viernes, 9 de julio de 2021

ARTE, LIBROS, PENSAMIENTO Y SERVICIO

Nunca me ha importado quedar bien, servir a alguien ni he hecho algo por la gente. Soy un egoísta solitario, incomprendido e intolerante. Pero nunca ha sido mi plan serlo. Se fue dando. Me quedé sin amigos, buenos amigos. Un poco estúpidos, pero no los detuve ni los traté con delicadeza al deshacerme de ellos. La cosa es que no hay vuelta atrás. A veces pienso que nuevos amigos están por encontrarse conmigo. Lo dudo demasiado de inmediato. Uno se hace de amigos en la juventud. Ya de grande son raros los buenos amigos nuevos.

Soy muy infeliz, no sirvo a nadie. Todo mundo me desespera. 
Lo que yo hago, dibujo, música, pintura, escritura, es sólo para mi deleite. Deleite mismo que se esfuma una vez terminada la obra. No hay nada más que la ejecución.

Hice mi propia música porque no me gusta la que todos oyen: su rock que los hace sentir rebeldes. ¿Qué de redelde tiene escuchar a Queen, Led Zepellin, the Doors, Janis Joplin?
¿O las baladas pop, el reguetón, el rap de cholos? Rebeldes nada.
Desde niño me guío por la oscuridad ¿para qué?  Fue innecesario. No lo hice para sentirme único ni especial, no soy idiota. No me creo útil ni especial, ni original, ni culto.
De hecho tardo meses leyendo un pinche libro. Si sólo se lee para uno mismo se puede volverse un erudito, que ridículo. Respeto a los que leen para conocer más y transmitirlo a la gente, los que escriben para decirnos cómo comer mejor, cómo ser un buen hombre, cómo ser más sabio, cómo ser mejor padre de familia, cómo ser mejor amante. Leer a lo pendejo, sólo para uno mismo es un derecho; el derecho a ser un miserable. 
Debo tomar una dirección. Quiero hacer felices a los demás y de ese modo servir, hallar mi propia satisfacción y dicha. ¿Pero cómo le hago, cómo puedo hacer feliz a los demás? Lo único que se es que por mi viejo y oscuro camino ya no puedo seguir.

Verdeth