Si usted es un padre de familia súper irresponsable, programe a su hijo mentalmente para que este sea un tremendo gei, homosensual, sodomita, Michael Jackson, Marilyn Manson, actor de teatro, Ricky Martin, marisco, político, luchador, levantador de pesas o masón, y no fracase en el intento. Antes que nada abandone a su hijo. No necesariamente usted tiene que largarse de casa o irse a formar otra familia. No al principio.
Hay que abandonar a su hijo emocionalmente no tomándolo nunca en cuenta para nada. Hágase el indiferente y viva como si su hijo no existiera y fuese tan sólo un producto de su imaginación. Que la criatura nunca sienta ningún tipo de afecto de su parte. No se preocupe, pretextos no le faltarán para ocuparse mejor en otro tipo de cosas y pueda dañar bien a su hijo, como por ejemplo el futbol, el boxeo o las borracheras con sus amigos. Ya sabe usted muy bien que esas cosas no pueden esperar demasiado, y la homosexualidad de su hijo es un proceso lento y doloroso, pero con resultados favorables. Ya verá.
Si el niño quiere jugar con usted, evítelo y mejor préndale la tv para que se entretenga viendo caricaturas de ponys, unicornios, princesitas, barbie’s, Plaza Sésamo (Enrique y Beto que duermen juntos), o a Bob Esponja, las caricaturas más gay y masonas, valga la redundancia, de todos los tiempos. Si lo que desea es que su hijo sea el sodomita que usted no se atrevió a ser, considere la televisión y el entretenimiento streaming como su grandes aliados para lograrlo.
Aproveche que en la tv ya no se hace escarnio de la homosexualidad, sino todo lo contrario, hoy por hoy el homosexualismo es ya un valor, un bien deseable y hasta de buen gusto, de tal forma que los geis ya cuentan ahora con más espacios y plataformas donde explayarse y hasta son bien vistos, tolerados, queridos y mimados tanto los geis de closet como los valientes que se les nota a kilómetros y que lo gritan a los cuatro vientos. Y hasta ganan buen dinero en los salones de belleza o como comentaristas de la farándula.
No le diga nada a su mariquita si este juega con cosas de niña o si ve programas para muchachas o señoras. Ningún regaño o reclamo. Mejor cómprele sus propias cosas de color rosita, póngale las zapatillas de su mujer y que se recree en su lado femenino, ese que usted ha rechazado desde su infancia por temor al rechazo de su padre, o sea, el abuelo de su hijo el gei. Porque si usted programa a su hijo en la onda gei es porque no tuvo a oportunidad de serlo. Y como seguramente usted cree que “sólo se vive una vez” hoy lamenta el tiempo perdido.
Cuando su hijo hable como niña y camine rapidito, quebrado y parando las nalguitas, ya es tiempo de que lo abandone ahora sí totalmente antes de que lo avergüence en público y sienta usted pena. Que el niño quede al cuidado exclusivo de su madre o de la abuelita, siempre tan consentidoras y comprensivas. Pero siga aportando económicamente para que su ex mujer no se le case de nuevo y le toque un marido que meta en cintura a su hijo gei y lo haga hombrecito a golpes, burlas y castigos. Y seguro lo hará porque al cabo que ni es su hijo ni salió de sus huevos. Entonces evítelo a toda costa y su ex ya hallará después quienes la pongan en cuatro patas, a 20 uñas, y usted no pierda la concentración en lograr que su hijo sea sodomita, recuerde que la homosensalidad de su hijo le proveerá grandes aventuras y satisfacciones y la cumbre más alta de la felicidad humana. Nunca se le aburrirá porque la jotería es lo de hoy, como nunca antes.
Si ya vienen raros de nacimiento, usted no debe interferir el desarrollo homosexual de la niñez. Cuando su hijo llegue a la adolescencia con bastante kilometraje gei mental recorrido, es el tiempo ideal para que él comience a entenderse con otros muchachitos sodomitas amantes del chorizo de puerco. La adolescencia es como la preparatoria gei de la universidad de la vida rosa y loca. Con esas amistades comenzará a convivir y compartir intereses y aficiones como acudir a comercios especializados, intercambiar maquillajes, blusitas pegadas al cuerpo, ropa ajustada, pantalones capri, mocasines, sandalias azul-eléctrico con florecitas guindas y entrar a las redes sociales gay por internet donde es muy cotizada la carne fresca de jotito.
Ya todo es gay, netflix, youtube, facebook, instagram, nada más donde usted puede ver el desarrollo gei de su vástago en línea sin la necesidad de hacerse presente en su vida pues para estas alturas ya siendo adulto seguramente su hijo ya lo odiaría y sentirá un enorme coraje de vivir y un gran desprecio por usted y que se desahogará teniendo sexo con cuanto cabrón se lo solicite en los baños públicos, en vapores y en orgias privadas donde se bañan de miasmas y otras excrecencias. Para entonces su hijo ya se tomará fotos en botas color rosa fiucha y pelucas moradas y de colores fosforescentes. Ahí aparecerá con sus consoladores de baterías de 28 pulgadas y de baterías recargables (porque las baterías comunes son muy caras y no duran)
O bien puede optar por ir a verlo a un show en los bares gei que siempre huelen a mierda, marisquería, sarro y cloro y donde su hijo hace una imitación de Paquita la del Barrio y ya con eso sentirse “artista”, entonces también ya se habrá hecho la operación jarocha. (Cortarse el pene y ponerse vagina) y tendrá tetas y nalgas repletas de aceite de cocina o de aceite de motor, para que cuando le propinen una patada homofóbica se le pudra el culo. A su hijo, no a usted. Aunque en realidad quien se lo merezca sea usted. A estas alturas que no le extrañe en absoluto que su hijo sea ateo y blasfeme a diario y usted esté completamente alejado de Dios, al cabo que a usted y a su hijo necesitarán del alguien o de algo a quien echarle la culpa de sus miserias, errores y malas decisiones. Pero logró su objetivo: que su hijo sea homosexual de alto calibre y usted un imbécil. No se apure, es la moda, es lo de hoy pues. Y no se olvide de algo: meterlo a escuela pública que si no todo será en vano.
Escuela pública = centro de adoctrinamiento ateo, masónico, homosexual y espacial.
David Gordon