jueves, 6 de enero de 2022

HASTÍO DE VIVIR


¿Quienes están disfrutando la vida en la actualidad? Yo ni al caso. A diario me despierto no con una esperanza, no con positivismo. Me basta con salir de mi recámara para que la cagazón cotidiana se deje venir como gatos al bofe.
El pinche vecino lacra balagardo drogo y que se roba la luz comienza su día hiriendo el oído con su puta música agropecuaria a todo volumen, las pendejadas en Facebook, en la televisión. 

Ya tiene algunos años que estoy decepcionado de la vida. Pudiera ser que en otros lugares mejores no sintiera éste hastío o que se tardara un poco más en aparecer, quizás en Europa. Pero no, el hastío de vivir siempre me encuentra en cualquier lugar: mientras trabajo, cuando estoy en facebook, cuando viajo de Ensenada a Tijuana, en casa, en la calle, en la playa, en la intimidad. 
Antes salía a tomar café, una cerveza. Luego de los confinamientos le perdí el gusto a salir. Me caga el mundo y su paranoia por las gripas. No es más que misantropía disfrazada. 
La vida es demasiado breve como para que encima vivamos con el miedo a morirnos de una jodida gripa. Hay cosas más terribles que están causando más muertes.
Y heme aquí gritando en el desierto. Por lo menos tengo otras maneras de desahogarme  con música, con el dibujo, con la lectura o el trabajo, emplearme. 
De tener la vida resuelta seguramente ya hace muchos años me hubiera ahogado en el mar y nadie habría sabido de mí. Pero no, tengo pendientes. Y hay momentos en los que el hastío de vivir es más tolerable que confiarme en la humanidad, en el gobierno o en la ciencia médica. El amor por los míos no me permitiría partir a lo eterno a gusto. 
Entonces la vida es así, para mí aún hay más hastío que experimentar, más que sufrir y tan poco qué disfrutar.
No hay solución, no hay opciones. Agoté todas.
Esto no acaba hasta que se acabe.
Así sea. La suerte está echada.

DG