Todo lo feo debe, por lo menos, tener la decencia de esconderse, de desaparecer para siempre a la vista de los demás.
Hacer lo contrario a los drag queen que muestran su fealdad en espectáculos o las redes sociales.
Estar gordo, feo, incompleto, viejo decrépito, no bañarse, ser un corriente barbaján, un naco, inculto, pendejo. Permanezcan encerrados en sus cuartos, en sus casas. No asusten a la gente, a los niños ni a los animales domésticos.
Hagan un favor a la humanidad y permanezcan encerrados, desconocidos.
Toda la fealdad debe esconderse.
Yo, que no me considero un abominable, casi ni salgo ni tengo amigos. Y trato de publicar cosas cool, positivas, cosas buenas. Y lo feo ocultarlo, tirarlo o por lo menos tener el buen gusto de nunca públicarlo. ¿Para qué? Por lo menos que alguien pague por la fealdad, por afectar al arte, la verdad, la razón. Por lo menos que no sea gratis.
La fealdad se reproduce. Crece y luego domina. Destruye la verdad, la belleza, el bien mismo.
La cultura, la verdadera cultura, separa la fealdad. Por ejemplo los japoneses son personas muy feas y raras. Pero mayormente se esconden. Y hacen cosas buenas, bellas, agradables. En su cultura popular se nota. Gente fea haciendo cosas bellas y atractivas. Debemos seguir su ejemplo.
En lo cultural lo feo, lo vulgar, el arte chafa, debe quedarse en el inframundo, en las alcantarillas.
Personajes de la cultura feos, ateos, drag queens, comunistas, gordos, greñudos, jipis, mujeres de izquierda, deben salir de noche solamente cuando la gente que se baña y va a misa los domingos ya se pone a descansar a las 10 de la noche.
La gente fea debe extinguirse. De preferencia en el anonimato.
La gente fea pero buena siempre se esconde.
Verdeth