Ya ni hablar de un hipotético público, una abstracción o alucinación porque si mal no recuerdo jamás he tenido un gran grupo de gente que me escuche, con la que conviva o ni siquiera con quien mantener correspondencia electrónica.
Recientemente he decidido dejar de fumar mariguana, hierba con la que he tenido una relación de amor y odio. La amodio, sí señor.
En los momentos que más la necesito, periodos de estrés, tristeza, soledad y melancolía, brilla por su ausencia. Mi ángel de la guarda bloquea cualquier cantidad de hierba que esté destinada para mí. Hace poco mandé a volar a un conocido que pudiera conseguirme la mariguana de diez veces que le pedí sólo me consiguió una vez un poco. Él diario la fuma, pero bueno.
No la merezco.
Líbranos Señor de todo mal, a diario rezo.
Gente, situaciones, sustancias, peligros, Dios me toma muy en cuenta mis peticiones. Ya que a todo mundo le cago, ni en redes sociales me pelan, me he vuelto más lector, más meditabundo. Y un poco más religioso en el sentido de que en verdad quiero ser una mejor persona. No ser amado, comprendido, famoso ni querido. Ser mejor persona ante los ojos de Dios. Soy de esos loquitos que aunque la Iglesia está un poco enferma, se que toda esa decadencia y daño no es irreversible, no me impide ir a misa, creer, orar y disfrutar de mi fe. Sobre algo verdadero nos debemos asir para navegar en éste mundo tan falso. Tengo un blog, unas redes sociales pero ninguna me tiene a mí.
No me queda de otra más seguir siendo pero acabando con la fealdad y mentira que pueda sucederme.
Se cierra el corazón un tiempo considerable para hacer reparaciones, ajustes, pero pensando mayormente en abrirlo de nuevo y con más experiencia.
Esto último lo pensaba hace 12 años.
Verdeth