miércoles, 12 de julio de 2023

MÚSICA A ULTRANZA

¿De donde surgen los deseos de moda? Por ejemplo que una mujer se dé un baño de burbujas, revise su teléfono mientras bebe una copa de vino a la luz de unas velas aromáticas. No es algo que surja espontáneamente, hay un patrón de programación que previamente evaluó hacer las cosas de esa manera. Cine, telenovelas y redes sociales, los formadores de nuevos rituales de consumo.

Vas al mercado, música. Vas en el camión, música. Estás en un taxi, música. Vas a un centro comercial, música. Estás en un restaurante, música. Estás es tu casa y tus pinchis vecinos, música. Cafetería, música. Librería, música. Estás echando un taco callejero, y llega un cabrón con su guitarra toda desafinada chingue y chingue hasta que le den unas monedas. Te vas a tomar una nieve y un güey bailando con su bocina a todo volumen ahí para que le cooperes. Vas a la iglesia, música. Están en la fabrica, música. En un taller mecánico, pinche música. Te pones un tatuaje, música del tatuador. Vas a comprar calzones al tianguis callejero, varios puestos con música. Vas caminando por una avenida y un pendejo con su teléfono y sin audífonos con su música a todo volumen. Otro igual un poco más allá. 

No se me hace justo que música que a todo mundo le gusta a fuerza de estarse repitiendo muchas veces en casi todas las estaciones (Juanga, Bisonte Fernandez, Malumo, Arjonaco, Tucanes de Sinaloa, etc) y que haya tanta música con mucho mejor propuesta, talento, calidad, feeling, esta pase desapercibida y sea menospreciada por la gente. A menos que se sepa que no gusta por buena, sino porque esos musiqueros venden su alma al demonio y por eso los repiten ad nauseam. Algo así, no estoy tan seguro sólo me quiero explicar el éxito de los sin talento o bien lo que pasa es que a la gente, a la perrada, le gusta lo malo.

Si escucho a Mozart lloro. Si escucho música popular mexicana me amarga, me hace sentir odio y repulsión. Si escucho rap mi pensamiento se envilece. El reguetón y el trap me producen misantropía. El rock me provoca dolor de cabeza y mareos. Y aburrimiento. La electrónica me da sueño. La música romántica me produce desprecio. La música alegre me provoca seriedad.

Evadirme, odiarla, evitar escuchar música es necesario ya que con toda la música que he escuchado y que resuena en mi mente, se ha quedado embarrada en mi cerebro o en mi espíritu, no lo sé, no me deja en paz, no me deja escribir, a veces no me deja ni dormir. La música es un hechizo, un conjuro, que a todos nos afecta de distintas maneras.  Enloquecí.