sábado, 5 de agosto de 2023

MÚSICA, ROMANCE Y FRIGIDEZ

La reducción de la libido es la disminución del impulso sexual. Las posibles causas incluyen factores psicológicos (como depresión, ansiedad o problemas de relación), fármacos y niveles bajos de testosterona en sangre.

Por esta razón hay una abundancia de música romántica, de amor y desamor pues funciona al escucha como un paliativo. El romanticismo es la sublimación de la frigidez. 
La música romántica juega el mismo rol que la poesía, por ejemplo el poema Los Amorosos Callan de Jaime Sabines

Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.

Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.

Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.

Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.

Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la oscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor
como una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida.

Las canciones románticas populares que se hacen a diario conectan con el gran público porque retratan situaciones cotidianas de gente que tiene problemas con relacionarse amorosamente con el sexo opuesto. Y es que la mayoría de gente que gusta de esas expresiones artísticas ven en los relatos musicales su vida misma, su sufrimiento, su falta de pasión que nubla el pensamiento sobre estimulado por la publicidad, la mercadotecnia, las drogas y los distintos ámbitos alcohólicos a los que la gente común tiene acceso. Todo aquel que escucha sus canciones favoritas a toda volumen aunque molesten a todos están gritando esa falta de amor y comprensión, sufren cuando tienen amor igual que cuando lo pierden. 

El mexicano es un ser un tanto acomplejado y atormentado como muy seguramente lo fueron sus padres que pasaron por la misma situación quizás de generación en generación. 
Mucha gente no es feliz en el amor porque físicamente es poco atractiva, por no tener una economía estable, por las enfermedades, por la depresión, porque no es interesante, porque no saben amar en la intimidad. Decepcionan, los cambian por otros y luego no les hacen jalón. Entonces se deprimen, se drogan, se embriagan y lo hacen cada que pueden a veces quedándose sin dinero ni para responder a sus necesidades básicas formándose así un círculo vicioso, una espiral en descenso y sin fondo. Muchos de estos casos de sufrir por el amor acaban en la cárcel, en el hospital o en suicidio y este tiene muchas variantes: bala, droga, ahorcamiento, envenenamiento, comida en exceso, lanzándose a un río o a las vías de un tren.
El colmo es que la gente escuché historias musicales románticas son combustible para las pasiones desenfrenadas. O pretenden serlo. 
En el romanticismo pesa más el no que el si. Los románticos son indecisos empedernidos. El hombre romántico y económicamente estable no existe. El romántico siempre anda a la quinta pregunta en cuestión financiera y por lo general todavía vive con sus padres. Trabajar, ahorrar, independizarse son cosas que le parecen muy complicadas. Por eso critica mucho el "sistema", el capitalismo, la explotación del hombre por el hombre y esa es la razón por la que prefiere evitar la fatiga y no trabajar. 

La mujer romántica es aquella que siendo educada como princesa termina brincando de cama en cama, cuando es lista. Las que no, son de irse a tener sexo con cualquier vago en un cartón en el suelo de un terreno baldío. Es que cuando rebasan los 30 años sienten que se les va el tren para casarse, juntarse o tener cualquier macuarro que les rasque las verijas. Porque la romántica eligió por mucho tiempo el no o el poco probable amor cuando ya estaba en edad de merecer. A veces las muchachas románticas quedan embarazadas y entonces dejan su romance a la deriva sólo esperando que les responda económicamente el padre del chamaco. 

La frigidez en edad mayor es entendible y normal cuando ya el amor ha pasado por mil problemas y lo que menos se desee es la intimidad. Igual el hombre a cierta edad opta por la apatía sexual...con la misma mujer, aunque la ame. Porque el amor es más lo que creemos y esperamos de él que lo que verdaderamente es. El romanticismo es una vuelta al pasado novelesco, literatura cachonda y tema central de una película de época en donde los amantes luchan contra sus padres, la sociedad conservadora que no les permite la libertad de sus pasiones y bajos instintos. Padres, abuelos, padrinos, tíos, iglesia y sociedad son seres que no comprenden a los románticos y sus arrebatos de amor y lujuria. Y por eso deciden mandarlos al carajo. No ven que la religión es una valla de contención para que no caigan al barranco, no entienden los románticos que es mejor esperarse a conocerse bien antes de casarse y odian a la sociedad que los quiere ayudar a no cometer sus mismas errores. No, que chinguen a su madre, piensan los románticos. Sólo quieren coartar sus libertades y ellos sólo quieren disfrutar de los placeres de la carne.

No en vano las canciones que hablan de amor  pero sobretodo desamor son las que más conectan con el público masivo. 
Nadie que tenga salud física y mental, nadie que tenga mucho amor para dar y recibir anda gimoteando la pérdida de un amor que se cree irremplazable (porque estrictamente hablando nadie lo es) la pasión que no se dió y algunas canciones hasta tienen coros cuasi celestiales que subliman una pucha, un culo o hasta un pene que quisieron gozar y nunca lo obtuvieron o bien, que cuando lo tuvieron éste tiempo no les fue suficiente y ahora quieren más causándoles mucha infelicidad por no acceder a estos placeres y de ahí la sublimación cuando lo que debería sublimarse es la espiritualidad, el amor a Dios y otras cosas de carácter eterno y no a una persona defectuosa, mezquina, arrogante o indiferente. 
Si te late demasiado la música romántica es una manera de decirle al mundo que eres una persona con una vida sexual problemática, insatisfecha y triste. 

Por eso el romanticismo nunca es real, siempre es hipócrita; se goza muy poco y daña demasiado y nos vuelve infelices.
El pecado de lujuria es como una tarjeta de crédito: compre ahora y pague después. El romanticismo hay que evitarlo como la peste bubónica.
Mucho cuidado.