Un mundo sabio, bello y verdadero.
Sin ladrones, sin hipócritas, sin mentirosos, sin desgraciados, sin enfermos ni mediocres.
Un mundo sin opinólogos ni conspiradores, sólo gente real que se apegue a la verdad, a la esencia y la creatividad.
Un mundo que se aparte al silencio, a la contemplación, a la oración, al servicio, al amor y los sueños.
Un mundo que adora y venera, de ritos antiguos, de diálogo con la naturaleza, de ciencia, de dogmas religiosos.
Dejando atrás la adversidad humana con Dios.
Alguien tiene que hacer los rituales al Creador vivo, a los muertos, a las almas en pena.
Un nuevo mundo, labor de temerarios.