Ahora quisiera llorar por mi mundo destruido a lo pendejo y sin haberlo defendido. Y es que esta nueva normalidad de mierda destruyó nuestro mundo imperfecto, tonto, a veces violento, pero hay un interés reptil para que ahora todos vivamos en un mundo miserable y hostil, un cárcel planetaria, una sociedad que ha renunciado a pensar y a dar guerra, todo acepta, temerosa y subnormal.
Ni lágrimas de odio puedo emitir. Y eso que odio con todas mis ganas esta situación.
Solo y desde un pueblo marginal nada puedo hacer más que sobrevivir. No hay dinero, no hay negocios, ni apoyo, ni futuro.
Sólo un presente pendejo y doloroso cada día peor. Llorar es un consuelo, un descanso, una meditación. Y no puedo llorar teniendo tantos deseos de hacerlo.