sábado, 25 de marzo de 2023

HASTA EL FIN DEL MUNDO

 


La verdad es que desde la pandemia a la fecha he pensado que ya todo puede suceder, hasta el fin del mundo, tal y como lo conocimos por siglos. Hay una inversión en todas las cosas que hoy mismo se debate si en verdad 2 mas 2 es 4. A mi no me importa el hype, la propaganda. Si me interesan las cosas apocalípticas son sólo aquellas de las que la Iglesia católica ha hablado todo el tiempo. Experiencias y creencias particulares al respecto me importan un nabo.
Mientras no vea caer a las estrellas el Mesías real no viene de regreso. ¿Seremos tan afortunados nosotros, simples mortales, de presenciar el fin de los tiempos? Quiera Dios. Y de ser cierto habrán muchos que se llevarán una gran sorpresa pues un evento de esa magnitud sería algo universal.


Aquí bajita la mano, bajo el agua, bajo la mesa, bajo un puente, en mi sorda insignificancia, espero y hago oración para que todo empeore y entonces veamos venir al Rey de reyes. Mientras tanto sigo en servicio, hago lo que tengo que hacer y descanso cuando no hay nada. ¿Qué hacemos los insignificantes? Creer. Confiar en una inteligencia superior nos ilumine ya que nosotros estamos muy pendejos y con la mente embotada mayormente sujeta a cosas sin una verdadera importancia, como la popularidad, la exhibición, la vulgaridad y todo aquello que creemos que nos hace únicos.


Como ya todo está al revés se permite cualquier cosa. Seguido pienso en lo chingón que es ser un don nadie. Que nadie te invite a tomar, a drogarte, a comer, a tomar un café, a jugar dominó ni mucho menos a coger. Pero la cosa no queda ahí: nadie te invita a nada nuevo, diverso, cultural, porque casi no hay nada a donde ir que no sea beber y tragar cochinero. Bueno, así es nuestra vida en esta esquina del mundo. 



Me levanto temprano y agradezco a Dios un nuevo día más que se ha tentado el corazón para todos nosotros y seamos mejores personas, que tengamos en mente las cosas eternas, eso es bueno, le da un sentido, un propósito a todo aquel que tenga la humildad de aceptarlo. Lo contrario es creer que sólo hay una vida y hay que vivirla a gusto, muchas de las veces, a lo pendejo. Entonces creer que se tiene un propósito en la vida define radicalmente en la manera de ver y vivir la vida así sea desde la insignificancia. Así de ahora sí se acaba el mundo que nos agarre pensando humildemente ya que si nos creemos muy chingones, muy duros, que todas las podemos, la decepción será mejor.

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