El sistema de valores Judío es completamente diferente al nuestro,
como sin duda se evidencia en su extraña y bárbara religión, así como
en los medios de “entretenimiento” que produce. Los medios mediáticos
americanos del presente fomentan únicamente los valores del Judío, animando
a la gente a ser egoísta y materialista, a ignorar la moral, a
participar en actos sexuales antinaturales y grotescos, a negar la
naturaleza espiritual del hombre. Nuestra
sociedad tradicional es todo lo opuesto – entre nosotros siempre ha
prevalecido un espíritu de hermandad, gente compasiva y solidaria con un
estándar moral muy elevado, un pueblo sexualmente conservador que
exalta la familia tradicional como núcleo de nuestro orden social, un
pueblo espiritual con la más alta consideración por la naturaleza divina
de nuestra existencia.
El
sistema educativo, bajo el control absoluto del Judío, desde la
guardería hasta la universidad, es uno de los principales contribuyentes
a esta destrucción cultural. Cuando el Judío consigue apropiarse de las
mentes de los jóvenes, se ve capacitado para moldear sus creencias y
valores a placer, y lo que se enseña en las escuelas conduce
directamente al adoctrinamiento que sufrimos bajo el aparato Mass Media
judío. A los niños se les enseña que la raza no existe (mientras que de forma sutil o no tan sutil aprenden que el hombre blanco es malvado), que el “sexo libre”, prácticas antinaturales para nuestra raza como la homosexualidad, son propias de un individuo sano; se les adoctrina en el multiculturalismo,
se les enseña el nihilismo de la evolución y el ateísmo. Hoy día casi
todas las Universidades se posicionan dentro de una línea terriblemente
marxista.
Aquí nos encontramos de nuevo con la táctica judía de explotar las debilidades humanas para conseguir sus objetivos. Sacan
provecho de las debilidades naturales que tenemos por la estimulación
sexual y la utilizan para destruir nuestro sistema de valores,
se aprovechan de nuestro deseo por una cohesión social, presentando una
visión sesgada del orden social, aprovechan la vulnerabilidad de las
mentes jóvenes que aún no están desarrolladas, explotan su compasión
natural contando historias del supuesto Holocausto, culpando al hombre
blanco de tráfico de esclavos negros que fue genuinamente judío,
distorsionando la realidad en torno a la colonización del norte de
América, todo ello con el propósito de volverlos débiles y maleables.
La Destrucción de la Solidaridad colectiva no-judía
Como he mencionado, el Judío funciona de una forma puramente tribal y colectivista.
Esto es por supuesto el estado natural del hombre, teniendo en cuenta
que nos hemos desarrollado a partir de sociedades tribales. Como ocurre
con la mayoría de los mamíferos, es un mecanismo de supervivencia que
nos viene de serie. Es en la solidaridad colectiva donde se origina toda
la fuerza de un pueblo, por ello el objetivo primordial de los Judíos
es asegurarse de que la conservan, mientras que nosotros la perdemos.
Existen diferentes formas de hacerlo. Una es la promoción del “individualismo”, un concepto tan extraño para el ser humano como podría serlo para una manada de perros salvajes. Esto nos lleva a luchar entre nosotros, a competir, en vez de cooperar,
y mientras estamos distraídos por esta ridícula ilusión de separación,
el Judío se hace cargo de todo. Se anima a la gente a tener sus propias
creencias y valores, a considerarse a sí mismos “separados” de la
sociedad por los gustos o aversiones que pudieran albergar hacia
diversas y conflictivas opiniones políticas, a identificarse con
asociaciones sectarias con sub-culturas, en lugar de adoptar una cultura
nacional unificada.