¿Cómo puedo crear algo o pensar en otra cosa mientras estás desnuda a unos metros de mí?
No me permites intelectualizar nada, todo me absorbes.
Desde el momento que fui por ti en la noche que venias vestida toda de negro, con mallas de red minifalda y zapatillas.
El rojo de tus labios contrastaba con los polvos que te emblanquecían el rostro.
Desde el tomarte de la mano, sentir que venias para estarte conmigo y esa ansia que me daba por conocer la sorpresa que tenías para mí esa noche.
Botellas de vino, cigarros, pastillas, mota, condones y todo era nuestro botín que me cercioré que traíamos hasta que prendí la luz del cuarto en el hotel.
Sin hablar, algún murmullo de vez en cuando, yo te besaba y mordía tu cuello.
Se me olvidaban todos los libros que he leído mientras tu me la chupabas toda hasta que te tocaba la campanilla mientras veía tus ojos y aprovechabas para tomarme de la punta y tratarme a lengüetazos, el arte que he hecho y visto de otros esa noche eran nada mientras te penetraba y tu gemías mientras mordías mis labios luego mi cuello y hombros. Quedé todo marcado por tus filosos dientes. Se sentía bien que te comportaras como una gata en celo.
Yo era un cerdo adentro de ti.
Todo tu ser llevaba un sabor delicioso aquella noche especial donde ni un solo poema me ha dicho lo que tu hiciste y sin decir o escribir una sola palabra.
Es difícil pensar en las grandes historias, en las constantes evocaciones espirituales del arte si te tengo encima de mí con tu sexo restregándose en mi boca. Me lo agarrabas con una mano y lo que te sobraba lo chupabas tan delicioso que no pude contenerme cuando estallé en tu boca.
Luego te quitaste y sonreías de lo mas lindo aun con mi néctar en la boca y que escurría hasta tus senos grandes y erectos. Te haría un monumento.
Bañarnos juntos y comenzar la faena, por horas. Llegamos cuando en las calles todo estaba abierto y había gente circulando y no acabamos hasta casi amanecer.
El ultimo coito fue el mejor pues tú estabas borracha y fumada y yo solo te pedí que te pusieras boca abajo pero levantando tus nalgas hacia a mi.
Delicioso ese pequeño trasero y tú te veías al espejo mientras yo con el pene frotaba tus labios vaginales, esto con el fin de conseguir mi tercera erección.
¿Quién puede pensar en el espíritu, en el arte o en cualquier otra cosa mientras tengo mi lengua metida en tu vagina y alternadamente en tu cálido culo?
Te penetro jalando tus nalgas hacia mi y tus gritos de placer son mejores que cualquier canción de amor.
Traté de no cogerte así mucho porque no me gustaba la idea de que te pusieras tan drogada sino que estuvieras más consiente.
Entonces te puse a chupármela de nuevo e incluso te pedí que me hicieras una puñeta rusa, que me frotaras con tus tetas arriba y abajo, pero no supiste cómo o te dio la flojera.
De cualquier manera yo estaba encantado mientras me la chupabas y lamías mis bolas y me veías a los ojos fijamente aunque siempre me daban cosquillas por el metal en tu lengua.
Encima de mi y metiéndotela levemente mientras clavaba mis dedos en tu cintura y pancita el aroma que salía de tu coño olía mejor que el perfume más caro del Sanborn’s
El sudor calientito debajo de tus senos, toda tú eras el gran placer, especialmente esa noche, hija de puta.
Me di cuenta que en verdad me amabas cuando me dejaste metértela un poco por el culito.
Solo un poco porque no estabas acostumbrada y todavía te dolía mucho, pero no importa, lo que cuenta es la intención y la disponibilidad.
Pero entonces me hiciste reventar de nuevo y salpicarte nalgas, espalda y cabello. Y pues no era shampoo para que tuvieras mi semen embarrado en tu cabello.
Luego te abracé del vientre y me caí sin fuerzas encima de ti y nos habremos quedado una hora dormidos, inmóviles, olvidándonos del mundo, de la gente y de nosotros mismos sin recordar lo que somos y ni a qué hemos venido.
Mientras dormías te estuve chupando la cerecita, cada 5 minutos gemías. Luego me sujetabas de la cabeza fuertemente y unos segundos después me soltabas y exhalabas, te tapabas la boca, chupabas tus dedos y apretabas mi cara con tu entrepierna.
Por esa sensación tuve un despertar de conciencia y desde entonces la vida es para mí una maravillosa oportunidad de existir en armonía, aunque de eso que hubo contigo no haya todos los días.
Vale la pena. Simplemente es así.
Muchas gracias por existir en estos tiempos maravillosos.
vERDETh