He sido testigo en estas campañas presidenciales que si alguien ataca o insulta a los candidatos de la oposición, los simpatizantes de esta gente, en los que me incluyo, no hacemos mucho caso. Decimos o pensamos algo así como "chairos ardidos" y ya, seguimos con nuestras vidas.
Yo le voy a Xochitl Gálvez y me beneficia que hablen bien o mal de ella, pero que hablen los pinches chairos.
Pero no diga uno cualquier crítica al Cacas, a su criatura, a los gordos de sus hijos porque de inmediato salen por todos lados en las redes sociales los chairos odiadores que hasta nos desean la muerte. Si, nos desean la muerte a todos aquellos que no queremos a cacamlo, a quienes no le creemos ni una mierda.
A mi me han deseado la muerte por ser de "derecha", por no ser de izquierda, por ser anticacas, por criticar a los chairos.
Cuando hago una crítica no es con la finalidad que gente desconocida se moleste y me desee la muerte. Porque entiendo que las críticas son para que quienes las reciban cambien, dejen de mentir o mejoren sus formas. El cerebro chairo, lleno de odio, division y resentimiento comunista entiende las críticas como insultos a sueldo, como corrupción social y un acto de mala fe. Les han hecho creer que los de su ideología, partido, mafia e ídolo ellos son seres perfectos destinados a gobernar por derecho divino y sin que nadie los contradiga jamás.
Cuando alguien en las redes sociales defiende a los cacosos al punto de la abyección en mis publicaciones o en otras es cuando me doy cuenta de su odio hacia quienes no compartimos su poca o nula visión del derecho, de lo correcto, del bien común, de la patria, de los valores, de la justicia y la verdad.
Con gente mala no vale la pena discutir.