Estoy harto de la comida, toda me sabe a cartón mojado. Y cuando digo que estoy harto de comer más bien quiero decir que estoy harto del excremento. De cagar una o dos veces diarias desde que tengo memoria. La gente que sólo piensa en tragar es la más infeliz, triste y enferma y la que vive menos. Hay unos que tragan y tragan como si no hubiera un mañana. De un tiempo a la fecha, harto de la caca, de limpiarme el culo con toallitas húmedas, he preferido el vino y la cerveza que comer. Cuando bebo no me da hambre y en caso de darme, la mato con unos cacahuates o papas fritas. Nada mejor que ir por la vida ligero de equipaje. Se me hace obsceno cuando se gastan 200 o 300 pesos en pizzas que en botellas de vino o whisky. La pizza no es más que una bola de masa fermentada y aplastada con salsa de tomate, grasa y embutidos. De hecho los embutidos me deprimen. A mi me gustan pepinos rebanados con limón y sal, jícama, manzanas, un poco de arroz blanco. Semivegetariano. Nada mejor que un pistito, una bebida preparada, una michelada en calor, vino, vino y más vino. No entiendo a los tragones. Ver demasiada comida me revuelve el estómago. En cambio ver muchas bebidas, tener un six pack en el refri, una cava, o la sección de licores de los supermercados siempre es grato, nunca me causa repulsión. El alcohol es parte de mi religión. ¡Salud!
Verdeth