Estaba pensando que ser feliz uno mismo es egoísta, que la felicidad verdadera consiste en hacer felices a los demás, estaba pensando en el ideal de la santidad, en especial pensaba en el santo padre Pío y sus estigmas y en eso y sólo unos segundos después me apareció esta imagen en mi timeline de facebook.
No conocer el propósito de Dios, creo yo, es una verdadera infelicidad. Una tristeza profunda, así como lo es la desgracia de no hacer felices a los demás, no servir más que para uno, no ofrecer servicios de amor a los otros. Ahora entiendo la santidad de muchos sacerdotes, de los seminaristas que muchos no llegan a ser sacerdotes pero que tienen el deseo ferviente de hacerle llegar a gente conocida los misterios de la fe, el ritual de amor divino en la santa misa. Y qué difícil es para aquellos que sólo viven para sí mismos el tener la plenitud, lo que creyendo es felicidad egoísta se les acaba pronto y deben renovarla con los mismos y a veces nuevos actos egoístas.
Ni sexo, ni dinero, ni viajes, ni drogas, comida o bebida, lujos, obsesiones, fama y placeres, estas cosas nunca aportan plenitud. El egoísmo es un barril sin fondo, el egoismo destruye el amor, la justicia, la amistad y la salud. Vean a una persona enferma, triste, angustiada, con crisis existenciales sin importar la edad y darán con alguien que no ha dado de sí nada importante, que no ha contribuído con los demás en su felicidad. No sabe de sacrificio, no sabe de lealtad, no sabe de Dios, ni de ir a verlo en su misa, ni de alimentarse de Ėl. Viven como los chinos, como los americanos mundanos y apóstatas, como los cubanos o coreanos sin Dios, sin libertad, sin fuerza, sin un motivo para seguir viviendo.
100% real, donde no se honra a Dios no existe nada bueno ni la verdadera felicidad.
Verdeth