Las máscaras de lucha son parte muy importante de la cultura de la lucha libre. Mayormente son muy artísticas y sus diseños son muy interesantes. El apego que tiene un luchador por su máscara suele ser muy grande. A veces apuestan sus máscaras y cuando la pierden pasa que ya no se sienten igual. Es raro que un deportista de otras disciplinas oculten su identidad, por el contrario parece ser algo de mucha importancia que el deportista sea identificado ya que los deportistas abundan en todas las disciplinas. En la lucha libre la identidad de un gladiador debe mantenerse en secreto. Originalmente los luchadores se cubrían el rostro para poder llevar su vida normal pues la actividad deportiva profesional como espectáculo muchas veces los luchadores se meten con el público. Antes también la lucha libre era como el patito feo de los deportes aparte de los más mal pagados y los luchadores preferían mantenerse incógnitos.
Muy pocos luchadores siguen siendo ellos mismos si pierden la máscara. De hecho en USA los luchadores más famosos prefieren no enmascararse, salvo algunas excepciones. Luchadores de origen mexicano que triunfaron en USA llevaron en alto su cultura lucha libre e incluso así se le dice al wrestling por ellos y su particular estilo.
Una excepción de esto es el Rey Mysterio que ya no es tan misterioso. De hecho "perdió" su máscara contra Kevin Nach y el sandieguino poco después la volvió a usar. Y todo mundo lo conoce y para él parece no haber problema. Eso no le quita sus grandes logros que cosechó por todo el mundo donde ha luchado.
Una prueba de que un trapo en la cara no hace la diferencia. Hay luchadores enmascarados que piden millones por exponer sus máscara, una cifra exorbitante y obvio que no hay quien se los ponga porque es un apego a la máscara que cobran tanto para no perderse. Incluso hay luchadores que son enterrados con la tapa puesta porque la máscara para el luchador es cuestión de honor. Bueno, pues cada quien.