domingo, 16 de febrero de 2020
MECANICOS MUERTOS: Las más famosas y letales
En el pueblo de Rosarito hay muchos drogadictos en la calle, gente que no tiene otra cosa en la mente más que sexo y drogas/drogas y sexo. Yo soy igual que ellos, la única diferencia es que yo me pongo a escribir y los drogos nunca se interesan por la literatura. Y que yo jamás consumo drogas que me quiten lo sexy ni que me hagan perder el estilo. Las drogas favoritas de todas las ratas callejeras son la heroína y el cristal. Esta última de las más baratas y fáciles de conseguir en cualquier lado: afuera de un oxxo, en una iglesia cristiana, en el río de mierda que va al mar en plena zona céntrica del pueblo y donde se esconden los drogos a fumarla, coger y venderla. Quita el hambre, da mucha energía y como pone la sangre caliente lo más común es querer fornicar con cualquiera que se atraviese bajo la influencia de esta droga que para fortuna de todos no es mortal. Esa droga no es apta para suicidas impacientes. El abuso perjudica el deseo de coger. Y también de hacer cualquier cosa provechosa, perderle el gusto a lo bello, lo bueno y lo sublime. Valores de gente fifí que no comparten los dragones insomnes. Si siguen con vida, si continúan comiendo, su único deseo es vivir para drogarse hasta quedar como putas momias de Guanajuato. Fumar crico es la manera más rápida de adelgazar. He sabido que la cocaína ha orillado a la prostitución a quienes se enganchan y son pobres, hombres y mujeres. Hasta se meten a la política para que la droga nunca les falte. Hay rumores en el aire de que las mujeres del pueblo se hacen putas por pequeñas dosis de esa mierda. Sepa Dios que se anden metiendo por las chatas, aspirinas molidas con unas gotas de metanfetaminas y un 0.1% de cocaína original. Quienes son heroinómanos son los menos. Supe que dos muchachas enviciadas se les pasaron las cucharadas y se murieron. Ambas fueron halladas todavía sonriendo y con las jeringas colgándoles del brazo. Una fue encontrada en su domicilio en un cuartucho de la colonia Primo Tapia y la otra en el basurero municipal. Esta última difuntita tenía por lo menos cinco meses de embarazo.
(fragmento)