No me parece muy atinada la comparación de los políticos con títeres pues ya no estamos en el siglo 19. Ahora es mejor definirlos como robots de carne y hueso. Autómatas sin personalidad, sin ideales, sin moral, obedientes, apegados a sus mentiras, programados masónicamente como anticristos, de izquierda o derecha, para ejecutar órdenes y firmar pactos en la oscuridad, que rebuzne y estorbe a la verdad y la luz. Todos harán lo mismo, no habrá uno solo distinto. Así funciona la política en todo el mundo.