Me cabrea el foodporn y todo tipo de porno, de hecho. Hablo de toda esa gente sin nada mejor qué hacer que grabarse zampándose hotdogs, hamburguesas, pizzas, tacos todo tipo de puestos de tragazón chatarra. A mi me da pena comer lo que sea hasta cuando estoy con los parientes. Me sirven mi plato y como con la cabeza agachada, tal y como hacen los perros agradecidos con la mirada en el plato. Pero cuando veo demasiada comida se me revuelve el estómago. Ver a demasiada gente comer me angustia y pa' decirlo pronto: me asquea cuando les escurre comida por las comisuras, los ruidos que hace la comida triturada o cuando hablan y comen. Lo peor es que creen que nos gusta verlos tragar. O el porno ¿para que estar viendo a unos desconocidos fornicar? ¿Qué nos importa, de qué nos perdemos?
De noche yo me ceno una quesadilla, un plato de arroz al vapor o un café con galletas porque cenar mucho a los 50 años no es sencillo. Los gases, los reflujos, los eructos y la pesadez dificultan el sueño. Prefiero dormir tranquilamente. Ceno poco o nada.
La gente que más admiro es aquella que domina sus pasiones, sus adicciones y deseos: los santos, los guerreros, los filósofos o los monjes. No a los que se entregan todo el tiempo al marraneo. Al culto de la grasa, el azúcar, los condimentos y carbohidratos.Hay que ser cochis pero no tan trumpudos.
Verdeth