Van a decir que soy un fresa (¿o papaya?) pero hace mucho que no me la...mucho tiempo que no me juego el pellejo, hace mucho tiempo que no le saco brillo al casco nazi, hace un buen tiempo que no ahorco al cíclope. En pocas palabras: hace bastante tiempo, demasiado, que no me la jalo.
No condeno la práctica, ni moralizo, ni me quiero ir al cielo o mucho menos que la considere pecado. Es simple y llanamente que la puñeta ha dejado de ser un vicio hace un buen tiempo.
Me han dicho que por mi pinche carácter, me hace falta una super cogida de poca. Y puede que tengan razón ya que mis relaciones amorosas son un fracaso. Primero porque soy artista y muchas chicas piensan que estoy loco. Y tienen algo de razón más no del todo.
Lo que pesa mucho en mi es que no tengo un empleo, no tengo carro, no tengo para el hotel, apenas para un cafecito algo así pues si. Y el matrimonio me parece una estupidez, además de ser el tipo de sexo más caro del mundo.
Todas estas razones pesan mucho en mis victimas del amor...quiero decir, en mis prospectas. Si porque, "prospectos" no. Todavía no. No me gusta el dulce de calabaza. O subirle a un hombre las tripas al segundo piso.
Mucho menos que me den la estocada....no, no, no. No quiero ni pensarlo.
¿Entonces qué me queda: masturbarme como un chango en el zoológico que lo hace exactamente cuando vas pasando por su jaula justo cuando llevas a tu madre del brazo?
Quizás masturbarme mejoraría un poco mi carácter y amaría o al menos respetaría un poco más a la humanidad.
Mejor me quedo con los recuerdos del acto cuando era adolescente y tenía toda la crema adentro.
Aquello parecía tubo dentífrico: nomás me apretaba poquito el tiliche (que no crean que es enorme) y pum, salía como si fuera pasta dental así de espesa y ahora ya con rumbo a los cuarenta la naturaleza ha hecho lo suyo en mi y ya no soy tan productivo en la cuestión del lácteo del amor.
Y tengo un amigo que a kilómetros se puede apreciar que se la jala 5 veces al día y es tan débil y encorvado que ya lo anda reclamando la tierra. Ya quiere ver cómo crecen los rábanos y las lechugas. Tanta puñeta ya se desvieló.
Y yo no quisiera terminar mis días en esas condiciones.
Al eyacular derrochamos mucha energía, misma que nos sirve para pensar, para crear arte. Bueno, al menos a mí.
Una manera de no pensar demasiado en el sexo, en mi caso, es dibujando, leyendo, escuchando música, tomando tecitos, saliendo poco, desvelándome con decoro, no tomando mucho alcohol, etc.
Soy casi vegetariano, no por gusto o por salud, sino por cuestiones meramente económicas.
Entonces no como tanta carne, ni mucho menos mariscos. Y salgo a caminar, a disfrutar las bellezas de mi ciudad que no son muchas. Soy de gustos sencillitos, tipo ir al parque y a tomar un café.
A las mujeres me las cojo en la mente, la verdad. Pero respetuosamente. En mi imaginación me las como a besos, les digo cosas bonitas y ellas son muy dichosas con mi compañía.
Y así es como más o menos me controlo, me defiendo, me respeto, me cuido un poco.
Eso me funciona a mí, no lo estoy recomendando. La verdad, por mi arránquensela todos los hombres. No hay problema.
Yo creo que a cada puerco le llega su fiesta chicharronera, su tiempo final.
Creo en el destino. Quizás pronto llegue a mi vida una heroína (o ya de perdida la droga esa) una super nenorra que me arranque los pelos y los suspiros de la pasión.
Ahí sí vale la pena morirse, consumirse sexeando. Mientras, nones.
Por lo tanto si me ven por ahí cabrones, salúdenme de mano con toda confianza. , no me la jalo.