sábado, 21 de octubre de 2023

NOTAS DE LO MUSICAL

¿Es válido oír la música que escuchamos todo el tiempo, que la del mechón, Juan Gabriel, los Bukis, reguetón, santafe clan, cumbias y rock de los 80s también en navidad? En navidad yo ni escucho música y para mí siempre ha sido así. No oigo ni los peces en el río, ni el burrito sabanero. Una canción que me repatea el hígado es el niño del tambor de Raphael. Bueno pero de ese tipo me choca toda su música. Creo que la ocasión amerita a escuchar algo más digno, por ejemplo música sacra. Son mis piensos nomás, no estoy criticando el gusto musical del prójimo sólo que todo el tiempo oyen ese desmadre. Me cabrea ser tan sensible.


Entiendo que uno debe ser más tolerante con el tiempo, aprender a contenerse y a guardar silencio. Sobretodo cuando nos referimos a algo que mucha gente aprecia. Pero ya no aguanto y necesito decir: qué gacha es la música de chuntaros banda, bandeños y sierreños. Tengo 3 días sin escucharla afuera pero en mi mente suena en todo momento sus acordes, sus ocurrencias y tonterías.
Es un hecho que las opiniones de nuestra música favorita a todo el mundo le importa un rábano. Pero opinar de la música que no nos gusta, como autor o escritor, incluso como músico, tiene más juego, más relevancia. Hueva dan esos morros que alaban a Queen, Led Zepelin o Beatles, música de tatarabuelos. Se están perdiendo de mucho al engranarse tanto con el rock de hace 60 años. No opino por joder. De verdad que a mí las canciones populares mayormente me chocan, me dan hueva. Dicen cosas que no me llaman. Prefiero la música instrumental: clásica, jazz, electrónica, música del mundo. Excepto las guitarras. La música de guitarras acústicas no me pasa. Pero ese era el punto, ¿te gusta la música popular? Bravo por ti. Hay billones como tú. No hay pedo. A mí no.


En mis tiempos nuestra opinión de música importaba menos que nada. Pudieras escribir un libro, una revista o tener un programa musical y a nadie le importaba. Ahora menos.
Y la música tampoco. La oyen y ya sin más, hay tantísima. Aborrezco la música popular moderna. 
En mis tiempos nuestra opinión de música importaba menos que nada. Pudieras escribir un libro, una revista o tener un programa musical y a nadie le importaba. Ahora menos.
Y la música tampoco. La oyen y ya sin más, hay tantísima.

Antes no te gustaba la música de alguien y alguna que otra persona compartía tu punto de vista y ya, no pasaba de ahí. Ahora puedes expresar lo que te disgusta de música, compartir tu opinión con cientos o quizás miles de personas. Igual y a nadie le importa.

La música que más le gusta a la gente (regueton, pop y regional) es la que se ofrece como un "escape" a la dureza de la vida. La vida es muy difícil y cruel para encima escuchar música triste, cruda o realista. Mejor se oye música de gozadera, de sexo, drogas, amor y dinero. La música como droga misma.

Pasamos de tambores de cuero, huesos y sonajas a instrumentos sofisticados y a una ciencia musical y de aquí a ciencia musical tecnológica por las computadoras. Pero ya con el beatboxing, hacer música y ritmos con la boca es el NON PLUS ULTRA. Ya no se necesitan ni las computadoras. ¿Qué sigue? No hay más. Non plus ultra.

Escuchar la misma música por años, leer a los mismos autores, ver el mismo tipo de cine es como sólo comer tortillas o birote.
Cuando le preguntas a alguien que tipo de música escuchas y dice "De todo" les aseguro que no oyen death metal. Ni polka de Europa del Este.

Hacer música es un pasatiempo de gente rica. Porque ahora ya no solo se debe sonar óptimamente, se debe hacer también un video ya ven que no estar en youtube es lo mismo que no existir. Mi duda es ¿Qué tantos videos musicales hay que ver aunque no nos gusten para hacer música? Porque sólo escuchar y ver lo que nos gusta, como fan está bien, pero como creativo musical no.

A la gente le gusta la música que no entiende por varias razones. Primero, porque la música popular es técnica y una combinación empalagosa. El dulce a casi todos les gusta y musicalmente hay fórmulas para conseguir el hit. También el ritmo, si pone a bailar no importa lo que diga la canción. Y por moda. Si una canción sarra en inglés, portugués, japonés, coreano o ruso gusta mucho a toda la gente es porque ya se pagó mucho para que se volviera famosa.
Vas al mercado, música. Vas en el camión, música. Estás en un taxi, música. Vas a un centro comercial, música. Estas en un restaurante, música. Estás es tu casa y tus pinchis vecinos, música. Cafetería, música. Librería, música. Estás echando un taco callejero, y un wey con una guitarra chingue y chingue. Te vas a tomar una nieve y un wey bailando con su bocina ahí para que le cooperes. Vas a la iglesia, música. Están en la fabrica, música. En un taller mecánico, pinche música. Te pones un tatuaje, música. Vas a comprar calzones al tianguis callejero,varios puestos con música. Vas caminando por una avenida y un wey con su teléfono y sin audífonos con su música a todo volumen.

Tanta música que ya existe que es buena pero pocos la conocen. Imagino todo esa música que se perdió en cassetes, en grabaciones caseras, en discos de vinilo irrepetibles o raros y películas que nunca salieron. Toda esa música del pasado ya no despierta el interés en la gente nueva, lo nuevo la verdad es que muy poco es interesante. Atrae, si. Pero es decepcionante, insustancial, nihilista; como un chicle que pronto pierde su sabor.