Veo con mucha pena antropológica, tristeza y dolor que prácticamente de toda la gente que conozco en ninguna persona está el Reino de los Cielos, no hay una virtud, un supremo amor, un ideal. Todos buscan encajar, agradar, hacer y deshacer, adaptarse y hasta darle una manita de gato, a éste mundo sin remedio.
Buscan ser felices aquí y de ese modo, con esa mira tan corta, sin un ideal incendiando su espíritu, simplemente no lo lograrán.
Hasta la "gente de Dios" está corrompida y engañada y sus esfuerzos se diluyen en sobrevivir en éste estado inferior de humanidad y todos creen que no hay de otra razón para vivir como si nada más valiera la pena.
Que la política, los negocios, el sexo, las drogas, el alcoholismo, el baile, los estudios, el trabajo. Insisto: ¿y los ideales, los ensueños, la espiritualidad genuina? Nada.
No les importa nada. Su única meta es adaptar sus carnes flácidas a éste mundo, a éste sistema satánico y economía cabalistica como si no hubiera un mañana y vivir lejos de Dios y de la Verdad. Qué lamentable es que todo en la vida se trate de adaptarse al mal, al error, al sinsentido y a la blasfemia. Gobierno, patria, educación, igualdad, socialismo siglo 21, inclusión, tolerancia, todas y todes, ellas primero, las mujeres primero en todo, nunca más el hombre primero, el hombre debe ser esclavo de la mujer porque el hombre salió de la mujer desde un principio. La historia se repite a diario desde el Génesis a la actualidad. El hombre queriendo volar a Dios mientras la mujer pretendiendo ser diosa y que la traten como tal porque da placer sexual y es bella. Y ya. Dios sólo les importa a las monjas y a las ancianas.
Aspiramos a ser como los americanos en un sistema que cada día se asemeja al modelo chino materialista y ateo de oriente.
Y tenemos el mundo actual conducido por las mujeres y que nos llevan a un hundimiento inevitable. Y el hombre básico, sin mirar al Cielo nunca hundido en su propia pecaminosidad, sin ojo crítico de sí mismo ni de todo lo demás lo único que busca es la adaptación al mundo que no se mueve ni va a ningún lado. Todo es vanidad.
Y se admiran del envenenamiento, del suicidio lento, de toda autodestrucción de la gente que no logra adaptarse a todo esto.
No puede ser, no puede seguir siendo toda esta falsedad y enfermedad del alma.
Pero si hasta la religión está siendo destruida desde adentro y su gente es de la más confundida, no hay hambre de Dios ni de la verdad.
Y todo es tan falso, tan estúpido. Es triste que lo único que haya en el corazón de la gente y como esto ne refiero a su pensamiento, que vivir el día a día, hacer dinero, consumir, sobrevivir porque están convencidos que no hay de otra. Adaptarse.
Dios, vida eterna, infierno sin Dios, paraíso, gloria, sacrificio, amor y verdad, eso no llama a nadie hoy en día.
Todo lo malo y lo falso es bienvenido. Y el bien aniquilado, aborrecible.
«Lo que aflige a vuestro país y le impide merecer las bendiciones del Cielo es la confusión de los principios. Diré la palabra y no la callaré: lo que más temo para vosotros no son esos miserables de la Comuna, verdaderos demonios escapados del infierno, es el liberalismo católico, ese sistema fatal que siempre sueña en conciliar dos cosas imposibles: la Iglesia y la Revolución. Lo he condenado ya, pero lo condenaría cuarenta veces más si fuera necesario». (Beato Pío IX)
«Nos esforzamos por luchar contra el liberalismo, el modernismo, el progresismo… y no se nos escucha. Por eso vendrán las peores desgracias sobre la humanidad. Los hombres quieren que todo se les permita: libertad para todas las sectas, libertad de asociación, de prensa, de palabra… El mal no hará sino difundirse cada vez más y llegaremos a una sociedad en la que ya no se pueda vivir». (San Pío X)
DG