“Comamos para vivir, no vivamos para comer.”
Sabiduría popular
El vegetarianismo es gei. No..bueno, si. El vegetarianismo es algo sano pero también un eficaz sistema de control psico-emocional dentro de la cultura occidental en boga. El vegetarianismo es muy antiguo, proviene desde los tiempos que el hombre salió de las cavernas y comenzó a cultivar las tierras. Pero en tiempos más recientes el vegetarianismo es un movimiento que resurgió en la década de los 60 del pasado siglo que vino acompañando filosóficamente a los hippies, el budismo religioso, hinduismo, jainismo y a las sectas del tipo “nueva era” que han ido ganando espacio desde entonces y formando ya las bases ideológicas de un culto global donde está prohibidísimo y en muchos casos es hasta un pecado mortal comer carne de animal con base en la teoría de Darwin que el hombre proviene del chango y este es vegetariano. También hay corrientes donde se abstienen de comer cualquier alimento de origen animal como huevos, leche, quesos, yogurt, chicharrones y así los llamados “veganos” y otros como lo son los frugívoros que se alimentan exclusivamente de frutos. Y los macrobióticos que sólo comen cereales, granos crudos, cacahuates y otras semillas y sólo beben agua.
Hollywood, la capital del cine satánico, aprecia y promueve frecuentemente el vegetarianismo y cuenta con muchos actores que siguen una dieta vegetariana así como también son muchos los personajes de la cultura oficial como Albert Einstein, Benjamin Franklin, Goethe, Rousseau, Lenin, Leonardo da Vinci, Darwin, Galileo, Chaplin, Tolstoi, Bernard Shaw, Gandhi, Freud, Edison, Calvino, Hitler, Madame Blavatsky…¿qué pasa con estos vegetarianos? Pues la mayoría son iconos culturales relacionados con sectas secretas como la masonería, el comunismo, la pseudo ciencia y la política. Si eran vegetarianos o no es un misterio, hay que creer en lo que decían pues se entiende que querian sostener la teoría de Darwin de que el hombre es vegetariano porque desciende del mono.
En su mayoría son personas que hablaban de la paz y del amor a los animales y de un mundo mejor. ¿Pero acaso respetaban esos principios? ¿En realidad sólo basta dejar de comer carne animal para vivir en un mundo mejor?
Si eres una persona que no come carne, que ama a los animales y que mantiene el control y busca "la paz interior" ¿por qué estar en la política o la masonería, que es lo mismo?
Lenin, el comunista ruso, no comía animales muertos pero fue un gran asesino de muchas personas que diferían de su particular manera de ver el mundo comunista masón.
Goethe, Franklin, Shaw, Gandhi, Edison, Chaplin, Tolstoi y Hitler fueron masones, anticristos declarados. Madame Blavatsky era una vieja bruja diabólica rusa y madrina del New Age. En las sectas nueva era el vegetarianismo es una constante. El gran pecado de la humanidad, según este conjunto de filosofías antiguas paganas es que la humanidad se haya alimentado de la carne de un animal; por lo tanto quien se abstiene de comer carne será siempre moralmente superior, más bello, más saludable, más inteligente y humano que quienes comen carne de bestias. Al religioso de la nueva era le dan por el lado individualista robusteciendo su ego y objetivo cumplido: olvidar que la humanidad somos sólo Uno con todo lo existente y no egos separados.
Se come para vivir. A veces comemos comida de baja calidad por su escaso valor nutritivo. Pero el vegetariano debe vivir para comer y consumir muchos productos vegetarianos y atiborrar su estómago de pan y cereales para mitigar el hambre. Las consecuencias de una dieta en base a los carbohidratos enferman el organismo cuando se supone que no son dañinos pero los carbohidratos se transforman en glucosa. Y glucosa que no es metabolizada se convierte en grasa corporal. Por eso no es raro que existan vegetarianos gordos. Muchos médicos recomiendan el vegetarianismo a los viejos para que estos tengan menos complicaciones de salud a causa del deterioro natural de los intestinos y en sí de todo el organismo sin embargo siempre les recomiendan el pollo o pescado, casi nunca el vegetarianismo total como una alternativa saludable. Porque el ser humano no es ni puede ser totalmente vegetariano sino omnívoro, como los osos. Necesita de las proteínas animales y otros aminoácidos esenciales para estructurar molecularmente las funciones proteínicas y así funcione con regularidad tal y como fue diseñado. El vegetarianismo no produjo al hombre, fue al revés. Y ahora el vegetarianismo sirve para controlar mejor a la humanidad. Una humanidad enteramente carnívora sería incontrolable, guerrera y mucho más alerta, dinámica y saludable. Claro, comiendo vegetales, frutas y cereales, no sólo carne como si fuésemos leones. Algo así como alimentándonos exclusivamente de carne de caza, papas y hierbas como lo hacían los americanos nativos y estaríamos mejor física y mentalmente y de un espíritu en armonía con la naturaleza pues anteriormente sólo se tomaba de ella lo necesario para subsistir. No había mataderos industriales como hoy y existía equilibrio. Pero los conquistadores extinguieron el único animal con el que se alimentaban las tribus americanas, el búfalo, obligándolos a huir a otros territorios donde no habitaba y condenándolos a la decadencia alimenticia y posteriormente al exterminio lento y doloroso mientras el mundo ni siquiera se daba por enterado.
Después los nativos americanos le entraron a la dieta oficial e industrializada y entonces fueron tan enfermos como cualquier americano de la actualidad. Porque más que la carne animal, lo que genera enfermedades crónicas y muerte son las harinas refinadas, los azucares, los productos de carne industrializado, los embutidos y los organismos modificados genéticamente que no pueden ser nombrados como “alimentos” porque no obviamente no lo son.
Y ya que con estos mismos productos alimentan a los animales para engordarlos, quienes los comemos también engordamos y esas sustancias químicas y transgénicas nos enferman y engordan. De esto se vale el vegetarianismo para menospreciar la carne animal, y aunque tienen algo de razón, no lo es todo porque en pueblos donde el industrialismo no ha llegado a destruir la salud comen carne desde tiempos inmemorables y no están gordos, ni enfermos ni atienden ideas extrañas tipo “nueva era”. Y tampoco son brutos o inmorales. Y si engordan y enferman más bien es porque abusan de los carbohidratos, el alcohol y malos hábitos. Así como ingerir demasiadas grasas o dulces.
El vegetarianismo es una locura. Y tenemos que ser tolerantes tanto a las locuras individuales y como con las colectivas. El problema del vegetarianismo es que a veces es demasiado incongruente. Por ejemplo la gente que es vegetariana pero que también es drogadicta. No comen pollo, ni pescado o mariscos pero sí beber droga cola. O no comer huevos ni lácteos pero sí fumar tabaco o productos con glutamato monosódico, que es un veneno también canceroso y engorda Y hay muchos vegetarianos así. Por sentido común: ¿qué hace más daño al organismo: un pescado sacado de un río y frito en aceite o al vapor o beberse un litro de coca cola y una bolsa de papas fritas vegetarianas?
¿Cuál opción es más saludable al organismo? ¿Cuál opción enferma al cuerpo y cuál lo nutre?
¿Por qué consumir una opción es algo visto como un pecado, como un atentado a la salud humana y la otra es algo tan común, que está al alcance de todo mundo y que se puede conseguir en cualquier tienda de la esquina? Hay que tener mucho cuidado con quienes digan que es mejor tomar droga cola porque esta gente ha sido zombificada tanto por la bebida como por el vegetarianismo que es ya una creencia, una nueva religión, una entelequia más de control mental. El vegetarianismo de cierta manera es un fascismo. Hitler era vegetariano. El hombre vegetariano es un hombre dócil y manipulable. Como un caballo, otro animal vegetariano dócil y obediente, igual que el burro o la res.
Yoga, culto al cuerpo, el hinduismo, el control de la mente. Las tradiciones orientales, otros sistemas sutiles de control humano, aunque sean beneficiosos en muchos aspectos, requieren de cierto vegetarianismo para controlar –aguas!- a los MÁS DESPIERTOS, los diferentes, los originales, los creativos, los místicos, a los escritores y a los artistas. Todos caemos alguna vez en el vegetarianismo porque es una moda cultural de la década de los 60, de los hippies y el amor libre pero esos viejos patrones contraculturales falsos ya deben quedarse atrás. La industria “orgánica y saludable” son los principales promotores de la dieta vegetariana así como las sectas nueva era de corte anticristiano para control de la humanidad. Programas globales que son financiados por la ONU, que se creen ya el gobierno mundial y que de cierta manera lo son. Cuando algo está de moda y no pasa nada después de un tiempo, es programación cultural. Se necesita de la cultura vegetariana para conseguir una sociedad más dócil y pacifica para hacerla día con día más manipulable. Ciertamente los místicos deben ser vegetarianos, hacer ayunos, meditación diaria y comer frugalmente para alterar su conciencia naturalmente y unirse con lo divino, lo espiritual, según ellos. Sin embargo hoy por hoy el vegetariano contemporáneo no tiene nada de místico. Siempre habla de comida vegetariana, del ser vegetariano, su causa, su lucha, los derechos de los animales, todo el día está en internet y viste a la moda, sale a bailar, se desvela y consume alcohol y drogas. No todos, pero casi todos los jóvenes vegetarianos por moda viven en la misma frecuencia. Y ahora ya son ateos también y hacen yoga porque sus admirados vegetarianos famosos también negaban a Dios (como los Beatles) y de místicos no tienen nada.
El vegetarianismo es cursilería y la ignorancia de creer que sólo se vive una vez, que tan sólo somos este cuerpo material, polvo cósmico, changos con computadoras sin otro propósito que vivir una sola vida para siempre y no comer carne animal por miedo al mal karma o de reencarnar en algún perro o jaguar.
El vegetarianismo, mientras no sea por prescripción médica, es una vuelta a la adolescencia, una nueva y vieja forma de rebeldía contra los padres y contra una sociedad que todo devora a su paso también, ciertamente. Porque también hay quienes “nacen” vegetarianos, desde muy pequeños no les gusta el sabor de la carne o bien simplemente nunca han querido comer un trozo de carne animal porque les da asco. Ya quisieran otros niños comer una vez al año un pedacito de pollo o un filete pero no, viven a puros frijoles y tortillas, los que comen mejor porque hay otros que ni eso.
Pero el mundo siempre desarrolla otras maneras de que la niñez coma carne al menos de forma divertida en pizzas, hamburguesas, embutidos, dulces (los bombones y gelatinas se hacen con huesos molidos de cerdo y res) y al poco tiempo se vuelven tan carnívoros como cualquier vikingo.
Existe el café sin cafeína y la cerveza sin alcohol, existen azucares sintéticos que endulzan más que el azúcar común y que no engordan pero que causan cáncer. Y existe carne que en realidad no es carne sino SOYA un sobrevaloradísimo frijol chino al que los vegetarianos se vuelven adictos. Hay leche de soya, carnes de soya, embutidos de soya, hamburguesas de soya y quesos, salsas, cremas, etc. La soya es un corriente frijol chino, el 80 % transgénico, y que servía de alimento a las reses hasta que a alguien se le ocurrió vender ese frijol en forma de carne como sustituto “saludable” de productos de origen animal y que nunca logrará igualar en sabor pues es sólo un bagazo insípido que engorda y produce flatulencias. Además que económicamente a veces estos productos son más caros (y transgénicos) que los productos de origen animal. Como la soya es un alimento relativamente nuevo aun no se sabe a profundidad los efectos que pueda generar en el organismo porque es un experimento genético. Habrá que esperar un tiempo más para saber los efectos que produce en la salud por estar comiendo frijol genéticamente modificado, tal y como se hace con casi toda la soya industrial.
Sin duda hay una satisfacción moral o intelectual por ser vegetariano y alimentarse de productos exclusivamente de origen vegetal; el comer diferente al resto del mundo, el ser y pensar distinto a todos. Pero hay millones, sobretodo de jóvenes, que piensan exactamente lo mismo. Y como decía, es un vegetarianismo de moda cultural lo que nos heredaron los hippies y los gurús de la nueva era que no son más que fachadas de bienestar en pugna contra el cristianismo y tiene poco o nada de misticismo esa cultura vegetariana. Las estrellas pop y actores de cine de hollywood satánico son vegetarianos y promotores incansables del vegetarianismo y de las doctrinas nueva era como el budismo, los hare krishna, la meditación trascendental, el culto al cuerpo y la filosofía “sólo se vive una vez”, que es completamente falsa. Resulta que todos, vegetarianos y carnívoros, caemos en las trampas de la cultura publicitaria. Adquirimos un producto “saludable” de soya, pero no nos fijamos en los ingredientes que contiene. Confiamos y comemos, como becerros. Pues existen productos de carne que son de soya o que la tienen en gran parte o también hay productos de soya que contienen grasas o trozos de carne. Así que siempre nos dan gato por liebre. Pero nosotros siempre confiamos en los empresarios industriales y compramos sus productos.
Y a final de cuentas ¿Cuántos rastros han cerrado desde que la humanidad ha tomado la moda vegetariana en el mundo? ¿Qué tanto ha afectado a la industria de la carne el hecho de que nuestros adolecentes y adultos hayan dejado de consumirla? No creo que mucho. Por el contrario, la industria cárnica (y de la soya) ha ido creciendo y conquistado mercados nuevos y ahora es casi impensable para las masas el dejar de comer carne pues ahora con el alto precio de las frutas y verduras es casi un lujo consumirlas, mucho más el hacerlas la base de nuestra alimentación. ¿Es el vegetarianismo un factor de felicidad? Sin duda lo es. Al igual que el homosexualismo o las fiestas taurinas donde torturan sin piedad a un pobre animal entrenado para atacar un trozo de tela, nunca a un ser humano. El vegetarianismo puede producir cierto grado de felicidad por no consumir carne animal. Pero no significa que los vegetarianos estén exentos de críticas, como esos que lo hacen por miedo, moda, cultura, religión o capricho rebelde contra todo lo establecido. Los hippies se hicieron vegetarianos revolucionaron su alimentación pero al llegar a la edad adulta cambiaron las lechugas y panes por la carne y embutidos. Y la mariguana por el tabaco. El amor libre por el matrimonio. El cristianismo por una creencia y fe en los gurús de la tv y la moda, el liberalismo, el socialismo, etc.
En fin, ser vegetariano no es ni bueno ni malo. Hay personas que no les cae bien la carne y la deben dejar por un tiempo o consumirla con poca frecuencia. Pero no hay como serlo con convicción, no por moda, no por religión ni vanidad. Y sobretodo entender que todos somos diferentes y hay quienes necesitan carne para sentirse bien y hay otros que no. Y no hay ningún problema.
Lo ideal sería que hubiese una verdadera conciencia alimenticia para que nadie se quede sin comer en ninguna parte del mundo. Y contar con gobiernos verdaderamente preocupados por la salud de su pueblo y meter en cintura a los que producen alimentos de baja calidad, que enferman y al industrialismo que ha estado jodiendo a la humanidad desde sus comienzos a la fecha y si no ahí está la prueba, México es un país enfermo, obeso, deprimido. El país más gordo del mundo y el que consume más bebidas azucaradas. Eso sí es una verdadera epidemia, la comida chatarra refinada e industrializada, plástica y transgénica que han mermado la salud de un pueblo ignorante y dormido en sus laureles. No se enojen, yo soy semi vegetariano. Así nos tiene el gobierno de México: vegetarianos a fuerza
Bueno, que cada quien coma lo que pueda y quiera ¿no?
David Gordon