lunes, 19 de diciembre de 2022

ANTES DE QUE EL MUNDO DESAPAREZCA

 


Del 2020 a la fecha percibo un deterioro en lo social, moral, económico y espiritual que tristemente no había notado en otros tiempos pero ni en los peores. Las fiestas de fin de año anteriormente marcaban la diferencia, ahora da lo mismo si se celebran las fiestas religiosas o no pues no hay mucha diferencia ahora entre navidad y una típica borrachera buchona de fin de semana. Todo se ha deteriorado, antes había más alegría y unidad. 

Hay un evidente empeoramiento. Hoy hay más pobreza, división, envidia y odio. Mucho menos tolerancia y empatía. Todo mundo anda de prisa y estresado, a todos parecer urgirles largarse a encerrarse a su casas para amargarse y autodestruirse, con o sin familia. Da lo mismo.


Ya no estamos haciendo viejos huesos, el infierno se presenta ante nuestros ojos, el enemigo está entre nosotros en la escuela, el trabajo, la iglesia, el barrio, el gobierno, los medios masivos y prácticamente en todo lugar, en ninguna parte se está a salvo de esta ola de odio y envidia.


Si hablamos de la importancia que tiene la religión como un instrumento de paz la mayoría de gente la toma peor que la peste, peor que el SIDA, aquella enfermedad que consternó al mundo entero a finales del siglo pasado. Habla de Dios y la mayoría se te quedará viendo como zombies, otros con desdén, la mayoria con indiferencia o rechazo.

 ¿No tienen conciencia? ¿no sienten que están pecando? No se la creen que podemos morir en cualquier momento. 


Entonces pienso que ya todo es inevitable, que el fin del mundo es inminente. Pero antes creo que veremos un leve periodo de paz, de armonía, de verdadera libertad y concordia, de reconciliación. Lamentablemente será demasiado tarde, ese periodo, creo yo, no durará demasiado. Todos y cada uno experimentamos desde siempre nuestro propio y a veces lento final. 

Pero la humanidad es un ente que deberá experimentarlo en todos los niveles y por gracia divina, como una última oportunidad de perdonarnos, de convivir como Dios lo ha querido antes de que el mal desaparezca por completo del mundo.

David Gordon