del Libro Tijuana
como un esfuerzo entre el gobierno y las librerías locales ya que en Rosa-Rito,
no hay una sola. Me prestaron una cámara fotográfica los del periódico y voy a
escuchar a un escritor desconocido y a ver si puedo hacer una reseña, un
reportaje, algo así. Resulta que el
escritor no era tan desconocido sino José Agustín, estuvo en la feria con
escasa asistencia a la presentación de alguno de sus libros. Al no ver ni
veinte personas reunidas el escritor decidio irse a comer a la zona sur de la
ciudad de Rosarito, en Popotla, donde los pescadores venden sus productos y hay
muchos restaurantes de mariscos todos madreados y cayéndose. Antes de su
partida de la feria del libro fue con Pepe Agustín a saludarlo y darle algunos fanzines con mi
poesía y dibujos pelados que hago en mis ratos libres. El tipo, fascinado, como
un chiquillo con un nuevo videojuego los tomó y les dio una hojeada mientras se
reia a carcajadas. Estos es muy bueno, amigo –me dijo- y son para mí? A huevo
chicharron con pelos maese Agustín. Me cuenta que tienen una gran colección de
fanzines. Echa mis fanzines en una pequeña mochila, se levanta, me da la mano y
se va con un grupo de personas que ya lo esperaban en un carro para llevarlo a
Popotla. Con ganas de pedirle un raite, me da pena y me quedo callado. El carro
se aleja y yo me quedo como hongo. Antes de regresarme veo a Esmeralda sola y
revisando los libros de puestos que había en la feria mientras un ballet
folclórico hace lo suyo, los hombres vestidos de negro y con sombreros, las
mujeres con enormes vestidos de colores idiotas y con trenzas en los cabellos.
La música sale vomitada de una grabadora con un micrófono colocado en una de
las bocinas y se escucha fatal pero ellos siguen zapateando el entarimado. No
entiendo la razón por la que alguien se le ocurre que es una buena idea meter a
huevo a bailes mexicanos tradicionales en una feria del libro. Esmeralda sigue
revolviendo montones de libros entonces me pongo detrás de ella, lindas nalgas
que observo por unos segundos, y con mi dedo le toco el hombro izquierdo y
voltea pero yo estoy de su lado derecho. Es una broma para que se voltee al
otro lado y yo…lo hacía mucho en la primaria, ahora ya no es tan divertido y no
siempre me sale. Esmeralda voltea y me sonríe. Su sonrisa por poco devuelve la
luz solar de un mediodía playero en junio cuando ya eran casi las seis de la
tarde. La primera pendejada que se me ocurre es preguntarle por Martin. Se
ruboriza y mirando al piso me dice que se pelearon, que no le habla, que nunca
ha sido verdaderamente su novio, sólo su pretendiente y que por lo pronto no
quiere ni estar hablando de él. Perfecto porque entonces yo te voy a sacar a
pasear a la ciudad, invitarte un café y hablaremos de literatura por horas.
Ella sonríe con sus dientes tan blancos como fichas de dominó. Al parecer
Esmeralda no sabe hacer otra cosa más que sonreír así de hermoso. No es posible
pues debe regresar pronto a su casa. Entonces me decido a acompañarla y un par
de calles antes de su casa Esmeralda se despide de mí y me da un besito en el
cachete y me mira a los ojos como para saber mi reacción pero yo, viejo lobo de
mar, solamente me quedo parado como una estatua y apenas y parpadeo. Mentiría
si dijera que no sentí muy bonito mas eso no significa que estoy enamorado. La
morra me cae bien, le gustan los libros pero eso no es suficiente para que
atraparme. Además soy como catorce años mayor que ella, no voy a regresarme
para aprender juntos una chingada. Ahora ya supe en donde vive y eso es
demasiada información para alguien como yo que no tengo mucho por hacer, ni un
genuino interés por una muchachita que le ha de oler el ñoco a pipí. Oscurece, hay
neblina con aroma a sal que el mar eyacula en las calles aledañas. Vapores en
las alcantarillas y en las taquerías el humo de las carnes chamuscadas se
dispersa por las aceras. Como no fuimos a ninguna parte no he gastado casi nada
y aún me quedan treinta pesitos para una cerveza o una copa de vino barato.
Entro al bar “El Becerro” y está casi vacío. Hay tres tipos jugando billar y
una dama que escucha un tango sentada a un lado de la rocola. Pido mi cerveza y la mujer me mira
respondiendo a una de estas dos razones:
1.-Necesita culear, la entiendo. Si quieres coger no hay
nada mejor que estar en una cantina y esperar que el alcohol haga efecto en un
macho para que el sexo se apresure.
2.-Quiere que tengamos sexo pero como un acuerdo comercial
de libre empresa. Esta mujer no quiere hablar. Si quisiera hablar estaría con
su madre, con sus hermanas, y si es sola, entonces con sus amigas, en su
trabajo en las fábricas o asaltando en una pandilla.
Asumo entonces que se trata de una puta porque las cantinas
son espacios para hombres sedientos, solitarios, adoloridos y malvados. No hay
otra explicación. Deberían hacer cantinas explosivas para las del sexo
caprichoso y dejar a la verga nuestras cantinas de hombres; cabronas viejas ya
no respetan nada. Yo soy malvado y sé muy bien que si esa piruja escucha el
tango sola en una cantina y viendo fijamente a un tipo que no conoce ni sabe quién
es. Algo raro me está pasando, pienso cosas raras. Qué hijo de mi puta madre
soy. Me bebo de tres tragos mi cerveza, me limpio el hocico con las mangas de
mi camisa azul claro. Me acerco a la rocola y le pongo una moneda para que me
toque Gavilán o Paloma del Príncipe
de la Canción que ya perdió su maravillosa y a juzgar por su aspecto ya no
tarda mucho en irse al valle de las calacas gracias al tren de vida que llevó de
alcoholismo y drogas. Me acerco a la guarra, como que piensa que la voy a sacar
a bailar tomándola con los brazos como cartoncito de cerveza o estilo reguetón
perreando de frente, no por atrás en un sentido original del candente baile. Le
acerco una mano a sus cabellos pintados de rubio y que le atizo un beso de
lenguazo y que ella me devuelve con mucho más enjundia que su aliento a vodka y
jugo de naranja me deja un poco ebrio y con su pintura de labios embarrada en
todo mi comedor, que de doy la vuelta y me voy del congal. No hay dinero, puta.
No hay dinero.
EL PAPEL PERIODICO SIRVE PARA MADURAR AGUACATES
Aquel día pintaba muy bien para mí porque estaba en el
trabajo que más me gustaba, hacerle al loco en un medio de comunicación. Allí
revisaba las noticias de otros periódicos, veíamos la tv en las noticias y
escuchábamos las radio tribunas. Pronto me hice de una cuenta de correo
electrónico y me dispuse a navegar por internet. Había ratos en que nadie me
veía y me ponía a ver páginas pornográficas que te dejaban ver un poquito
porque siempre querían que les pagara, chinguen a su puta madre, porque ver
culear es como ver a alguien comiendo. Si yo fuera el mismo de antes ya me la
hubiera jalado sin importarme quienes me vieran, el problema es que no sólo he
cambiado, cuando eyaculo me gusta hacer ruidos como de gorila alfa o bien
blasfemar contra Dios. Además tengo de compañera de trabajo a la esposa del
patrón y todo le dice cuando regresa. Así que me calmo y decido conservar mi
trabajo. Es que el porno es otro mundo, no mamar. Bueno, mamen. Me había bebido
un delicioso café con dos cucharadas de azúcar y que en la oficina era
gratuito, como todo lo bueno en la vida. Tiembla, capitalismo opresor! La
empresa nos daba café para no estar de holgazanes. Bromeábamos, leíamos los
chistes que nos llegaban al Centinela y asi pasábamos los días hasta que de
pronto una vez el jefe nos llamó a la redacción. En cuanto cuelga su esposa nos
dice que nos vayamos a la colonia las Flores porque unos vecinos atestiguaron
un secuestro. Tomo cámara y libreta y acompaño al reportero al domicilio
indicado y al llegar al sitio recuerdo que era un lugar que reconozco pues ya
había estado allí antes: es una traila en un terreno donde vive la gringa
pedorra que se echó el Krazy , no mamen. Había varias patrullas en el lugar y
los policletos le dicen a la gente que se metan a la chingada a sus casas y no
salgan que va a haber vergazos. Y nosotros le preguntamos al ruco de la tienda
que era lo que había pasado y nada, nos dijo que a una gringa se la llevaron
arrastrando de los pelos y le daban de golpes unos culeros vestidos como de
paramilitares con botas, chaleco, máscara y armas de alto poder y a empujones
se la llevaron con dirección al norte. Regresamos a las oficinas del periódico
y dos horas después nos llaman de nuevo para reportarnos un tiroteo en la
colonia Magisterial. Y no entiendo por qué no le llaman a la pinche policía.
Porque la gente les tiene miedo pues se sabe que muchos puercos son amigos de
los narcos y si alguien denuncia a gente armada, a rateros de carros o así,
como los policías y los delincuentes se entienden, ellos mismos les avisan a
los criminales quienes los denunciaron. En Tijuana primero llaman a los
noticieros que a la policía. Tomamos nuestras herramientas de la comunicación y
ahora nos dirigimos a la calle Ricardo Flores Magón #1911 de la colonia
Magisterial para ver un cuartucho de madera y llantas con puertas de retazos de
tela y dentro un hombre enteramente balaceado y una línea gruesa de sangre que
salía desde el cuarto hasta la banqueta. Adentro no había más que basura, ropa
y cochinero. Aún olía a pólvora. Los policías esperaban afuera con sus
metrallas en mano y una mirada de maldad, miedo y ojetez como si ellos se
hubieran baleado al infeliz de adentro, ya ven que les pagan por matar a los
hijos de puta. La diferencia entre un policía y un sicario es que este último
lo hace sin permiso. Realmente pudimos obtener muy poca información de ese
suceso porque la corrupción y la injusticia imperante en todo el país hacen que
estos casos sin culpables queden en el olvido. De hecho nosotros en el
periódico solamente haremos una pequeña nota de relleno ya que no es
“feminicidio” y eso ya a nadie le importa. La muerte de un hombre por muy
horrorosa que sea (desmembramiento, tambo de ácido, decapitaciones,
envenenamiento, acuchillados en todo el cuerpo) a nadie le conmueve. Es el pan
de cada día. Y a la mayoría de la gente, gente buena, gente sensible, gente
razonable, le vale una chingada aunque mueran niños. Las muertes de los hombres
no son grandes noticias. El sistema neoliberal violento ensalza sus cualidades
sociales y minimiza sus errores administrativos. Yo estoy en el medio masivo de
comunicación por la cosa de la paga, peor es nada. No vine a encontrarme con la
poesía en el trabajo de gacetillero. Al otro día me entero del hallazgo de
trece cuerpos en el basurero, todos envueltos en cobijas y otro hasta en una
alfombra que luego amarran con cinta canela. Cinco de ellos amarrados de pies y
manos, con señas de tortura y con el tiro de gracia que no tiene nada gracioso.
Hombres todos entre los 25 y 40 años y el cuerpo decapitado de una mujer.
Fueron descubiertos por un pepenador ebrio que se le fue la borrachera de la
pura impresión. Al descubrir los cuerpos lo primero que hizo fue pedir ayuda en
las casas más cercanas al basurero. Mi jefe fumaba y fumaba sin darme
indicaciones así que me pongo a revisar las notas de otros periódicos; nos
ponemos a producir información mientras leemos pero no la entrego. Me salgo a
caminar a ver a quien me hallo en la calle pero es muy temprano para vaguear y
de pronto que me encuentro al Topo, un valedor callejero que apenas ve de un
ojo y me pregunta si ya supe lo del Krazy. No le contesto pero el Topo me
informa que al Krazy lo secuestraron junto con su novia la gringa pero que
según esto no fue para sacarles dinero sino para borrarlos del mapa pues
vendían droga que la gringa conseguía, quizás del gabacho, una droga muy
potente y letal. Entonces siento algo raro en el estómago que se me sube al pecho con dolor. El Krazy
vivía por ahí mismo, nunca supe exactamente en donde porque nunca me invitó a
su casa pues era como yo que le gustaba mucho estar afuera. Sin dinero, en
malos pasos, malas amistades, su mujer era una cualquiera; yo vi la sangre
derramada. Nadie va a preguntar por ellos; nadie los vio nunca. Drogos en el
anonimato. Le compro unos dulces al Topo y me regreso a la oficina solo para
informarme que hallaron las cabezas de los decapitados flotando en el desagüe. El
hallazgo fue descubierto por unos heroinómanos que viven bajo los puentes de la
canalización. Los drogatos les dijeron a los marranos que las cabezas iban
flotando lentamente y que ellos al principio creyeron que eran personas que
estaban nadando cuando las cabezas se amontonaron en la coladera de los
residuos y unos perros se las querían botanear y fue que se percataron de que
eran solamente las cabezas de unos desgraciados. Entiendo que las mafias
asesinas a su competencia porque en este mundo lo único que importa son las
ganancias y el poder. Lo que no logro entender es porqué decapitan a la gente,
ni que fueran samuráis. Es humillación o solamente quieren sembrar el terror.
Porque un balaceado, como sea. Pero un decapitado, no mamar. Cada vez nos parecemos
más a los musulmanes. No quiero ver las
cabezas porque de seguro ahí estará la del Krazy. EL Krazy ya no sigue en esta re
putísima dimensión. Si bien no pudimos hacer la revista Don Flecos sí nos dieron una pequeña sección cultural en el
Centinela sobre “poesía, literatura y artes populares”. En cada edición pongo
mi correo electrónico donde algunas personas me mandan, entre muchas cosas que
no me importan, chistes, virus, poemas y fotos de una creciente comunidad
demasiado interesada en publicar sus ideas y ocurrencias. Me llegaron correos
que decían así: “Señor director estos son mis piensos” a sus ideas les llaman
piensos. Gente que no tiene facebook, gente que no tiene tiempo para las comunicaciones
pero que quiere contribuir con su granito de arena y gente que odia el internet
y quiere verse publicado en papel, como en la vieja escuela. Y es que tanta
información en internet hace que todo se vaya perdiendo en millones e infinitos
sitios web. Otros me mandan quejas que del transporte público, que de la
central del agua porque en su colonia nunca hay, que de la luz porque a cada
rato se va y eso que en el pueblo hay termoeléctrica, que transas del gobierno
y puras de esas obviedades tercermundistas, gente que apoya al gobierno y otros
que lo odian que porque Pemex es del pueblo y nunca le regalan gasolina. Entre
mi correspondencia virtual veo un mensaje de Esmeralda Jiménez que estoy seguro
que es la misma niña golfa pretenciosa cultural de las que les he hablado desde
hace rato en esta –novelita, cuento, relato o narrativa experimental, como
quieran llamarle, vale verga de todos modos- y me felicita por mi sección en el
periódico del pueblo diciéndome que es lo único que le agrada del papiro y le
creo porque yo también lo veo así, soy la verga de Rosarito, el mejor y más
capaz-masca paz escritor del pueblo y laureado poeta atormentado. Ahora que ya
tengo su apellido y correo electrónico le escribiré para proponerle
desaparecernos por un tiempo de este lugar como los niños del cuento que me
contaba mi bomba madre.
EL SER Y LA SED
No me importa quedarme sin dinero, le voy a regalar a
Esmeralda el libro de Madame Bovary; ella lo abre al azar y se lo acerca a la
cara para oler sus hojas nuevas cerrando sus lindos ojitos y esas pestañas que
casi le llegan al suelo suben y bajan muy lentamente, como en cámara lenta tipo
phantom, levantando la vista embriagada del aroma del
material impreso. Corre hacia mí y me abraza y me besa, me mete su lengua de
salivas dulces buscando mi lengua más bien tímida. YO la agarro de la cintura y
el pájaro carpintero se comienza a despertar y en unos segundos se me sale del
calzón y no precisamente a tomar el fresco, pero mi pantalón le impide salir.
Oh, gran vergota se me hace, parece una anguila por el olor pero no me la
tientes porque te da de toques, tomo a Esmeralda de la cintura y le agarro las
nalgotas y se las aprieto como si fueran de plastilina playdoh, como si fueran masa para tamales, y le clavo mis uñas sucias
a la vez que le desabrocho el pantalón que se me dificulta bajarle el pantalón
(o era vestido?) por esas benditas caderas que me provocan unas ganas de
echarle la crema y llenarla de hijos y arruinarle la vida, el culo, las tetas y
el vientre, así como la mente, si señor; y tiene un calzoncito más blanco que
la leche pero chiquito, chiquito que le queda muy ajustado mientras en la zona
vaginal le negrea por el pelambre de ese panochón que ya comienza a soltar su
divino y picante aroma a marisma; peluda y morena, labios inferiores lluviosos
color rosado y amoratado, le paso un dedo por las jetas y me lo chupo en el
acto, su sabor es adictivo y sólo hace que la ñónga se me ponga más tiesa que
la chingada, y mira que la chingada es muy dura, así es la vida. La siento
entre mis piernas sin dejar de besarla y le quito la blusa y de un manotazo ya
la tengo sin chichero, Esmeralda ya está tan caliente como una torta de lomo
pa’ llevar de la taquería “El Chueco”, del famoso taquero que tiene la puta
cara chueca que lo hace ver enojado pero es amable. Esmeralda cierra los ojos
mientras le chupo las chichis y comienza a gemir bastante rico. Espero que mi
pinche vecino no venga a pedirme algo, como es pobre y nunca trabaja el verga
no tiene ni para comer. Cada centímetro de la piel morena clara de Esmeralda
despide un sublime aroma como nunca más había percibido en la vida, todo
siempre huele mal, excepto mi Esmeralda. Le subo una pierna en el descanso del
sillón y toco sus delicados y tibios piecitos, sus deditos hermosos no tienen
pintura. Me meto su pata a la boca hasta que me duele la mandíbula por querer
atragantarme toda la pezuña, entonces paso mi lengua en cada uno de esos
deditos mientras ella echa la cabeza para atrás y lo comienza a disfrutar pues
yo soy un genio y ella una diosa de piel con saborcito a sal de sus sudores
internos y externos, está que arde. Me hinco en el suelo, se sienta en el
sillón y con sus dedos se abre la pantufla y mi lengua se le pega como el metal
a los imanes y le pongo una chupada épica y sin réplica. Me bebo sus jugos
panochales como si fueran el elixir de la eterna juventud, porque probablemente
lo sea pues aquí estoy embarrándome de su melcocha como si no hubiera un
mañana. La lengua se me comienza a
entumir, los pelitos se me comienzan a atorar en los dientes como cuando comes
mango, me pide que ya se la meta y yo obedezco las órdenes de mi ama y que la volteo, le agacho la cabeza, le
levanto las nalgas y la pongo de a cañón; me ensalivo la reata con el mismo
caldo de pucha y mis propias babas y le comienzo a rascar a la entrada, como
tocando la puerta, como testigo de Jehová un domingo a las ocho de la mañana
queriendo predicar, y ella me agarra de una nalga plana y azota mi cuerpo
contra ella –que ya me la metas pendejo estúpido inútil- y sin agua va que le
doy una metida que le llegó hasta la cocina dando un grito tan fuerte que por
poco hace que se me baje el chile pues me preocupa no sólo su placer sino
también su seguridad. Y eso que no tengo grande el pito y casi chilla al primer
vergazo. Comienzo a sentir calientito, húmedo y pegajoso. Y lo mejor: Esmeralda
tiene perrito como que muerde la salchicha con sus músculos genitales –dichoso
soy por haber nacido en estos tiempos y estar disfrutando a Esmeralda, toda
mía, para nadie más. Me chupo el dedo gordo e intento metérselo en el chimuelo
pero ella se resiste y me echa una mirada de reprobación. Su vaginocha engulle
mi penetrador que sale todo cubierto de miel hasta las patas, o sea, mis
huevos. Luego la volteo, me subo sus piernas a los hombros y se la meto hasta
el fondo. Con el rabillo del ojo veo sus sandalias sucias e incluso les noto un
chicle pegado en una y que aun despide aroma a fresas. Ya se movieron mucho sus
tetas, ya puso cara de dolor y de placer, ya le ha salido bastante néctar de su
ñoco y yo siento que ya mero me voy a venir adentro de Esmeralda y a ella no le
importa y está a la espera de mi descarga en su matriz y la admiro pues ella no
sólo quiere hombre, también su veneno. Porque la mayoría de las mujeres quieren
hombre pero odian su semen. Y Esmeralda no. Ella es diferente. La inundo de mi
material genético, ella disfruta cada gota, de hecho quiere hacerlo otra vez.
Le pregunto si le ha gustado y no me contesta. Supongo que fue de su agrado
porque me ama como nadie en el mundo, me ama más que Cristo y la Virgen de
Guadalupe, pero no me ama más que Marx. Agarro mis calzones y me limpio el
semen, apesta a marisquería todo mi cuarto. Esmeralda no está aquí. Nunca ha
estado. Es mi puta imaginación de nueva cuenta haciendo de las suyas. Me pongo
el calzón todo mequeado como es mi costumbre, me lavo las manos y la cara.
Tengo sed de la mala que es muy buena. Voy al taller con los compas y ahí están
todos como siempre tirados todos pedos y meados y con la tv encendida, hay un
juego de futbol. Busco una cerveza en las hieleras y no hay ni una. Me tomo una
abierta y cachonda, salud. Un día de estos le declararé mi amor a Esmeralda.
Pero antes le regalaré varios libros: clásicos, poesía y ensayos.
2009-2020
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D. Gonzalez
Verdeth 2020