La paz es ilusoria. La paz es para hombres y mujeres con la fe a toda prueba, con el fuego purificador de santidad a flor de piel. El resto, no conoceremos la paz. Siempre tendremos enfrentamientos, con la sociedad, con los conocidos, con la misma familia, con los padres y los hermanos. Sólo quienes se apartan del mundo, los que rezan y trabajan, producen y hacen lo que deben hacer, esos conocen la paz en su soledad. El resto, los que no somos así como los excepcionales, nosotros la muchedumbre, los normales, los que estamos y somos del mundo, no conoceremos la paz.
El mundo podrido nos controla, nos aturde y enferma. Nos divide en todo momento. El amor no es suficiente. El amor es un interés desmedido por el bien. Si lo entendemos así, en el mundo actual hay muy poco amor. Quizás así ha sido siempre. Los hijos le pierden el respeto a los padres y a estos se les va la vida añorando que vuelvan con sus respetos en mano. Queremos paz, mucha paz, vivir en santa paz pero nunca la tenemos. Siempre hay alguien dividido que no se quiere sentir incompleto y divide sin pausa, siempre hay uno destruido que busca vengarse de enemigos imaginarios. No hay paz, el amor real no es suficiente, el apego es guerra psicológica contra los pocos seres queridos que nos soportan. Porque la paz no es real para nosotros. Es ilusoria.
