La última vez que me abrí de corazón con una persona que ya no es gente, le conté mis aflicciones, mi duro ďestino artístico, mi angustia, melancolía y negatividad.
¿Qué creen que me dijo?
Que uno se sentía como quería sentirse. Que reduzcan todo lo que me pasa a la falta de positivismo en mi vida. Porque ellos saben mucho y uno es pendejo porque quiere.
Así nomás. Pinches sinvergüenzas, miserables egoístas ¿cómo no lo pensé antes? Basta con hacer lo que uno quiere y toda nuestra vida se resuelve mágicamente. Al escribir uno tiene una charla primero consigo mismo. Luego con su lector. La gente común no soporta la realidad, menos los problemas espirituales de los otros.
El creyente te dice qué busques a Dios, el pelado, el ególatra que pienses positivamente.
No entienden ni quieren entender.
Los platos rotos