Al estatuto no le conviene que sus gobernados sean
inteligentes, críticos, analíticos ni despiertos, razonables, reflexivos,
filosóficos o anárquicos. De así desearlo, los medios masivos, las religiones,
el sistema educativo y cultural serían muy diferentes de lo que son y
representan. El entretenimiento es una
herramienta propagandística del pensamiento de lo establecido, de lo que
sustenta, de lo que le es adverso y sobretodo de aquello que considera un ideal
de control para así contribuir a la modificación constante de la percepción social
acerca de nuestra realidad y para este objetivo los medios masivos de
comunicación y la industria de las nuevas ideas para la masas no tienen rival:
cine, televisión, radio, internet, historietas, música, entretenimiento y
cultura popular y sus correspondientes y muy variada infinidad de mercancías
que llegan mucho más allá de lo inimaginable.
La verdad no vende, la verdad estorba a lo establecido
porque esta libera y forma un pensamiento que altera la realidad subjetiva. Por
la misma razón es la verdad el principal blanco de ataques y dobleces que
buscan crear una realidad alterada y distorsionada por la propaganda del poder.
Los medios masivos son el arma más eficaz para conseguirlo. La constante
promoción e idealización de lo ficticio puede alterar la perspectiva
considerablemente y alejar de la realidad creando una nueva sin sustento y más
peligrosa si se aplica a la niñez desde temprana edad. Para bien y para mal la
mente humana responde a la constante de estos estímulos informativos constantes
y que tienen otros objetivos lejos de lo sobadamente capitalista-mercantilista.
La ficción ha permeado tanto en la
mentalidad colectiva que ya es muy difícil medir el daño ya que se ha
mimetizado con los valores occidentales que fueron fundamentales no hace mucho
tiempo.
La religión es la primera gran ficción del pasado y con una
fuerza descomunal en el presente. Judaísmo, cristianismo, islamismo y
religiones new age (jesuitismo y masonería) controlan el propósito existencial
de billones de almas en todos los continentes, una idea delirante de que existe
o existió un pueblo excepcionalmente valioso para determinado Dios del universo,
el pueblo hebreo, que es quien debe
controlar y gobernar por siempre a todos los demás por órdenes divinas
especificas en sus literaturas sagradas desde los tiempos más remotos a la
actualidad y hasta donde les sea posible, al infinito y más allá mientras no
los descubran. El pueblo elegido tiene
una serie de reglas y estatutos entregados por su mismo Dios para la
conformación y prevalencia de casta sacerdotal moralmente superior al resto y
de la cual los romanos antiguos robaron el concepto original y la maquinaron
como verdad absoluta con la que fue creada posteriormente la religión católica
poseedora también de la patente de dioses trinitarios: Jehová, Jesucristo y Espíritu
Santo, mezcla de teología greco romana y egipcia con la que llevan controlando
la religión y el pensamiento desde hace 1500 años en asociación con el
misticismo hebreo y siglos después con la creación del islamismo para el
control del Medio Oriente que junto con el cristianismo protestante están a la
espera del Mesías Cristo, el Salvador de la humanidad muerto y resucitado al
tercer día y que ha de volver para juzgar a los vivos y a los muertos y su
reino no tendrá fin. De esta “noble”
ficción y su mensaje de esperanza se han derivado cientos de religiones y
cultos esotéricos que no sólo buscan el lucro y privilegios de poder sino lo más
preciado: el control del pensamiento, la absorción de las almas.
La magia, la fantasía y la ficción, todos elementos muy
importantes en cualquiera de esas religiones son sospechosos de resistirse a la
realidad, de opacar la verdad, de sepultarla y no dejarla ser, volverla
inaccesible, inalcanzable o de plano ilegible ya que no pueden destruirla. Este
conglomerado religioso no puede con todo el trabajo de idiotizar a las masas,
delegan a sus subalternos políticos, fundan universidades, promueven a sus
agentes y científicos exclusivos cómplices mientras celebran y promueven sus
productos teóricos literarios y ficticios a quienes vuelven ídolos de la noche
a la mañana como a tantos autores clásicos, pseudo científicos pero que hoy la
humanidad los reverencia sin siquiera leerlos ni mucho menos entenderlos de
ninguna manera pero que gracias a la ingeniería social los vuelven celebridades
y artículos de consumo.
Desde finales del siglo XIX y comienzos del XX se ha creado
una cultura popular masiva, primero en periódicos y luego libresca con las que
se han conseguido importantes victorias en el terreno de la cultura universal
como las novelas de Julio Verne que contribuyeron al que el lector comenzara a
pensar en la posibilidad de “viajar al espacio” o al centro de fuego de una
tierra en forma de pelota que gira flotando en el vasto espacio de la gravedad
alrededor del sol, teoría heliocéntrica base de la literatura del siglo XX y
que persiste hasta nuestros días del apocalíptico 2020. Teoría del
heliocentrismo reforzada por el biólogo Charles Darwin y su éxito literario
evolucionista “El Origen de las Especies” que promueve la idea la existencia de
un universo infinito creado por el azar a partir de nada. Hace muchísimo tiempo un gran caos producido
hace millones de años en cierto punto de la galaxia fue lo que creó el orden
actual, la naturaleza, la armonía cósmica, el sol, la luna y las estrellas, la
gravedad y todas esas teorías y orden natural y sobrenatural perceptible fueron
creados de la nada, sin que nadie ni nada haya influido directamente. Esas
mismas y vetustas ideas se continúan enseñando en las escuelas públicas ya que
el estatuto no brindaría al pueblo que parasita una educación que contribuyera
al derrocamiento del sistema de pensamiento único controlado también por la
religión dominante de una borreguiza obediente e inofensiva que ni siquiera
sospecha lo que sus líderes religiosos fraguan
a la humanidad y dando bastante ficción para entretenerse o no pensar según
su tiempo y edades. El mundo moderno nos ofrece por siempre cine, programas de
tv y que tiene el propósito final de crear un pensamiento ideal ficticio
globalizado que representa al hombre común y corriente (Homero Simpson) que
cree en todas las mentiras y nada de lo que sabe es real creyendo así en
cualquier cosa, cualquier dios, en cualquier teoría, mentira histórica o manipulación
mediática porque el sistema sólo ve por sí mismo y su propio sostenimiento. Ya
que el estatuto es un parásito requiere que su huésped favorito esté siempre
distraído, entretenido porque el sistema depende completamente de esta
condición masiva de prisión mental para absorberla. Si el borrego se le sale
del redil y convence mientras a otros es algo que no puede aceptar pues se les
vendrían en su contra y le destruirían. Un espíritu crítico una vez despierto
del sueño de la ficción programada tratará de despertar a otros, muchas de las
veces en vano ya que el adoctrinamiento suele ser brutal, invasivo y eficaz
pues comienza desde antes de que el hombre razone y siendo la niñez la etapa más
vulnerable y atacada; y los padres pocas veces saben no trasmiten esas
imposiciones a sus hijos pues ellos mismos no están conscientes de ello. Esa es
la razón por la que enviamos a nuestros hijos a los centros masivos de
adoctrinamiento que son parte del sistema educativo estatal que se refuerza con
la programación televisiva también del Estado, internet, los comics y el cine
de Hollywood ahora fusionados en “cinecomic” de gran éxito aunque sean burdas
producciones enfocadas a adolescentes oligofrénicos así también como el cine
histórico y social, excelentes herramientas de la propaganda basada en
sentimientos y la inmovilización del pensamiento racional. Hoy más que nunca
antes los niños tienen acceso ilimitado al entretenimiento, produciendo por
cierto una mitología estéril que no los hace mejores en ningún aspecto, que
destruye la creatividad y fomenta la autodestrucción como un ideal de la
sociedad moderna post humana, una sociedad enteramente manipulada, anestesiada,
dócil, acrítica a quienes se les reducirá o disminuirá la salud mental según
filias y fobias dominantes porque siempre son cambiantes así como las
preferencias políticas, la dieta, la religión, las carreras profesionales y los
hábitos de consumo deseados por el Ojo
que todo lo ve.
El totalitarismo funciona, ahí tenemos a China y su férreo
control social y que es el modelo a seguir por el estatismo mundial actualmente
controlan todo aspecto de la vida social. En China no hubo una consistente
idiotización como la de Estados Unidos y su industria del entretenimiento, allá
desde hace mucho se obedece lo que el gobierno dice o se elige morir. Hay un
afán occidental porque el hombre arrastre su pensamiento adolescente hasta
donde llegue, siempre hay un interés de que se vuelva a la niñez, a la
disminución, al empequeñecimiento del individuo y el fortalecimiento del alma
colectiva. La disminución se va logrando por fases educativas, laborales y de
entretenimiento que son los compañeros inseparables de todo occidental. También
contribuye el alcoholismo y drogadicción y una educación pseudocientífica capaz
de destruir el alma creativa de todo aquel sometido, sin cultura ni pasión por
el conocimiento ni la verdad. Este nihilismo se refleja en la música popular,
en el arte contemporáneo, en cine e historietas de consumo masivo. El internet
(Netflix) con entretenimiento aún más sofisticado que en la televisión,
mensajes subliminales y manipulación mental sin tregua.
EUA es el país donde más se invierte en la ficción y es
líder de entretenimiento masivo y principal influencia occidental en el manejo
de los más grandes medios. Todo lo que cree el pueblo estadounidense es falso.
La ciencia ficción (sci-fi) y su cultura de masas es una industria grande a
nivel mundial. Un país que sin pena (ni gloria) reparte democracia y “libertad”
por todo el mundo y el entretenimiento que produce lleva su principal
distintivo. La ficción americana no tiene sustitutos. Por ejemplo son los
principales promotores de la ficción democrática, que es el pueblo sencillo y
sus decisiones electorales quien gobierna esa gran nación y así tenemos a sus
celebridades repitiendo esto en todo momento acerca del amado país de las
barras y las estrellas y un público fascinando y fanatizado que los adora y su
marca en el cine de ficción es inigualable, cuentan con millones que están a la
espera de estrenos semanales de películas. Son como niños entreteniéndose con
cualquier bobada que empaqueten como cine de ciencia ficción.
Este tipo de
cine, el favorito de la nación, tiene un rasgo que los distingue de otros géneros
es la constante producción de películas de desastres, de seres extraterrestres,
de zombis, cine distópico y transhumanista de robots asesinos. Orden a través
del caos drenando poco a poco e imperceptiblemente el razonamiento ya de por sí
atiborrado de ingeniería social eugenista, programación predictiva y terrorismo
psicológico, así como la constante desensibilización de la violencia, la
aceptación de lo vulgar y la promoción del fracaso que lentamente programa y re
programa el pensamiento colectivo. Millones creyendo lo mismo, es el resultado.
Estados Unidos de América, país sede de la NASA y su máximo logro” la supuesta
estación espacial ISS y sus miles de satélites “alrededor del mundo” con
quienes controlan al mundo, según los menos avispados conspiranoicos aunque ya
sabemos que sólo lo malo es cierto. Todo en la NASA es simulado: el viaje a la
luna, el viaje a Marte, el viaje de Rusia y China a la luna, el carro de Elon
Musk en el espacio son un fraude probado, fuera ya de toda duda. Los supuestos
astronautas que están ahora mismo en la estación espacial aparecen colgados en arnés
simulando estar flotando en el espacio donde no existe la gravedad y sus
filmaciones hechas en un studio fílmico profesional con pantallas verdes y
enormes piscinas donde simulan estar en el espacio haciendo reparaciones
exteriores a la dichosa estación espacial. Otra que la NASA es una dependencia
militar para el control mental mundial y tiene sus similares en todas las
grandes potencias como Rusia, Japón y China todas bajo el mismo concepto de
imágenes digitales del espacio exterior promoviendo el heliocentrismo como el
máximo rector de nuestra galaxia y no que este gira alrededor de la tierra en
coordinación con la luna. En USA la mayoría de la gente cree en la NASA y no
solo que están en el espacio y no lo cuestionan porque ya están educados así
desde un principio. De hecho a quienes cuestionan la veracidad de la NASA los
ven como gente tonta e ignorante con quien no es conveniente cruzar palabra o
algunos intentan ridiculizarlos en las redes sociales. Por generaciones vieron
en tv una infinidad de programas espaciales, series, películas, caricaturas y
revistas; el espacio y las galaxias están en todas partes, en los cereales, en
los juguetes, en los libros de texto, en facebook. Cualquiera que dude es visto
como un bicho raro. Su disonancia cognitiva les obliga a cerrarse a pensar
contrario a como ellos fueron educados: que todo surgió de la nada luego de una
gran explosión (Big Bang) y que sin mediar nadie ni nada, nuestro “planeta”,
nuestros ecosistemas, el solo, la luna y los mares se hicieron al azar en un
proceso que duró millones y millones de años en volverse orden.
Política y ficción
La ficción no es solamente la base de la religión, lo es
también de la política. Una de las primeras lecciones que nos enseña la
política es la de pensar que gobernar es un trabajo noble y no un privilegio de
clase. La política no puede tratarse de un trabajo, de una profesión, salir en
tv, hacer declaraciones, firmar documentos, no es un trabajo. Es solo un
privilegio de clase, ser político con poderes es una inversión en imagen y
publicidad así como la compra de apoyos dentro de los partidos. El político es
un mentiroso profesional. Las personas nobles, que trabajan, que hacen el bien,
no desean gobernar a los demás, no sienten la necesidad de formar parte de un
sistema estatista parasitario para controlar a una masa ya preparada para no
pensar en la probabilidad de gobernarse a sí misma. La política es ficción
porque se basa en un régimen ficticio, la democracia, una simulación electorera
que hace creer al pueblo ya anestesiado de ficción desde que nace que puede
influir en las decisiones políticas de su país, estado o ciudad cuando ya se
sabe que el presidente es seleccionado por el establishment, no elegido por el
pueblo. Allí tenemos el caso de México y el triunfo de López Obrador el 1 julio
de 2018 y que mientras iban contando apenas el 1.8% de los votos los medios en
contubernio con el estado y los propios lo declararon vencedor imparable de las
elecciones y los rivales de inmediato reconocieron su triunfo. La gente dio por
real el triunfo, ni siquiera percibió lo mal hecho de la estafa electoral,
quizás a propósito, o por descuido, ya no importa. Es preferible pensar que las
cosas sucedieron así y que como en todo se descuidan detalles. No hay crimen
perfecto. En un futuro el proceso electoral (en los lugares que aun existan
elecciones) serán desde la comodidad del teléfono, así más fácil será controlar
los algoritmos y el resultado total de la elección ficticia pero haciéndola
parecer no solo real sino hasta mejorada, futurista, real, honrada y efectiva.
El elector del futuro elegirá en base a las emociones que les produzcan sus
candidatos, actores con verdadera preparación y carisma, que además sería el
que más invierte en imagen y propaganda para asegurar el triunfo de su
inversión haciéndose así de los poderes de que les alquila el sistema para su
propio enriquecimiento en base a la credibilidad que es un capital intangible y
que van perdiendo conforme “gobiernan” a un pueblo ingenuo familiarizado con
todo sistema de control político, económico, religioso y cultural. El esclavo
no se liberará mientras siga pensando equivocadamente que es libre. La gente
prefiere la ficción porque fue educada y formada intelectualmente con el
constantemente espoleado por la ficción en todos sus ámbitos. La verdad incómoda,
la verdad es odiosa, la verdad no es mercancía, la gente no quiere ya ver las
cosas desde la verdad. La teme y la odia. La ficción es un deleite, un escape,
prescindir constante de la responsabilidad siempre abrumadora y exigente. La
ficción complace, es adictiva. Lo mismo las drogas y sus paraísos artificiales,
una conexión con la ficción y un escape que nos enajena. Droga y artificio,
droga y ficción son unos binomios que nos permiten alejarnos de la realidad
aunque sea por poco tiempo sin que el ser perciba su propia aniquilación. Se
odia lo genuino, lo honrado, lo sabio, lo intelectual porque difiere de la
colectividad y el adoctrinamiento masivo. Quienes no están tan inmersos en la
ficción son odiados, perseguidos y censurados así como incomprendidos
socialmente por salirse de la caja, por no creer que los océanos puedan
doblarse a una bola de piedra que gira a miles de kilómetros por hora sobre su
mismo eje y que sin embargo tal movimiento es imperceptible por un sinfín de
maromas intelectuales que suelen esgrimir los científicos para opacar al
sentido común como diciendo siempre:” nosotros somos los únicos que sabemos,
ustedes no porque no son científicos así que callen y déjennos trabajar “
Cuando nace la duda en un una ovejita que se sale del redil siente una angustia
y de inmediato busca apoyo en la pseudociencia espacial para sentirse seguro de
lo que cree acerca del mundo y el universo y de lo que muchos se han comenzado
a cuestionar. Si la ciencia no les basta ahí están las películas de Hollywood,
la música, los noticieros, los libros escolares, la vulgaridad no duele
poseerla. Nada es puro e inocente, nada queremos ya que sea real, todo lo
queremos ficticio, lúdico, pasable, olvidable. Si la realidad nos pasa a
escrutinio, resulta que ya no tenemos nada interesante, ni interés por la
cultura, por el arte, por nada. Ahora hasta la comida es ficticia.
Supuestamente comemos embutidos de res, pavo o cerdo y no, es carne sintética
de soya industrializada. Igual los alimentos procesados que ni alimentan porque
tienen aspecto, aroma y hasta sabor de alimentos pero ya no lo son. Y ni
respingamos. Solo comemos. Igual los dulces, las botanas, la cerveza
industrializada es lo mismo, poco o nada real, ficción. Este es el futuro
atorado en una trampa para elefantes. Es triste atestiguar estos tiempos
actuales de la soberana ficción en todo lugar. Ya ni en las iglesias, ni en los
alimentos, ni en la diversión. Todo es ficticio y estúpido. Y todos inclinados
a amar por siempre la falsedad, la ilusión y la idiotez. Un estatuto que emplea
la ficción y el engaño como la forma más eficaz de controlar a la humanidad
desde adentro, desde donde surge todo en el ser humano, su pensamiento. La
mente es todo y esta desconoce lo real, lo verdadero. Con gusto acepta lo malo,
lo pervertido, lo violento y estúpido aun inconscientemente. Ahí tenemos los
resultados de un mundo así, un mundo falso y en caos sempiterno y deprimente
pues la humanidad no está lista para conocer las cosas de otra forma pues en
caso de que las descubriera, no le interesarían. Lo ficticio, lo estúpido, lo
malo, es su mayor inclinación y así ha sido siempre sin importar la región.
Todo mundo adora la ficción en detrimento de lo verdadero, de lo único, de los
irrepetible y lo genuino. La ficción es una herramienta de control. Tenemos
ahora unos gobiernos que quieren ser admirados y reconocidos porque prefirieron
engañar que mandarnos a otras guerras, igual también ficticias. Estamos
acabados, enfermos, reducidos, anestesiados, vacunados, atarantados,
sobresaturados de información, vencidos, viviendo las vidas falsas en los
tiempos más estúpidos y decadentes y con rumbo a la nada. Lo peor es que en toda
la historia no ha sido distinto. El control mental de la humanidad parecía
buscar la sofisticación que a los autócratas y potestades del hoy, genios del
control mental y religioso, ya ni siquiera les importa el no ser vistos ni
descubiertos. Es grande y poderosa su hazaña basada en la nada, como todo.