Contemplación de la rareza asociada al absurdo toma varios lenguajes artísticos y filosóficos. No tomarse lo serio en serio.
El mal sí dura 100 años, se llama PRI/morena, el PRIMOR
EL DAÑADO SIEMPRE DAÑA.
Si a algo le entra con enjundia el mexicano es a la comedera de poco o escaso valor nutritivo. Por ejemplo las hamburguesas que come de todas partes excepto de los restaurantes gringos de corporativos transnacionales. No es la comida en la que desconfía porque el mexicano come de todo, lo que desconfía es de las empresas extranjeras. No le gusta el orden, las luces, los precios y de plano a veces ni la comida misma.
Venganza de Moctezuma, no sé pero el mexicano ya no ve con gusto que una compañía venga a competir con su comida calejera que no es tan variada. Si uno ve videos o programas gastronómicos se dará cuenta que por ejemplo los coreanos, chinos, japoneses o tailandeses tienen una gran variedad de platillos callejeros, todo tipo de fritanga, en Corea las vísceras es comida muy apreciada, cosa que no he visto en México salvo en algunas taquerías tacos de tripa de res, de sesos. En cambio en Corea, Japón y China son un manjar. Allá se comen hasta la pezuña del marrano. Los chinos fríen todo lo que se mueve por cielo, tierra y mar. Aprovechan hasta los pelos de los animales para hacer brochas y pinceles.
Curioso el mexicano que aunque no le guste la comida gringa, es más, sabedor de que la hamburguesa mexicana es de mejor sazón y a veces más económica, aun siente envidia por aquellos que van a McDonald's o el Burger King. Le gana el sentimiento de no poder llevar a sus hijos a comer allí donde muchos seguido van. No es la comida sino el lugar, el status que da o lo que supone el mexicano sencillo que es algo de lo que no es bueno privarse. Aunque la comida sepa a cartón, no ir a las burguers gringas es perderse de algo que muchos ya conocen y no gusta, pero hay una dinámica social con una creencia de que se deben comer esas comidas transgénicas de precios exorbitantes.